Vista desde las alturas, a través del ojo del dron Dji mini 3 pro, la cancha de baloncesto del parque principal de Alejandría se convierte en la enorme pintura de una pareja de toritos cabecirrojos. El macho, de cabeza roja, mira a un lado mientras la hembra, con pintas azules en el rostro, fija la mirada hacia adelante. En el sobrevuelo por el parque, el dron revela otras pinturas, esta vez más pequeñas. Hay mamíferos, anfibios, insectos y más pájaros. Inspirado por las fotografías de Jorge Mario Molina Vallejo, el artista José López Rincón –Joselo en redes sociales– plasmó en el piso del parque algunas de las especies más emblemáticas del oriente antioqueño.
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A pocos metros de la pintura de los cabecirrojos, cubierto del sol de mediodía por una superficie de plástico, Jorge Mario se lleva a la boca una taza de café. Estamos en las afueras de un hotel que funciona en la que fue la casa de su abuelo. Llevamos pocos minutos de entrevista, en los que Jorge Mario alcanzó a contar que tiene 43 años, que se fue de este pueblo a los 16, en busca de estudios universitarios y alejándose de la violencia, cuando una señora mete la cucharada. Le pregunta si él, que tiene muchas fotos del municipio, no tendrá alguna de su negocio. Luego cuenta que perdió la nevera en un incendio. Jorge Mario le da su número de teléfono y le dice que le escriba al WhatsApp para recordarle buscar en su archivo. La señora se despide. Además de ser el fotógrafo de la biodiversidad de esta parte de Antioquia, Jorge Mario es el director y el fotógrafo de El Nudillal, un periódico local de circulación bimensual.
Volvemos a la entrevista.
–¿Por que el periódico lleva ese nombre?
–Este pueblo fue fundado por mineros, especialmente venidos de Concepción. El pueblo originalmente era corregimiento de Guatapé. La minería ha sido la riqueza aquí. A pesar de tener tierras medianamente productivas, la gente no tiene vocación agrícola. Entonces, eso se ve también en la idiosincrasia de la gente.
–¿Y por qué El Nudillal?
–El primer asentamiento que hubo acá le dieron el nombre paraje de Nudillales. La quebrada que hay allá (señala un lado de la plaza), donde queda el centro turístico más importante del pueblo, se llama la quebrada de Nudillales.
(Los temas de El Nudillal son estrictamente locales. En la edición 80 del periódico, que cubrió enero y febrero de 2025, hay una entrevista con los dos sacerdotes que están a cargo de la parroquia San Pedro Alejandrino; una crónica sobre la minería artesanal en el río Nare, y un informe de los fallecidos (36) y los nacidos (36) en Alejandría en 2024. Salvo una columna de opinión, el contenido noticioso de El Nudillal es escrito por Nubia Piedad Vallejo Giraldo, la mamá de Jorge Mario.
Antes de ejercer el periodismo, ella se ganó la vida con las tijeras de la peluquería. Del periódico se imprimen mil ejemplares, que se regalan en el pueblo. Además, se envía cada edición en formato pdf a las colonias de alejandrinos que están en otras ciudades o países).
–¿Cómo se financia?
–Con la empresa privada, más que todo. La gente nos ayuda. Digo, no es un negocio, pero a mí me ha servido para abrir otras puertas y mostrar el trabajo. Ahí hemos documentado todo lo que ha pasado acá en los últimos 20 años.
(El periodismo de los pueblos está centrado en los hechos de la gente, no tanto en las minucias de los políticos. Esto salta a la vista en las páginas del impreso de Jorge Mario y de su mamá. Él cuenta que por fotografiar a los habitantes del pueblo, en particular a los de mayor edad, ataviados con las prendas del vestuario de los arrieros y los campesinos, muchas veces vecinos del pueblo le han pedido las fotos de un familiar fallecido).
–Hablemos de su encuentro con la fotografía...
–La fotografía viene desde que empecé a estudiar. Estudié fotografía en Bellas Artes y ha sido mi pasión principal. Me gusta mucho fotografiar lo ancestral antioqueño, los oficios perdidos. También trabajo hace mucho el tema de la naturaleza.
–Cuéntenos de sus fotos de fauna y flora...
–Por haber nacido acá tengo una conexión muy fuerte con el agua, con la naturaleza. En mi infancia fui pescador de sabaletas. Entonces, cuando empecé a tomar fotos ya sabía dónde estaban las cascadas más bonitas, donde estaban las especies. Ahí solté la vara de pescar para tomar la cámara.
(Más adelanté Jorge Mario contará que se decantó por la fotografía de la biodiversidad tras grabar Una flor por la esperanza, un documental de veintitrés minutos sobre el asesinato de la profesora Flor Marina Vargas Valencia en la vereda La Pava y sobre el enfrentamiento de las Farc y el Bloque Metro de los paramilitares en la vereda La Inmaculada. Ambos hechos ocurrieron en Alejandría. El documental está disponible en Youtube. Retomemos el diálogo).
