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La industria que se asienta en el océano alcanzaría el sexto PIB más alto del mundo en 2030

En cinco años, la economía oceánica generaría un valor agregado superior a 3 billones de dólares, posicionándose por debajo de EE. UU., China, Alemania, Japón, India y Reino Unido.

  • El potencial económico que Colombia tiene en el mar aún está por aprovechar. FOTO Julio César Herrera
    El potencial económico que Colombia tiene en el mar aún está por aprovechar. FOTO Julio César Herrera
La industria que se asienta en el océano alcanzaría el sexto PIB más alto del mundo en 2030
29 de marzo de 2025
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Colombia, al igual que los demás países andinos, está profundamente ligado al mar: posee extensas líneas costeras y gran parte de su población vive en la costa. Si bien sus montañas, selvas y bosques han acaparado la mayor parte de la atención, es momento de dirigir la mirada hacia los océanos.

Y es que el mar se ha convertido en la nueva frontera económica: encierra la promesa de una inmensa riqueza en recursos y un gran potencial en empleo e innovación. Esta economía es un motor clave para industrias como el turismo, los productos farmacéuticos, la biotecnología y la energía limpia. Además, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde), más de 3.000 millones de personas dependen de la diversidad biológica marina y costera para sus medios de vida, el 40% de toda la población mundial vive en zonas costeras y el 75% de las ciudades más importantes están ubicadas en esas áreas.

Infográfico

Sin embargo, aunque se prevé que de cara a 2030 muchas industrias basadas en los océanos tendrán el potencial de superar el crecimiento de la economía mundial en su conjunto, tanto en términos de valor agregado como de empleo, los mares se encuentran cada día más amenazados por el cambio climático, la contaminación, la sobrepesca y la falta de financiación.

Las industrias azules

En un escenario de continuidad, en cinco años la economía oceánica podría más que duplicar su contribución al valor agregado mundial, superando los 3 billones de dólares. Esto, teniendo en cuenta el tamaño del Producto Interno Bruto (PIB) de los países en 2024, según el ranking del Centre for Economics and Business Research (Cebr), situaría al mar como la sexta economía mundial por debajo de EE. UU., China, Alemania, Japón, India y Reino Unido.

Datos de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad) dan cuenta que desde 1995 la economía oceánica ha crecido 2,5 veces, superando la expansión de 1,9 veces de la economía mundial, con los países en desarrollo impulsando gran parte de ese crecimiento.

Por industrias, si bien el turismo (33%) y el transporte marítimo (22%) siguen siendo los sectores dominantes en cuanto a participación, las de alta tecnología y manufactura están ganando terreno, representando actualmente el 16% del comercio oceánico.

Adicionalmente, según el organismo, están surgiendo nuevos sectores: un mercado de US$10.800 millones para sustitutos plásticos de origen marino está tomando forma, ofreciendo beneficios tanto económicos como medioambientales. La biotecnología marina, valorada en 4.200 millones de dólares en 2023 y una proyección de 6.400 millones para 2025, experimenta un auge impulsado por innovaciones en alimentos marinos bajos en carbono, nuevos antibióticos y materiales de origen biológico.

Colombia y el mar

La condición bioceánica y la ubicación geoestratégica de Colombia representan una posibilidad de crecimiento y desarrollo única, pues casi la mitad del territorio colombiano es marino.

De acuerdo con la Dirección General Marítima (Dimar), la zona costera del país se extiende a lo largo de 12 de los 32 departamentos (46 municipios), de los cuales ocho tienen costas en el Caribe y cuatro en el Pacífico.

En efecto, el sector marítimo aportó en promedio el 1,84% al PIB de Colombia entre 2019 y 2023, cifra comparable con la ganadería (2,1%) y la minería (1,8%).

El valor agregado de las actividades económicas relacionadas ascendió a $25,4 billones en 2023, con un crecimiento de 0,2% con respecto a 2022. Si se compara con 2019, el aumento fue de 48,2%, al pasar de $17,1 billones a $25,4 billones.

