El sueño de la inmortalidad no deja de cavilar en la mente humana. ¿Vivir 100, 120 o 150 años podría ser un nuevo máximo para buena parte de los humanos, si se dieran las condiciones adecuadas para conquistar esa meta?
Los centenarios que han pasado de los 100 tienen su fórmula, no siempre la más ortodoxa de acuerdo con lo que ha avanzado el conocimiento y la medicina.
Una mujer que llegó a los 104 años se lo atribuye a ingerir tres gaseosas Pepper al día, mientras que el hombre más viejo de Estados Unidos, según un reporte de The New York Times, llegó a los 112 años fumando 12 cigarrillos diarios.
No es nada: Jeanne Louise Calment, la francesa que vivió hasta los 122, fumó dos cigarrillos diarios hasta los 119 años y dejó de hacerlo porque no era capaz de encenderlos.
¿Está la clave en el tabaco o en el alcohol como dicen otros? Lógico que no, pero el asunto pone de manifiesto que si hoy se vive más allá de los 100 es por factores que no se conocen bien.
Tal parece que para alcanzar los 70 y 80 años, tener un estilo de vida saludable es fundamental, como la dieta adecuada, el ejercicio, el buen dormir y no abusar de ciertas sustancias, pero después de esa edad lo que influiría sería la genética.
En los últimos dos años, estudios muy difundidos por la prensa de todo el mundo reavivaron la controversia acerca de cuánto pueden vivir los humanos: si existe un límite para la vida. Y mientras unos concluyeron que sí, otros que no.
Un tema que tiene demasiadas variantes en juego
Investigaciones sugieren que entre los 30 y 80 años la probabilidad de morir se dobla cada ocho años y lo que pasa después no está claro. La tendencia estadística revela además que cada década aumenta un año la longevidad por los avances médicos y la calidad de vida. Hasta cuándo, tampoco se sabe.
El caso es que desde comienzos de 1900 la expectativa de vida en el planeta se ha más que doblado.
En la lista de supercentenarios que se encuentran en internet figuran hoy apenas 21 personas mayores de 105 años, de nacionalidades diversas.
De 117 años y 260 días falleció en abril 22 de este año el japonés Nabi Tajima, quien ostentaba la mayor longevidad. Hoy es el chino Qin Hanzhang, nacido el 19 de febrero de 1908: 110 años y 231 días.
Como que sí, pero no
En el primero de aquellos estudios citados, en 2016, publicado en Nature, las conclusiones sugirieron que el límite superior de la vida estaba en los 115 años, máximo 125, y una prueba más era el caso de la francesa Calment, que murió en ese rango.
En junio pasado, otra investigación en la revista Science, con una base mayor de población, aunque solo de Italia, realizada por un equipo encabezado por Elisabetta Barbi de la Universidad Sapienza y Francesco Lagona de la Universidad de Roma Tre, sugiere que mientras más se viva, las chances de morir disminuyen: a los 110 años parece haber un estancamiento sostenido. De ser así, la vida podría ir más allá de los 125 años. En verdad, mucho más.
El estudio revela que una mujer de 90 años tiene una probabilidad de 15 % de morir al año siguiente y unos 6 años más por vivir. A los 95, la probabilidad de morir al año siguiente salta a 24 % y a los 105 años se produce otro salto hasta el 50 %.
Luego de eso, para sorpresa, se nivela, incluso pasados los 110. De este modo quien viviera hasta esa edad podría vivir hasta los 115 o 125. O el riesgo de que alguien con esos años muriera antes del próximo cumpleaños sería 50:50.
Encontraron además que los que habían nacido más tarde tenían una menor tasa de mortalidad.
Eso lo dice la estadística, con el análisis de 3.836 italianos que llegaron al menos a los 105 años entre 2009 y 2015 y de los cuales se confirmó su certificado de defunción para asegurar credibilidad en la información analizada.
Hoy en el mundo hay alrededor de 500.000 personas con 100 o más años y se estima que cada década se doblará la cantidad. Si la probabilidad de muerte del 50:50 se mantiene, el club de los 100 tendría cada década al miembro más viejo viviendo en promedio un año más, según Joop de Beer, investigador sobre longevidad en el Instituto Demográfico Interdisciplinario en Países Bajos.
Un tiempo para morir
Fueron el genetista Jan Vijg y colegas de la Escuela de Medicina Albert Einstein en Nueva York quienes con su investigación de 2016 en la revista Nature volvieron a poner en discusión el tema del límite de la vida humana.
