Desde 2015 los miembros de la Corporación Mi Comuna gestionan el día a día de la Casa para el Encuentro Eduardo Galeano, un edificio de paredes blancas en cuyos tres niveles las ventanas se abren a las calles de la comuna 2 –Santa Cruz–. Durante el día el paisaje es un conjunto de casas que desafía la ladera, muy parecido al de los versos de Helí Ramírez. Por la noche las bombillas del alumbrado público hacen las veces del reflejo de las estrellas en la piel de la montaña. Al momento de nuestra llegada a la casa, en uno de los salones un grupo de mujeres hace labores de tejido mientras, al fondo, en el patio, Claudia Vásquez y unos niños alistan las sillas para el público convocado a la función de un clown bogotano que está de paso por la ciudad.
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“En 2015 decidimos alquilar la casa porque la comuna 2 es muy extensa y tiene poquitos espacios culturales”, dice Claudia, una socióloga que comenzó su trayectoria en la gestión cultural en una organización de la zona –Nuestra Gente– y que llegó a Mi Comuna por la invitación que le hicieron sus integrantes de dictar un taller de teatro.
Desde el principio el objetivo de la casa ha sido el de albergar las actividades culturales de los habitantes de los once barrios de la comuna 2. Y esa misión salta a la vista del visitante en los nombres de los salones: Débora Arango, Pablo Freire, Gabriel García Márquez y Jaime Garzón, y en el trajín continuo por los pasillos de la casa.
En el cuarto más cercano a la calle hay una colección bibliográfica destinada para los niños. Enseguida de ese cuarto hay otro, esta vez provisto con una nutrida colección de títulos orientados a los lectores adolescentes y adultos. En un momento del recorrido, Claudia recuerda que fue la intención de tener una biblioteca comunitaria el origen de la casa.
“De la casa, no de la corporación”, dice a renglón seguido para disipar cualquier duda. Entonces, habla de la historia de la corporación. En 2009 un grupo de estudiantes del sector fundó la entidad con la idea de fomentar los procesos de comunicación comunitaria en los vecinos de la zona nororiental de Medellín. Uno de los primeros proyectos que cogió vuelo fue el periódico Mi Comuna, una publicación que recoge vivencias y relatos locales. Este medio de información tiene una periodicidad signada por la búsqueda de recursos –sale cada vez que hay con qué mandarlo a imprimir–, pero su frecuencia en la red es mayor.