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Por esteban duperly
Si hay un autor sobresaliente en la narrativa contemporánea colombiana, ese es Rubén Orozco. Para empezar, tiene cuatro buenas novelas publicadas. Es decir, cinco si contamos a Absolutamente todo, un libro de este año que, al menos desde mi perspectiva, no se parece a absolutamente nada. O sí: es una novela de carretera. Aunque no. O tal vez es una metáfora sobre un viaje introspectivo. Aunque tampoco. O quizás sea las dos al mismo tiempo. O ninguna. U otra cosa. O, en fin, la exactitud acá no importa. Lo cierto es que este es un relato lleno de imaginación, desbordado, original, y seguro por eso nos cuesta hacerlo encajar.
La trama es, digamos, sencilla. Un esposo confundido, próximo a convertirse en padre por primera vez, le propone a su esposa —con quien experimenta problemas de comunicación y ya ni siquiera oye su voz, sino que desde su boca ve emerger unos globitos de texto llenos de caracteres indescifrables— un viaje de fin de semana largo para hacer un vuelo en globo. A la aventura se suman más miembros de la familia y de ese modo todos se embarcan en una máxivan modelo 75 que conducen William y Guillermo, los hermanos del protagonista, quienes en realidad son un solo cuerpo: un individuo dual llamado William Guillermo. También hay un gato que cambia de forma —«una mascota plurieidética»— y un operador turístico que responde los email en versos de arte mayor.
Bajo esa clave está escrito el libro. Bajo esos parámetros sucede un viaje por una autopsia costanera y otros escenarios irreales que no obedecen a ninguna ley física —o al menos a ninguna de esta arista del multiverso, esa idea hipotética sobre los universos infinitos que es mencionada tantas veces en el libro—. Es decir, una máxivan con una familia extravagante rueda durante muchas páginas sobre una geografía que, si existe, es la de la imaginación, por usada y cursi que suene la frase.
La prosa de Rubén Orozco es excepcionalmente buena y por eso Absolutamente todo aguanta tanto despliegue de imágenes y de situaciones. Esta es una obra en la que el autor establece desde el principio un marco lógico —o ilógico— que si el lector se dispone a aceptarlo, podrá hacer un viaje divertido y frenético, el mismo del casi padre angustiado que cuenta la historia, aunque ayudado por algunas ilustraciones y otros recursos gráficos que le dan una dimensión muy lúdica al libro.
Trozo para lectores: «Cuando Segundo tuvo todo listo hizo descender el balde hasta el fondo del pozo y entonces vimos que las ondas que desfiguraban el reflejo del cielo en el agua también se repetían en el cielo verdadero y que, sobre nosotros, el firmamento estrellado ondulaba en círculos centrífugos que se expandían hasta perderse en el horizonte. Después de un rato Segundo sacó los baldes rebosantes, vertió los contenidos en una gran ánfora y comenzó a escansiar el agua nocturna en preciosas copas hechas de arena, demorándose con una lenta meticulosidad que habría pasado inadvertida si estuviera manipulando explosivos».
Y te lleva como el viento, de Gabriela Mistral. Biblioteca Fiesta del libro y la Cultura de Medellín. 173 páginas
Desde hace un par de años la Fiesta del libro de Medellín publica libros con la intención de crear una colección de muy buena literatura. Y te lleva como el viento es el tercer título de esa serie y, como dice en el colofón, es «el primero dedicado a una escritora latinoamericana». Antes aparecieron Las aventuras de Pinocho y Los cuentos como son, una traducción de Kipling que hizo Héctor Abad.
Pues buen momento para traer de regreso a Gabriela Mistral, una autora que, sospecho, es más mencionada que leída. La compilación de textos la hizo la profesora Alejandra Toro y las ilustraciones que acompañan el volumen son de Lilú Escobar. El libro se distribuyó durante la pasada Fiesta del libro y ahora está disponible para préstamos y lectura en todas las bibliotecas públicas de Medellín.
Trozo para lectores:
« Suavidades
Cuando yo te estoy cantando,
en la Tierra acaba el mal:
todos es dulce por tus sienes:
la barraca, el espinar.
Cuando yo te estoy cantando,
se me acaba la crueldad:
suaves son, como tus párpados,
¡la leona y el chacal!»
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