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En un gobierno digno, hace rato Andrés Hernández, el cónsul en México, habría tenido que entregar su cargo. O de repente ni siquiera habría podido llegar a él.
Sonia Cuesta trabajó 26 años en el consulado de Colombia en México. Cada mes ahorraba parte de su salario pensando en su vejez y alcanzó a recoger un poco más de 100 millones de pesos. Y cuando se jubiló, en septiembre del año pasado, feliz fue a sacar su plata para trastearse con ella a Colombia, pero por trámites bancarios le tocó ponerla en la cuenta de Andrés Camilo Hernández, el cónsul, su jefe, el mismo que hasta el sol de hoy no se la ha devuelto.
Esa escandalosa historia la reveló con lujo de detalles El País de España en su edición América.
Mientras la mujer jubilada ha vivido el último año acongojada por perder los ahorros de toda su vida, el cónsul Hernández en alguna ocasión la llamó desde Las Vegas, en donde estaba feliz viendo un concierto de Adele. Eso sí, muy querido él, le dijo que él siempre se acordaba de ella.
Aquí hemos cuestionado en diversas ocasiones la gestión del gobierno de Gustavo Petro, con cifras, con evidencias o con análisis, pero son historias como esta las que dejan al descubierto hasta qué punto puede llegar a degradarse un funcionario o qué tan indigno puede estar siendo el gobierno que nombra este tipo de funcionarios y los defiende.
Y es que Hernández no es un diplomático cualquiera. Es una ficha del presidente Petro, fue su jefe de prensa en la candidatura presidencial de 2018 y su asesor en el Senado.
Tal vez por eso, el Presidente no le ha prestado ni cinco de atención al caso. Por el contrario, ha sostenido a Hernández en el servicio diplomático contra viento y marea, incluso a pesar de que el Consejo de Estado, en un fallo del 14 de marzo, anuló el nombramiento de Hernández porque no cumplía requisitos.
El cónsul, que además tiene una pelea cazada con el embajador de Colombia en México, Moisés Ninco, sigue atornillado. Si no le ha devuelto la plata a la señora Sonia parece más difícil que devuelva el cargo. Y al gobierno en general, y al presidente Petro en particular, los asuntos del gobierno lo tienen sin cuidado, la ley y las normas, por estos tiempos, resbalan en la Casa de Nariño.
En un gobierno digno, hace rato Andrés Hernández habría tenido que entregar su cargo. O de repente ni siquiera habría podido llegar a él.
Hernández se ha defendido diciendo que son deudas entre amigos y que no se la ha podido pagar. Pero la verdad es que no fue un préstamo y que este cónsul que reconoce que se gana un salario de 46 millones de pesos, libres, es decir después de los descuentos, hace rato habría podido pagar la plata con la que abusivamente se ha quedado.
Y este caso no es aislado. Hernández también se le quedó con una plata a una ONG de colombianos en México, y tampoco ha logrado obtener un paz y salvo de la Cancillería por unos gastos, del erario público, que no ha podido justificar. Al parecer es un especialista en eso de quedarse con plata que no es de él.
Luego de que El País lo llamó a preguntarle sobre el caso, el cónsul dijo que ya va a pagar los 80 millones que aún debe. Sin vergüenza.
Este perfil de personajes de difícil presentación parece estarse repitiendo cada vez más en este gobierno. Un embajador en Nicaragua investigado por narcotráfico. Un embajador en la FAO con investigaciones de corrupción a cuestas y sobre todo con denuncias de violencia intrafamiliar. El director del canal de TV público denunciado por su exesposa por maltrato. Por no hablar de lo que han posado de tener diplomas sin tenerlos, y si estiramos más la pita también habría que hablar de la primera dama que se ha dedicado a derrochar el erario público con gastos inoficiosos y frívolos.
Gustavo Petro, desde que era candidato, ha sacado pecho con la promesa de darles una mesada de $500.000 mensuales a los adultos mayores, promesa que luego rebajó a $225.000 pesos, es decir era aumentarles $145.000 a los $80.000 que ya reciben desde hace muchos años. Pero dos años y dos meses después, la promesa se ha quedado a medias, solo le comenzó a dar los $225.000 a los mayores de 80 años desde junio de este año.
Los demás adultos mayores todavía están esperando. Y en el entretanto, entonces, Hernández le quita la plata a una mujer jubilada. ¿Qué parte no entenderá el primer mandatario del atropello y del abuso de poder que está implícito en el proceder de este funcionario de su entraña?
Parodiando a Jorge Negrete: ¡Ay Petro no te rajes!