La noche del jueves 10 de marzo de 1988 fue, sin duda, la más aciaga para el periódico EL COLOMBIANO en sus 107 años de historia. Ese día, cuando el reloj marcaba las 10:20 de la noche y cerca de 15 personas aún laboraban en la sede de la calle Juanambú (Centro de la ciudad) haciendo los ajustes a la segunda edición del diario, la calma fue interrumpida por dos sujetos que, tras forzar la puerta de ingreso a las instalaciones, penetraron hasta la recepción y acto seguido dejaron allí dos paquetes: una caja y una bolsa, de las cuales salía humo. Gabriel Trespalacios, un expolicía que ejercía como vigilante, vio que se trataba de dos bombas y, sin pensarlo más de un segundo, procedió a sacarlas a la calle, primero la caja y luego la bolsa, para evitar que explotaran dentro del edificio.
La crónica del hecho publicada por el periódico el sábado 12 de marzo describió esos momentos en la voz de Trespalacios: “No había otra alternativa (...). Agarré la caja, que era muy pesada y parecía de herramienta de carro. Me la llevé. Cuando la tiraron ya estaba echando humo, pero logré ponerla al otro lado de la calle. Me devolví por la otra, que estaba en una bolsa, la cogí y la puse un poquito más abajo. Regresé gritando que era una bomba”.
En Juanambú, que era sitio de parqueo de colectivos que transportaban los últimos obreros de las fábricas y el espacio de decenas de venteros ambulantes, especialmente de pescado, pudo haberse desatado una tragedia de mayor magnitud de no haber sido por el arrojo del heroico Trespalacios (ya fallecido), quien dio la alerta a tiempo para que los vehículos arrancaran, los comerciantes huyeran y los transeúntes se esfumaran para evitar ser víctimas.
Hoy, 31 años después, Fabio Jaramillo, que en esos días vendía pescado junto al periódico y hoy sigue en la misma actividad y en el mismo sitio, recuerda la manera como se salvó: “yo siempre trabajaba hasta tarde, pero esa noche mi esposa se enfermó y tuve que salir con ella pa’l hospital. Estando allá, me enteré de la bomba y más tarde volví... ¿Qué vi? pura destrucción y miedo”. Entre el ingreso de los paquetes y el estallido, pasaron cinco minutos.
En la explosión, atribuida por las autoridades al narcotráfico, murió Leonardo Antonio Tabares Carmona y resultaron heridos Jorge Quintero Mejía (13 años); Pedro Nel Arteaga Arboleda, de 23; Gustavo García Galvis, de 33; Franklin Palacios Rincón, de 28; Miguel Torres Bonilla, de 18; Óscar Fernando Agudelo Pareja, de 22; y dos niños más. Los ventanales del tercer piso quedaron rotos y los negocios de la cuadra perdieron puertas y techos. EL COLOMBIANO nunca había sido objeto de un atentado y el hecho sirvió para reafirmar un principio que sigue siendo su guía a lo largo del tiempo: la defensa de la verdad. Fue la única noche que Juanambú no olió a pescado sino a dinamita...