Calambrosa va a cumplir nueve años desde que le tomaron la primera foto. Era entonces una cachorra pequeña, vulnerable, que rescataron en una calle del barrio Caicedo, en la comuna 9 de Medellín, donde alguien la dejó abandonada a su suerte. La encontraron deambulando, en peligro, luego de que reportaran el caso a la Policía ambiental, y la trasladaron a La Perla, el centro de bienestar animal que tiene la Alcaldía en lo más alto de Altavista. Fue allí, en septiembre de 2016, donde le sacaron la primera imagen, donde la han cuidado y querido, donde le dieron el único hogar que ha conocido. Calambrosa va a cumplir nueve años esperando una familia que quiera adoptarla.
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Se le ve tranquila, con la cola gacha que levanta y mueve al sentir una mano que la acaricia o al percibir que le hablan con mimos. Es una perra calmada, juiciosa, tierna, dice el personal de La Perla que la cuida a diario. Tanto así que está catalogada dentro del grupo de los “perritos perlita”, como llaman a los mejor portados del lugar.
No obstante, creen que tal vez por su tamaño —pesa unos 24 kilos y es algo alta—, no ha sido posible que encuentre un hogar. Desde que fue rescatada, las únicas veces que ha vuelto a salir ha sido a los siete eventos de adopción a los que la han llevado, donde se muestra tranquila, cariñosa con las personas y de buen gusto por los niños. Pero siempre se devuelve sin el final feliz de hallar una familia que la acoja y la proteja. Tampoco es que Calambrosa sea tan grande, pero la gente, por lo general, y creyendo en múltiples mitos, prefiere llevarse perros jóvenes y de menor tamaño.
Más rescates que adopciones
La historia de Calambrosa refleja la dolorosa realidad del abandono y maltrato de animales de compañía que persiste en Medellín. Según datos de la Secretaría de Medio Ambiente del Distrito, en este momento La Perla alberga 2.918 animales, de los cuales 2.285 son perros y 633, gatos. Es una población que fluctúa, en parte por las adopciones que se logran: 423 en lo que va de este año —182 felinos y 241 caninos—.
Pero las cifras son mucho más complejas, sobre todo si se entienden más allá de simples números y se miran como el problema que son: seres sintientes que sufren y que en la mayoría de los casos llegan en un estado deplorable a La Perla. Solo este 2025 han ingresado 1.106 animales rescatados —570 perros y 536 gatos—.
Llegan allí tras alertas de ciudadanos que los reportan como abandonados, deambulando solos por ahí, enfermos, heridos, algunos atropellados y otros, cachorros indefensos, expuestos a riesgos a los que no podrían sobrevivir sin un cuidador. Rescatados ingresaron al centro 4.919 animales en todo 2024 —2.861 perros y 2.058 gatos—; mientras que en todo 2023 fueron 4.656 —2.835 perros y 1.821 gatos—.
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Los números crecen al sumarles las aprehensiones materiales, un procedimiento en el que también interviene la Inspección de Policía de Bienestar Animal y que se da en inmuebles en los que tienen felinos y caninos en condiciones indignas: amarrados; encerrados en terrazas y balcones, a veces sin resguardo de la lluvia ni el sol; sin comida ni agua; golpeados; viviendo en medio de excrementos; sin una sola vacuna, sin desparasitar. Solo en lo que va de 2025 llegaron a La Perla 94 animales por aprehensiones; en todo 2024 fueron 204 y en todo 2023, 314.
Luna tiene 15 meses y también espera un hogar. No quieren que le pase lo mismo que a Calambrosa, que llegó siendo tan joven a La Perla y los años pasaron sin encontrar una familia que la adopte. Luna es calmada, sumisa, huele aquí y allá, se acerca a la gente y da suaves golpes con la nariz. Le gusta que la acaricien. Parece mirar todo a su alrededor con unos ojos negros que resaltan entre la mota de pelo blanco que luce, pero lo cierto es que no ve nada, es ciega.