Por actividades, la mayor participación la tuvo el transporte y almacenamiento con 35,4%; seguido de comercio al por mayor y al por menor con 30,4% y servicios relacionados con el sector marítimo con 20,0%.

Estas cifras las arrojó la Cuenta Satélite del Sector Marítimo (CSSM), del Dane y la Dimar, una iniciativa pionera en América Latina y el Caribe que permitirá al país contar con información oficial, medible y actualizada sobre las actividades económicas, sociales y ambientales relacionadas con el mar.

Pero, Colombia aún no ha explotado el potencial de sus océanos y recursos, ni su ubicación geoestratégica entre el Pacífico y el Atlántico, especialmente el mar Caribe. Tampoco ha sacado provecho de su cercanía al Canal de Panamá.

Amenazas e inversión rezagada para el mar

Aunque aún no existe un registro oficial que monitoree las emisiones en los sectores clave que están relacionados con la economía oceánica, se estima que esta representa el 11% de las emisiones mundiales de CO2. Pese a ello, en la mayoría de los planes climáticos no están incluídas acciones para reducir los efectos.

“El transporte marítimo, responsable del 2,9% de las emisiones globales de CO2, enfrenta un coste anual de descarbonización de entre 8.000 y 28.000 millones de dólares, además de hasta 90.000 millones de dólares en modernización de infraestructuras. La estrategia de gases de efecto invernadero de 2023 de la Organización Marítima Internacional establece objetivos ambiciosos, pero el progreso es lento”, señaló un informe de la ONU.

Para la entidad, los combustibles bajos en carbono son costosos, los puertos carecen de infraestructura, la falta de coordinación en combustibles alternativos frena las inversiones y las economías en desarrollo tienen dificultades para financiar la transición.

Pero hay otro cuello de botella importante: las industrias marítimas y la explotación de los recursos marinos se perciben como actividades individuales y separadas. Esto, según la Ocde, hace que su desarrollo y su gestión sostenible corran el riesgo de resultar fragmentarios y de eficacia limitada.

“La historia reciente ha demostrado que, una vez que grupos de actividades económicas estrechamente interconectadas comienzan a ser percibidos como un sistema económico o una economía, en lugar de como una colección fragmentada de sectores individuales, atraen más atención y se benefician de enfoques estratégicos más coherentes para su desarrollo”, anotó la organización.

En cuanto a la financiación, el panorama está nublado. Pese a su importancia, la economía oceánica está bastante subfinanciada: solo lograr el Objetivo de Desarrollo Sostenible 14 (vida submarina) requiere al menos US$175.000 millones anuales, pero solo se han desembolsado US$30.000 millones desde 2010.

Mientras tanto, la industria pesquera mundial recibe aproximadamente US$22.000 millones en subsidios que estarían fomentando la sobrepesca.

Posibilidades del futuro

La expansión poblacional, la urbanización y el desarrollo de las zonas costeras son fundamentales para el desarrollo de la economía oceánica. Se proyecta que para 2050 se requerirá alimentar a 2.000 millones de personas más, lo que aumentará la demanda de pescado, moluscos y otros alimentos marinos.

Como consumidores, los organismos internacionales estiman que esto estimulará el transporte marítimo de mercancías y pasajeros, la construcción naval y la fabricación de equipos marinos, así como la exploración de reservas de petróleo y gas en alta.

No obstante, preocupa la salud del océano. Un estudio realizado por YouGov Plc para Greenpeace, arrojó que la principal amenaza de los océanos colombianos son los plásticos.

También se encontraron como amenazas la pérdida de hábitats costeros, manglares y corales. “Solo en Colombia, cada persona desecha 24 kilos de plástico anualmente, de los cuales el 74% de los envases termina en rellenos sanitarios, invadiendo las ciudades y contaminando mares, ríos y manglares”, indicó la investigación.

Ahora bien, según la Ocde, los cambios en el clima oceánico también generarán nuevas oportunidades de negocio. Como ejemplo ponen los eventos en el Ártico, donde se espera que el manto glaciar continúe derritiéndose en los próximos años, abriendo la Ruta Marítima del Norte (RNN) a un transporte marítimo comercialmente viable.

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