Un viaje, una consola, un hobbie o hasta la posibilidad de construir planes a futuro son propósitos que no precisan tener 18 años para hacer que sucedan.
¿Cómo? Con ahorro, tal como lo entendieron 1,6 millones de niños y jóvenes hasta los 17 años que según Asobancaria tienen una cuenta de ahorros en el país.
Los bancos tienen una amplia oferta que va desde la apertura de cuentas sin un monto específico hasta beneficios en servicios como transporte. “Una forma de iniciar sería, por ejemplo, abrir una cuenta de ahorros a los jóvenes y consignar allí la mesada, de tal forma que el menor vaya desarrollando el hábito de ahorrar y hacer uso del sistema financiero, esto acompañado siempre de un monitoreo por parte de sus padres”, explica Cristina Arrastía, vicepresidenta de Negocios de Bancolombia.
Bancolombia ofrece por ejemplo a los menores una tarjeta débito diseñada exclusivamente para ellos y la posibilidad de acercarse al banco acompañados de sus padres para realizar transacciones, obtener un interés y disponer de algunos retiros gratuitos al mes. La tarjeta no tiene cuota de manejo, y la cuenta está exenta de 4x1.000 de acuerdo a lo definido por la Ley, y está amparada por el Seguro Fogafín.
La entidad además ha venido desarrollando otras experiencias a disposición de los más pequeños, como un cajero especial para los Banconautas, que les permite consignar las monedas de su alcancía. Hasta ahora este cajero está presente en la sucursal especializada en experiencias ubicada en el centro comercial El Tesoro en Medellín.
Otros bancos a nivel nacional han ayudado a ampliar la oferta de productos y servicios adaptados a los intereses de los niños y jóvenes. BBVA, Colpatria, Caja Social, Davivienda, entre estos.
Banco de Bogotá, por ejemplo, tiene la cuenta de Ahorros Aventura para niños entre 6 y 12 años, la cual permite además acceso a Bancaventura, un portal web para aprender sobre ahorro y el mundo financiero mientras juegan.
La mayoría ofrece co-titularidad con los padres, lo cual, junto al uso de tecnología, demuestra ser un facilitador para esteblecer hábitos de ahorro formal entre niños, tal como lo indica el programa Youthsave de Save the Children, que señala estrategias como los recordatorios por mensajería para estimular los depósitos y la definición de una meta que a través de aplicaciones los jóvenes ahorradores pueden ver paso a paso cómo se acercan a ella.
Por qué y para qué
Más allá del mecanismo o servicio empleado, para Lucía Gómez, tallerista de educación financiera del Banco de la República, lo relevante es encontrar la estrategia adecuada para que el punto de partida de los jóvenes ahorradores sea entender por qué y para qué ahorrar.
“Trabajamos con ellos (niños entre 6 y 12 años) mediante el juego la diferenciación de conceptos como el deseo y la necesidad. ¿Qué puedo comprar hoy y qué necesito ahorrar para tenerlo?, ¿qué no se puede comprar pero es importante en nuestras vidas (bienestar familiar por ejemplo)? y cómo convertir un anhelo en una aventura que requiere un plan de ahorro”, explica sobre el Taller del Ahorro —está disponible para descarga libre en la página del Banco de la República.
Gómez resalta que la construcción de capacidades financieras a temprana edad permite trabajar aspectos de la vida cotidiana como la búsqueda de incentivos, es decir, cumplir con actividades y recibir a cambio una gratificación y reforzar la mentalidad del esfuerzo para la consecución de metas.
Estos aprendizajes permiten que independiente del canal la iniciativa que emprendan los menores tengan un desenlace positivo. Con estas bases, incluso el proyecto de una alcancía tiene amplia posibilidad de alcanzar su objetivo.