Luna llegó a La Perla tras una aprehensión material en una casa de Villa Hermosa, en la comuna 8, en noviembre del año pasado. Estaba en grave estado: con el pelo hecho nudos, muy flaca, decaída, con dificultad para desplazarse y resultó positiva al virus de distemper canino, ese mal aterrados que puede ser letal conocido como moquillo.
Los médicos veterinarios presumen que esa enfermedad, que genera signos respiratorios y neurológicos, pudo ser la causa de que Luna llegara con secuelas en la visión. Estuvo hospitalizada y se recuperó después de dos meses y medio de tratamiento. No solo de los daños físicos, también fue ganando confianza hacia las personas que la cuidan y perdió el temor que sentía ante los humanos cuando llegó.
La ceguera podría condenar a Luna a ser descartada por la gente para una adopción, pese a que, explican los médicos veterinarios de La Perla, un perro que no ve puede adaptarse con gran facilidad a un nuevo hogar, guiado por el poderoso olfato, y hacerse una especie de mapa mental de la casa donde habite, que le permitirá moverse con normalidad, como lo hace hoy en día Luna en el centro de bienestar.
Lo mismo pasa con animales como Zanahorio, un gato de 6 años que solo tiene tres extremidades porque llegó con la pata trasera izquierda fracturada en varias partes, tal vez atropellado, y la única opción viable fue amputarla, pese a que se esforzaron mucho por salvarla. Su llegada se dio en noviembre del año pasado, cuando lo rescataron en la calle, tal vez luego de varios días de resultar lesionado antes de que alguien reportara su caso. Zanahorio se mueve tranquilo y se echa en cualquier lugar de la gatera, tapando el mocho con una cola gruesa naranja que hace honor a todo su pelaje.
Está rodeado de otros gatos que también esperan una persona, una familia, un hogar que quiera acogerlos. Todos son adultos, en La Perla no tienen en este momento gatos cachorros, un punto en contra de las adopciones, pues muchos buscan que sean bebés. “Queremos un gatico pequeñito, porque tenemos una hija de 4 años y queremos que crezcan juntos”, dice por ejemplo una pareja que llegó al centro de bienestar en Altavista, el pasado jueves, a buscar un animal entre un grupo de felinos conformado por puros adultos.
Hay que crecer las adopciones
Según datos de La Perla, a las 423 adopciones que se han logrado este año, entre caninos y felinos, se suman 1.391 de todo el año pasado —823 perros y 568 gatos—, así como 1.174 de todo 2023 —801 perros y 373 gatos—.
Según el informe de rendición de cuentas de la Secretaría de Medio Ambiente, en 2024 se superó el indicador establecido para las adopciones respecto al número de animales alojados en La Perla: se hizo una proyección del 5,15%, pero se logró que fuera del 6,27%.
“Es una cifra histórica”, dice el concejal Juan Ramón Jiménez, quien hace seguimiento especial a este tema, pero considera que no es suficiente, en tanto que también es histórica la cifra de atenciones y rescates ante un problema de abandono y maltrato animal que sigue creciendo en la ciudad, pese a las actividades de sensibilización con las comunidades.
Es un tema de mucha relevancia. De hecho, a La Perla ingresan cada día en promedio 10 animales provenientes de rescates o de aprehensiones materiales, lo que da cuenta de la gravedad de la situación, sin contar los casos que son competencia de otros municipios del Valle de Aburrá y otras regiones de Antioquia, donde también se presentan estas situaciones a diario y en muchos de los cuales ni siquiera hay políticas concretas de atención ni de esterilización ni de adopción ni de bienestar animal en general.
Volviendo a Medellín, para el concejal Jiménez, hay una deuda con la campaña de adopción masiva de la que la alcaldía viene hablando desde el año pasado y en la que se planteó como una de las actividades iniciales la jornada de adopción más grande del país, para entregar por lo menos 1.000 animales en adopción.
Mientras tanto, La Perla mantiene las estrategias para que más familias abran sus puertas a estos animales, porque aunque en el centro cuentan con una atención que garantiza su protección: los pasean, juegan al aire libre, tienen alimentación adecuada y acceso a servicios de salud, lo ideal no es que sigan allí para siempre, sino que consigan un hogar.
