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El día que me quieras. Un pastel para dos de Maryam Moghadam y Behtash Sanaeeha

31 de marzo de 2025
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  • El día que me quieras. Un pastel para dos de Maryam Moghadam y Behtash Sanaeeha

Tendría que haber más películas protagonizadas por viejos. Sería lógico, siendo la vejez un destino para el que todos compramos tiquete. Pero su ausencia permanente de la ficción audiovisual es parte de un acto de negación que el cine siempre ha patrocinado, porque finalmente cuando recordamos a las estrellas, pensamos en ellas en su momento de apogeo físico. Nadie menciona a Marlon Brando y muestra al señor de pelo blanco con sobrepeso que actuó en The score en 2001. Siempre aparecerá el animal salvaje que clamaba por Stella en Un tranvía llamado deseo, en 1951. Pero como cada vez vivimos más, es imposible no hablar del elefante en la cristalería: la vejez está a la vuelta de la esquina y los viejos siguen (¿seguiremos?) amando, respirando y batallando para que la sociedad, cada vez más infantil, los trate bien.

Mahin, el personaje principal de la película iraní Un pastel para dos es un buen ejemplo de lo que decimos. Con 70 años, lleva 30 de ellos viuda y sola en el caserón que sólo se llena cuando sus amigas dicharacheras se reúnen para contarse sus cosas. Tienen tanta confianza entre sí que una de ellas, la hipocondriaca, piensa que todas deberían ver la grabación de su colonoscopia, para convencerlas por fin de que sí es real el cáncer tanto tiempo imaginado. Pero cuando terminan de comer y se van, a Mahin sólo le quedan, para sentirse acompañada, unas videollamadas tristes con su hija, que a su vez tiene que lidiar con una nieta que ha formado su impaciencia con buenas dosis de tableta y TikTok.

Lo que hace que esta no sea otra película de amores otoñales, es que Un pastel para dos es una producción iraní, filmada a escondidas del régimen religioso que gobierna al país, claramente subversiva si consideramos que ninguna mujer podría verse a solas en su casa con un hombre que no sea su marido y que a Mahin le importan ya todas las normas un cuerno cuando decide salir a buscar a ese que necesita que le haga compañía, sin importarle si en el camino tiene que enfrentarse con “la policía de la moral” por llevar el hijab mal puesto.

No les voy a contar lo que ocurre cuando se tope con Faramarz, un taxista que también tiene otras cosas malas que decir del trato que le da su país. Es la química entre ellos, que logran crear felizmente los veteranos actores Lili Farhadpour y Esmaeel Mehrabi, lo que hace que Un pastel para dos valga la pena. Y aunque esa relación “pecaminosa” fue la que hizo que a Maryam Moghadam y a Behtash Sanaeeha, sus directores, les confiscaran los pasaportes para impedirles presentar su película en otros países, en realidad lo mejor de la cinta es la sensación de intimidad real que trasmite. Puede que el guion se ensañe con los personajes más de lo que debería, pero lo que ocurre también muestra que a lo mejor todos se han hecho mayores a la fuerza en Irán. Viejos de esos que hablan de la muerte como si nada, y que terminan poniendo en todo lo que escriben, escenas tristísimas, finales abruptos y títulos de tangos.

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