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–¿Qué recuerda de las primeras salidas a pajarear?
–Esas primeras expediciones fueron aquí, alrededor del pueblo. Ya con el tiempo, cuando tuve más experiencia, me fui más lejos. Lo interesante es la ayuda que he recibido de los campesinos. Cada vez que puedo les digo que me informen cuando vean un pájaro raro, una animal extraño. Ellos son los que me han ayudado a ver los animales bacanos que he visto. Eso es como tener ojos en todas partes.
–¿Cuáles son las habilidades del pajarero?
–Primero, tienes que estar bien físicamente. Porque para uno hacer esta actividad tiene que estar en buenas condiciones para caminar. Yo he ido a muchos páramos, a muchos cerros. Segundo, debes tener mucha paciencia, mucha persistencia. Hay pájaros con los que me he demorado cinco o seis años para tomarles una foto decente. Claro, hay unos que son muy fáciles y otros que son un camello para fotografiar. Esto te exige viajes a lugares lejanos, picaduras de mosquitos. Es muy bacano que detrás de cada fotografía hay una historia de viaje.
(En los últimos tiempos la idea de la ciencia ciudadana se ha abierto camino en los espacios académicos. El ejemplo que da Jorge Mario para definir este concepto está anclado a su práctica documental de la región de influencia del Magdalena. La expresión “tengo ojos en todas partes” se entiende en el contexto de los investigadores que trabajan de la mano con los campesinos y los lugareños para construir inventarios, redactar informes y hacer mapas de distribución. Sin ser un biólogo con título universitario, él ha publicado La guía fotográfica de aves de San Rafael –en la que la mayoría de las fotos son suyas– y Fauna y flora del municipio de San Vicente Ferrer –en el que hay fotos suyas y trabajo de biólogos–. Dice tener el material necesario para publicar una guía de aves de Alejandría. Sonríe cuando recito el dicho En casa de herrero, cuchillo de palo...).
–¿De aquí de la región qué animal le falta por fotografiar? Que sepa que está aquí...
–Me falta una serpiente que se llama la serpiente de pestañas. Tampoco he fotografiado al puma. Hace un tiempo encontré el cuerpo de uno, que fue mordido por una serpiente.
–¿Y cuáles tiene registradas?
–Aquí hay especies muy bonitas. Tenemos nutrias. Tenemos la sabaletas. Tenemos el pato de torrentes. He registrado el torito dorsiblanco, el Habia Gutturalis, el titigris.
(La enumeración sigue. Es enciclopédica. Jorge Mario se pone de pie, entra al hotel y toma una de las fotos. Regresa con una foto de dos patos de torrentes –macho y hembra– en la corriente del Nare. Esta región es rica en agua: por aquí pasan el Nare, el Bizcocho, el san Pedro. Cerca están los embalses Peñol-Guatapé y el san Lorenzo. Jorge regresa la foto al sitio de donde la tomó).
–¿Cómo ha sido la relación con los campesinos? Por una u otra razón ellos ha sido depredadores del medio ambiente...
–Sí, pero eso es por la misma necesidad. Ellos saben que lo que están haciendo es no es lo lo que más conviene, pero realmente tampoco tienen muchas opciones. Una cosa es lo que uno predica como ambientalista y otra cosa es la realidad de la gente. Yo, que vivo en una vereda, he dejado de ser tan hippie en esos pensamientos. La gente tiene que intervenir porque no tiene muchas alternativas. Por eso el aviturismo es una oportunidad para conservar bosques y sacarle alguna rentabilidad sin tener que tumbar nada. Yo le estoy camellando a la guía de aves que cubra el Magdalena medio. He recorrido páramos y he ido al Magdalena. Ahora, lo cierto es que en cuestiones de aviturismo la gente de San Rafael le lleva la delantera a Alejandría. Ahora San Rafael es el destino de los pajareros, junto a Anorí y a Jardín.
(Al final de la entrevista vamos con Jorge Mario hasta San Miguelito, una finca en la vereda del mismo nombre. Allí, con el río Nare a un lado y la reserva San Lorenzo al fondo, tiene el lugar en que le pone plátanos a las aves para fotografiarlas sin la dificultad de hacerlo en la montaña. Al frente de su finca están las montañas de Santo Domingo. En este punto uno cae en la cuenta de la relevancia estratégica de estos territorios para los actores del conflicto. También es inevitable pensar que con buenas vías y condiciones de seguridad, parajes de este tipo serían el sueño hecho realidad para los viajeros del mundo que van detrás del vuelo del colibrí, de la elegancia del buho o del colorido del barranquero).