Analizaron las edades de muerte de las personas más viejas del planeta en más de 50 años y así, estimaron que el techo de la longevidad estaba entre los 115 y 125 años.
Entre otras argumentaron que desde mediados de los 90 ha habido muy poco progreso en expandir los años de vida, llegando entonces al límite.
Desde entonces, distintos expertos cuestionaron los métodos estadísticos seguidos por Vijg y colegas.
Barbi y Lagona rastrearon las trayectorias de supervivencia un año tras otro en una población uniforme, la italiana, que tiene un buen número de centenarios.
Ken Wachter, demógrafo matemático de la Universidad de California en Berkeley, uno de los coautores, recalca que esta investigación tiene datos estadísticos más sólidos.
“No solo vemos que las tasas de mortalidad no empeoran con la edad, sino que vemos que mejoran con el tiempo”, agrega.
Los datos, de acuerdo con Kenneth Howse, investigador del Instituto de Envejecimiento de la Población en Oxford, son la mejor evidencia de un estancamiento en la mortalidad en los humanos en edades tan avanzadas.
Mas en este tema sobre el cual aún se desconoce tanto no todos están de acuerdo con los diferentes métodos seguidos en los estudios.
Así, Brandon Milholland, coautor del artículo en Nature, cree que el estudio en Science no es muy firme al incluir menos de 100 personas que vivieron hasta 110 o más años y considerar solo siete años de estadísticas.
Y así exista un estancamiento en la mortalidad a edades muy avanzadas, eso no indica que la vida no tenga un límite. De hecho son muy pocas las personas que viven hasta los 105 años o más.
Leonid Gavrilov, citado por Nature, afirma que incluso algunas pequeñas imprecisiones del estudio italiano no lo desvirtúan.
Watcher va más allá al señalar que patrones similares en el ciclo vital al determinado en su investigación se han observado en otros animales, como gusanos y moscas.
Para explicar la edad avanzada a la que llegan algunas personas, científicos recurren a la especulación.
Hora de la reparación
Siegfried Hekimi, genetista de McGill University en Montreal, quien no participó en aquellas investigaciones, explicó que las células en el cuerpo acumulan daños, que solo se reparan parcialmente.
Con el tiempo, todos esos daños derivan en el envejecimiento de los sistemas corporales y en la muerte. Pero es posible, sugiere el investigador, que esas personas que viven tanto envejezcan más despacio y sus cuerpos sean capaces de reparar los daños. Dependería según ello de los genes.
Esto explicaría cómo logran vivir tantos años y ese estancamiento de la mortalidad luego de los 105, 110 años. Entonces habría forma de evitar la muerte y prolongar la vida mucho más. Bajo este escenario, la expectativa de vida seguiría al alza y la persona más vieja del mundo en el año 2300 podría tener 150 años.
Si las probabilidades de morir no aumentan con el tiempo, habría también forma de intervenciones para hacer más lento el proceso de envejecimiento.
En ese sentido Maarten Rozing, investigador de la Universidad de Copenhague, sugiere poco plausible que exista un reloj biológico, como tanto se ha sostenido.
El envejecimiento “ha demostrado que es más susceptible de cambio de lo que se ha supuesto”.
Las señales del cuerpo
No todos están de acuerdo con aquellas ideas y exponen barreras naturales, como Jay Olshansky, biodemógrafo de la Universidad de Chicago en Illinois. Basa sus argumentos en las limitaciones intrínsecas del cuerpo humano. Las células como las neuronas van muriendo a medida que el individuo envejece y no se replican, situación que impone fronteras a la longevidad.
La última palabra no la da ninguno de los dos estudios, que son los que mayor debate han generado en estos años.
Un demógrafo del Instituto Francés de Salud e Investigaciones Médicas, Jean Marie Robine, considera que habría que analizar información de otros países como Francia, Canadá y Japón para confirmar si existe tal estancamiento en la tasa de mortalidad luego de los 110 años.
Una de las dificultades para esta clase de investigaciones es la consecución de información confiable. En no pocas ocasiones la edad es revelada por las mismas personas longevas sin ningún documento que lo compruebe.
Elisabetta Barbi no sabe si habrá un límite vital, pero si existe, sostiene, “no estamos cerca de alcanzarlo”.
Hoy la esperanza de vida promedio del mundo es 79 años y así crezca el número de centenarios, todavía queda mucha vida por conquistar.
La pregunta sigue siendo la misma: ¿hasta cuándo?
Fuentes: LiveScience, Nature, Quora, Science, Smithsonian Institute, The Guardian,
The New York Times .