La suerte de dejar La Perla la tuvo esta misma semana Manyoma, un perro de poco más de 2 años que fue elegido en una visita al centro de bienestar de Altavista por una pareja joven que quiere tenerlo en su hogar.
El jueves pasado, el animal se despidió de la que había sido su casa desde septiembre de 2024, luego de que lo rescataran en las calles de Manrique, comuna 3, donde fue abandonado. Lo encontraron en condiciones de desnutrición, con graves problemas en la piel, con sarna, pulgas, garrapatas, dejado a su suerte y en grave riesgo.
Ya recuperado se muestra juicioso, calmado, “precioso y pochocho”, como dice una de las médicas veterinarias de La Perla, a la espera de que en su nueva casa lo cuiden y lo amen como uno más de la familia. Calambrosa, Luna, Zanahorio y cientos de perros y gatos en La Perla esperan tener la misma fortuna.
Así puede adoptar un perro o un gato
Desde la Secretaría de Medio Ambiente de Medellín recuerdan que el proceso para adoptar un animal de compañía es gratuito, pero que hay que cumplir unos requisitos mínimos: ser mayor de edad y presentar la cédula en la solicitud, garantizar que todas las personas de la casa están de acuerdo con la adopción y tener claro que es una decisión para toda la vida. Una familia puede adoptar un felino o canino en las jornadas de adopción que se hacen en distintos lugares de la ciudad o visitando La Perla, en Altavista, para conocer a los animales. En el proceso se hace una entrevista para establecer las necesidades y condiciones de la familia, con lo cual se orienta sobre cuál animal es el más conveniente. Es importante que el hogar adoptante tenga el espacio, el tiempo y los recursos necesarios para brindar los cuidados y el amor que los perros y gatos necesitan. Todos los animales dados en adopción por La Perla se entregan vacunados, esterilizados, desparasitados, con microchip de identificación y con exámenes de salida. Si usted quiere adoptar, puede conocer la programación de las jornadas en las redes oficiales @LaPerlaMed y @AlcaldíadeMed, y puede llamar o escribir al WhatsApp 311 798 73 03, para conocer más información o para que le indiquen cómo llegar a la sede.
Luna no necesita ver para adaptarse a un hogar
Luna tiene todas las características que una persona promedio avalaría para adoptarla: es joven, mediana, calmada, juiciosa y cariñosa. Pero el gran temor que tienen en La Perla es que ningún hogar le abra las puertas por ser ciega. No debería ser un hecho determinante, los cuidadores de Luna dicen que los reconoce, que sabe cuáles son las rutinas y las cumple con facilidad. “Es como si viera todo”, afirman al hablar de ella y agregan que tiene un temperamento dócil y amoroso que le caería bien a cualquier familia que quiera un animal de compañía.
Zanahorio tiene una vida normal con tres patas
Aunque con los límites usuales de un gato, Zanahorio se deja cargar y mimar más de la cuenta. Es tranquilo, obediente y puede moverse con normalidad aunque tiene solo tres patas. Su adaptación a una familia sería sencilla si cuenta con la suerte de que alguien lo adopte. La única recomendación que debería atenderse es cuidar su alimentación, para que no engorde mucho y las articulaciones no deban cargar tanto peso.
Calambrosa lleva nueve años esperando que la adopten
Calambrosa es “montañerita” como todos los perros que llegan a La Perla cachorros y se vuelven adultos allí, se asusta más fácil con sonidos como el de una moto o ante una multitud o por el ruido de una lavadora, porque no ha tenido tanta socialización ni contacto con el mundo exterior. Pero Calambrosa se adapta muy rápido, tiene un comportamiento tranquilo, es obediente, no jala cuando la pasean, no pelea con otros perros y se acomoda fácil a las rutinas. Tiene todas las condiciones para ser adoptada por cualquier familia que quiera regalarse su amor y cuidado.