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La prepotencia del ministro

En las últimas semanas Guillermo A. Jaramillo les ha colgado el teléfono a periodistas o se va cuando lo intentan interrogar sobre algún tema complejo, como la orden que dio su esposa de firmar un contrato.

09 de abril de 2025
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  • La prepotencia del ministro

El caso del ministro de Salud, Guillermo Alfonso Jaramillo es un ejemplo de ese extraño virus que contagia a quienes trabajan cerca de Gustavo Petro: se convierten en seres arrogantes, que no parecen entender lo que significa ostentar un cargo público y le responden con una que otra piedra a los periodistas o simplemente les tiran el teléfono cuando hacen una pregunta que no les gusta.

Así se hizo evidente en el reciente caso del buque hospital del Amazonas. El periodista Daniel Coronell reveló unos audios en los que se oía a la superintendente delegada, Beatriz Gómez, esposa del ministro Jaramillo, pedir en tono altanero a la agente interventora del hospital San Rafael de Leticia y a su asesor jurídico que firmaran “ya” el contrato o si no que presentaran su renuncia.

No valieron los argumentos de los funcionarios quienes explicaban que no se podía firmar porque había cambios en los términos del contrato, entre otros, el valor del proyecto del hospital fluvial que pasó de 55.000 millones de pesos a 73.540 millones, diferencia que no estaba financiada, a lo que se sumaban los gastos para la operación, que tampoco se sabía de dónde iban a salir.

Se nota un afán de tener algo para mostrar, así no funcione. En este caso tener el buque hospital para la foto, como ocurrió con el hospital construido en carpas en El Plateado que al día siguiente de su presentación se inundó. Nada muy distinto de lo ocurrido en la Alcaldía de Bogotá, cuando Petro presentó la máquina tapahuecos portátil, o los botones de pánico y hasta las motos eléctricas por las cuales recientemente condenaron a uno de sus funcionarios. De nada de eso ha quedado rastro.

Como la interventora no firmó el contrato del proyecto a cargo del Ministerio de Salud, Gómez la sacó de manera fulminante.

Qué bueno sería de verdad tener un buque hospital recorriendo el Amazonas, pero de nada sirve la idea si no hay suficiente plata para acondicionarlo. Típico de las historias de Macondo. Colombia no está para más elefantes blancos.

El presidente Petro suele dar mal ejemplo porque ordena hacer cosas, saltándose los conductos regulares y sin tener en cuenta las consecuencias. Con ese beneplácito que da Petro, los funcionarios se creen con derecho a hostigar, a imponer su posición, sin importar si sus actuaciones son legales o no.

Beatriz Gómez habría además incurrido en una falta disciplinaria gravísima, pues presentó hace un año un impedimento por la competencia concurrente de su cargo con el Ministerio de Salud de su esposo. Este impedimento aplicaba para el Hospital San Rafael, pero a Gómez tal vez se le olvidó que ella misma lo presentó o simplemente no le importó.

El presidente Petro, como se ha vuelto costumbre, salió a defender a quien infringe la norma, la esposa del ministro, y es drástico con estos funcionarios que pusieron en riesgo su cargo con tal de cumplir la ley. Para el mandatario la interventora era una funcionaria que quería “dárselas de que pelea con la esposa del ministro y obstaculizó la firma del contrato”.

En las últimas semanas Jaramillo les ha colgado el teléfono a varios periodistas o se va cuando lo intentan interrogar sobre algún tema complejo, como la orden que dio su esposa de firmar el contrato.

Y ojalá fuera solo a los periodistas a los que deja plantados. Jaramillo desacató durante varias semanas un fallo de la Corte Constitucional que le ordenó crear unas mesas de diálogo con representantes del sector para revisar el cálculo de la Unidad de Pago por Capitación (UPC). A pesar de que los gremios del sector pedían un aumento del 16% para este año, el ministro aprobó el 5,36%. Y, al igual que su esposa, echó al equipo técnico que recomendó un aumento entre 10% y 14% en la UPC.

No se puede permitir que se siga imponiendo este estilo altanero y amenazante de funcionarios del Estado. Las personas que trabajan en entidades públicas no dicen no por capricho, ellos saben que después deberán responder ante los entes de control.

Para completar, más allá del caso del buque hospital, no es menor el hecho del nepotismo que la familia Jaramillo Gómez encarna. Hemos visto esposos en otros gobiernos con cargos en el Estado, pero no en el mismo campo, como es el caso de esta pareja. El hijo de ambos, Alejandro, llegó a la dirección de Procolombia en Reino Unido. Y el hermano del ministro, el exsenador Mauricio Jaramillo, tiene varias cuotas políticas en el MinSalud y entidades adscritas..

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