Comunicador social, melómano, fotógrafo aficionado y aburridor, cuando habla mucho. Así se describe Alejandro Mejía Restrepo. Por ningún lado menciona el humor, pese a que desde hace 11 años hace reír al público.
Mejía fue uno de los integrantes del colectivo de entretenimiento Zape Pelele, ha estado en radio y televisión en programas de comedia y ha compartido escenario con personajes como Suso y Andrés López. Aún así, él prefiere no dedicarse de tiempo completo a estos shows.
En Twitter, en su cuenta @alejomejia, habla de fútbol, de sus fotografías y de cuando aún no era calvo. Este hombre de 35 años, hijo preferido de la mamá y que de niño se tiró de un cuarto piso pensando que era Superman, conversó con nosotros a través de Twitter.
¿Por qué un comunicador social llega al mundo del humor?
“Terminé en la comedia porque era una manera diferente de contar las cosas. Aunque suene viejo y trillado: hacer comedia es serio”.
¿Qué recuerda de su paso por colectivo Zape Pelele?
“Lo primero que hicimos fue una obra que se llamó ‘Manual de mercadeo para gamines’. Fueron varias etapas. En el 2005 entré a trabajar en la emisora Veracruz y, para mí, esa es la etapa laboral más feliz de la vida.
Aún hablamos mucho. Santiago Rendón es de mis mejores amigos y estoy en contacto constante con Diego Cardona, Andrés Vargas y Diego Peña. Lo mejor de Zape Pelele eran los camerinos cuando hacíamos temporadas. Nos reíamos mucho”.
A finales de 2013 dijo que se iba a retirar de la comedia ¿por qué volvió?
“No he vuelto del todo, al menos no siento que así haya sido. Estaba muy saturado de la comedia y quería ensayar otras cosas, no me dedico ciento por ciento a ella. Los pocos shows que he hecho han sido porque amigos me han invitado a estar con ellos. Sé que suena pretencioso o vanidoso, y no quiero que así parezca, pero por ahora no me veo otra vez dedicado tanto a eso”.
¿Todavía sufre de “mamá-dependencia” de la que ha hablado antes?
“Tengo una historia muy simpática sobre eso. Los últimos cinco años estuve viviendo en Bogotá. Mis papás iban dos veces al año y siempre mi mamá me hacía un mercado, como si solo comiera cuando ellos iban. Lo divertido es que cada vez me compraba un shampoo. Yo soy calvo, pero mi mamá me ve como si yo fuera el Puma”.
¿Cómo le fue viviendo en Bogotá?
“Fue buena experiencia. Trabajé con grandes artistas, como Diego Camargo y Antonio Sanint. Pulí mucho mi trabajo y aprendí bastante. Me da tristeza ver que la ciudad ha caído en un hueco muy duro y la gente vive en una burbuja egoísta. Bogotá debe ser construida por todos, pero a veces parece que están esperando que aparezca un héroe que la salve y así no es”.
Entre sus pasiones se destaca la fotografía, ¿a qué le toma fotos?
“La fotografía es el mejor descubrimiento que he tenido en mucho tiempo. Si existe una verdadera vaina que disfrute, es esa. Para mí la vida y la fotografía deben ser como la música: aleatorias. Disfruto tomar fotos pero no me especializo en nada, me gustaría aprender más sobre fotografía en blanco y negro, creo que es la que más disfruto.
Lo que sí intento hacer es viajar siempre con la cámara. La fotografía enseña mucho sobre uno mismo”.
También tuitea sobre fútbol, ¿practica este deporte?
“Me gusta jugarlo, pero de relajo. Nunca fui bueno, así que hace rato dejé de jugar como si me fueran a llamar del Medellín. Me da risa ir a jugar con amigos de la universidad y ver que todavía se empeliculan. Yo me pongo a conversar y soy güevero”.
Para terminar, ¿en qué está trabajando ahora?
“Trabajo en contenidos en El Teatrico, hago fotografía y trabajo con varios proyectos de manera independiente”. .