La meta de ver automóviles rodando sin conductor aún se ve lejana, incluso en los países más desarrollados, porque no basta con que el vehículo se mueva por sí mismo, sino que necesita un entorno que le facilite esta tarea, desde señales de tránsito claras y lógicas, hasta un mapeo digitalizado completo.
Como sí sucede con la movilidad eléctrica, a la que constantemente le cuelgan fechas para que sea la fuente energética elegida para los carros, con la conducción autónoma plena es más difícil de determinar porque son muchas las variables que se tienen que afinar para que el sistema funcione a plenitud.
Desde hace más o menos una década se están haciendo pruebas con vehículos que pueden funcionar sin necesidad de conductor, pero estas son puntuales y por zonas determinadas. Es decir, aun ningún fabricante se atreve a lanzar comercialmente un modelo para la venta masiva hasta no garantizar la seguridad de todos los actores de la vía.
Incluso, organismos como EuroNCAP, que evalúa los sistemas de seguridad en los automóviles, ha dicho que “el mundo aún no está listo para tener vehículos sin conductor porque este es todavía el principal responsable de su seguridad y solo él podrá asumir el control del vehículo en caso necesario”, expresó un comunicado de la institución firmado por Michiel Van Ratingen, Secretario General de EuroNCAP y fechado en 2020.
El inicio
Hoy ya hay ayudas a la conducción, pero ningún carro es 100 % autónomo. Sistemas como el Control de Crucero Adaptativo (AAC), el Sistema de Frenado Autónomo de Emergencia (AEB), el Control de Velocidad, la Adaptación Inteligente de Velocidad (ISA), el Asistente de Parqueo Automático, el detector de peatones y ciclistas, el lector de señales y el Sistema de Mantenimiento en Carril son, hasta ahora, algunos de los adelantos de lo que podría ser una parte del manejo autónomo, pero este conjunto de ayudas necesita siempre la supervisión de una persona que vaya al volante del auto.
O sea, aun no es posible dormirse, consultar el celular o leer el periódico mientras el carro lo lleva a casa, como es el sueño de muchos.
Estudios de las marcas y los organismos de tráfico indican que, cuando el sistema esté 100 % implementado, gracias a la inteligencia artificial podrían salvarse al año cerca de 20.000 vidas, un 62 % de las que se pierden anualmente en accidentes de tránsito en el mundo.
¿Qué falta entonces? En ninguna ciudad del mundo, hasta ahora, se ha habilitado el uso de carros autónomos, salvo para pruebas. Los principales obstáculos que impiden que el automóvil autónomo sea ya una realidad son varios, y si se pone a revisarlos, verá que en países como Colombia, sí que más. Es decir, los carros autónomos están más lejos para unos que para otros:
-Mapas completos y actualizados: para que un vehículo sin conductor recorra un camino con éxito, sin extraviarse ni chocar, debe “aprenderse” la ruta por la que va a transitar, conocer su ubicación exacta, por dónde debe girar y dónde detenerse.
Para ello, es necesario un mapeo completo de la zona y alimentarlo al computador del auto para ser leído mediante el sistema Lidar (Detector Laser de Imágenes y Rango), que es el conjunto de sensores compuestos por cámaras de video, radares, GPS y lectores de ultrasonido que identifican los elementos, su tamaño y a qué distancia se encuentran del vehículo, todo en milésimas de segundo. Muy útil para detectar otros autos, señales, líneas de carril, peatones y objetos en movimiento, todo en tres dimensiones.
Así, debe tenerse en la base de datos cada kilómetro de la red de calles y carreteras del país, algo que, si bien está bastante avanzado gracias a soportes como Google Maps, aun requiere tiempo para completarse al cien por ciento. Encima, el sistema deberá actualizarse con cada cambio de vías que ocurra, algo muy frecuente en ciudades del país. Un cuello de botella en el que habrá que trabajar.
-Una correcta señalización: una calle con las líneas de demarcación borrosas o inexistentes son un reto para el automóvil autónomo. Si el carro no lee bien por dónde transita queda en la más completa oscuridad y es incapaz de tomar decisiones por cuenta propia, es decir, ya no será autónomo y podría producir un accidente.
Si las señales de tráfico, verticales, horizontales y de piso están deterioradas, con manchas o son ilegibles por cualquier circunstancia, como suele suceder en el país, el Lidar no las detectará, con el consabido peligro de no saber a qué velocidad transitar o si se aproxima una intersección o una curva, por poner solo unos ejemplos.
-Comunicación con otros vehículos: uno de los éxitos de la conducción autónoma es que todos los actores de la vía estén comunicados entre sí, especialmente autos con autos, para que cada uno de los vehículos sepa dónde está el otro, por dónde se mueve, las distancias y los tamaños. Para ello, se necesita una red wifi lo suficientemente robusta para no perder señal de internet, algo fundamental para las mediciones instantáneas que hace cada máquina, especialmente el GPS, que es el sistema de ubicación que se utiliza.
En ciudades puede que el problema sea fácil de solventar, pero en lugares alejados o en el campo abierto, es complicada la cobertura y sin esta alimentación muchos sistemas dejan de funcionar y el carro no será capaz de orientarse debidamente, inutilizándolo en estas circunstancias.
Se ve entonces lejano el día en que podamos convivir con autos que piensan y se mueven por sí mismos, sobre todo en países en vía de desarrollo como el nuestro, donde falta mucho por fortalecer la infraestructura y la normatividad para esta nueva forma de movernos