El pasado viernes 17 de febrero, la licitación por las obras finales de Hidroituango quedó en suspenso luego de que EPM rechazara la oferta del único consorcio que se postuló para quedarse con ese millonario contrato.
Aunque EPM ha insistido en que el proceso todavía no se ha declarado desierto oficialmente, los anexos técnicos del informe de Análisis y Conclusiones en el que Schrader Camargo se rajó revelan nuevos detalles de los líos de esa firma para acreditarse.
El dato más llamativo de todos, según se desprende de esos documentos, es que Schrader sustentó su aspiración presentando cinco obras, de las cuales solamente dos están relacionadas con proyectos hidroeléctricos.
La primera de ellas se trató de la construcción de la embajada de Estados Unidos en Bogotá, ejecutada entre febrero de 1993 y noviembre de 1995. En ese proyecto, aunque Schrader Camargo no fue el contratista directo, la empresa argumentó ser el subcontratista principal.
Así mismo la empresa presentó certificados de su participación en un complejo de la Cervecería del Valle, levantado entre 2006 y 2008, en el que se encargó de construir un “sistema de drenaje, vías, patio de maniobras y parqueaderos, cerramientos perimetrales, edificios de procesos, edificio de oficinas, plantas de tratamiento, urbanismo, entre otros”.
En esos dos edificios, sumados también a otro complejo industrial construido en el municipio de Gachancipá (Cundinamarca), el lío para la firma fue no lograr argumentar que esos trabajos se relacionaran con estructuras como “captaciones, portales de túneles, canales, vertederos, centrales hidroeléctricas, puentes y estructuras aporticadas”, indispensables para postularse para una obra como Hidroituango.
“Una vez estudiada la información presentada por el oferente, luego de la solicitud realizada por EPM, se concluye que no se puede aceptar el volumen de concreto reportado para acreditar experiencia en la actividad 2”, consignó EPM en sus observaciones.
En los informes otro dato que llama la atención es que, a raíz de ese problema, EPM le pidió desde mediados de enero a Schrader ampliar su información reportada, justamente para aclarar si esos trabajos podían relacionarse con proyectos hidroeléctricos, pero la empresa no logró hacerlo de forma satisfactoria.
Por el lado de los proyectos hidroeléctricos, Schrader Camargo también salió mal librado. Aunque la empresa presentó certificados por su participación en dos centrales, El Quimbo y Riofrío II solamente pudo certificar uno solo.
Mientras en el caso de El Quimbo la firma logró acreditar 2.837 metros cúbicos de concreto en las estructuras exigidas por EPM, en el caso de Riofrío II no pudo certificar ninguno, ya que allí tampoco fue el contratista principal (como sí lo fue Arquitectos e Ingenieros Asociados S.A.).
En este último proyecto, Schrader Camargo terminó vinculado bajo un contrato de cuentas por participación, que para EPM resultó inadmisible, por no ser el responsable directo de las obras.
“(...) no es posible derivar los efectos contractuales que pretende el oferente, toda vez, que la ejecución del mismo y el crédito de su ejecución, por la naturaleza del contrato, debe radicarse en quien lo ejecutó bajo su nombre y crédito personal”, consideró EPM.
Al final, según se lee en el informe, EPM solo validó 7.944 metros cúbicos de experiencia para la firma colombiana, cuando el mínimo exigido en los pliegos (que por cierto fue rebajado en agosto) era de mínimo 28.350 metros cúbicos.
A diferencia de Schrader, su socio Yellow River, acreditó su experiencia con dos hidroeléctricas (Yanyangshan y Shuangjiangkou) y pasó sin problemas la evaluación.
Aunque el domingo los directivos de Schrader aseveraron aún tener margen para controvertir el rechazo de EPM, faltando horas para que se venza el plazo, no es claro cómo la empresa podría zafarse de ese callejón sin salida y si EPM estaría dispuesta a pasar de largo sus inconsistencias.