Antes de que Gardel muriera en Medellín, en esta ciudad ya se escuchaba tango. Desde finales de los veinte, llegaba en discos que viajaban en el Ferrocarril de Antioquia desde Puerto Berrío, en el Magdalena.
“Desde Colombia se mandaban partituras a Buenos Aires para que se grabara la música en discos: por un lado grababan bambuco; por el otro, tango. Esa música entró más o menos de contrabando”, explica Jaime Jaramillo Panesso, integrante de la Asociación Gardeliana de Medellín.
El principal barrio del tango en Medellín era Guayaquil. Tenía un terminal de transportes y varios bares en los que trabajaban meseras y prostitutas,“las primeras que se meten en el lío de bailar tango”, según Jaramillo Panesso. Un ambiente perfecto para la proliferación de esta música de origen humilde de la región del Río de la Plata.
De allí, el tango se expandió hacia los barrios del oriente de la urbe – el margen occidental aún no se había desarrollado-. Había terminales con chivas manejadas por los choferes que frecuentaban esta zona. Uno de los sectores era Manrique.
Está vivo en Manrique
Hoy en día, la calle 45, la principal del sector -por la que hoy transita el Metroplús- se llama Carlos Gardel y una de las estaciones del sistema de trasporte lleva su apellido. Además, hay una estatua de él, instalada en 1968 y donada por los cafeteros colombianos que viven en Argentina. También hay murales que lo rememoran y está la Casa Gardeliana, un centro cultural creado en su honor.
“Acá en Manrique Gardel sigue vivo. Siempre que paso por acá me gusta mirar la estatua y leer las placas que la acompañan”, cuenta Gabriel Betancur, quien vive hace 32 años en el barrio.
“El tango no es exclusivamente de Manrique, pero había muchos bares en la 45 y el argentino Leonardo Nieto creó la Casa Gardeliana, lo que potenció la pasión tanguera”, cuenta Jaramillo.
Detrás del mito
Gardel salta al estrellato en 1917 al cantar la letra completa del tango Mi noche triste, “por ser el primero en hacerlo es el inventor del tango canción. El tango existía unos cuarenta años atrás pero era para bailar y lo máximo que tenía era estribillistas, pero no había una letra completa”, explica Jaime Jaramillo, en la sala de su casa, donde tuvo su cita con la Twittercrónica.
Muestra fotos de Gardel tocando guitarra, fumando y tomando alcohol. Según Jarramillo, esto solo lo hacía para efectos publicitarios, no en su vida real.
Y habla de la primera gira por Latinoamérica que hizo Gardel: Una parada técnica de esta fue Medellín. Sentía aversión por los viajes en avión pero se subió en uno con destino a Cali, entonces, en el despegue, la aeronave se salió de la pista y chocó contra otra.
En total murieron 17 de los 20 ocupantes que se encontraban en ambas aeronaves; uno de ellos fue Alfredo Le Pera, quien compuso la letras de algunos de los tangos gardelianos más recordados. Carlos Gardel también falleció ese 24 de junio de 1935 en el aeródromo de Medellín. Dejó este mundo en el apogeo de su carrera artística, “murió en el preciso momento en el que debió nacer el mito y la manera en la que lo hizo da todo el dramatismo del caso”, reflexiona Jaramillo.
Homenaje para gardelianos
Con motivo de los ochenta años de la muerte del Zorzal Criollo, José Julián Agudelo, artista plástico ganador de la convocatoria de la Secretaría de Cultura de Medellín para hacer una obra pública en homenaje al cantante nacionalizado argentino, coordina a los cinco artistas que pintan murales en una misma pared de Manrique desde el día del aniversario de su muerte. Cada obra tiene una vigencia de cuatro horas antes de ser sepultada por otra intervención artística.
Esas imágenes que se plasman en el muro fueron el resultado de una votación pública que se realizó en los principales sitios de tango de Medellín.
“Cuando se logre el último, mural desprenderé capas de pintura en lugar de aplicarlas, para crear una imagen con lo que quede de los otros murales”, explica Agudelo.
La obra final, que se espera esté terminada el próximo domingo, contará con un sensor de movimiento que permitirá que cuando pase un transeúnte se activen luces y suene una canción de Gardel.
Así termina este recorrido cargado con recuerdos tangueros e imágenes de un artista que dejó profunda huella tanguera en Medellín.