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Así cayó la reforma

El Congreso no traicionó a Petro, él traicionó su proyecto. Ahora anuncia una consulta popular. Hay quienes creen que le servirá para cohesionar a sus bases, sin embargo, su gobierno ha sido tan flojo, que difícilmente volverá a convencer a las clases medias.

12 de marzo de 2025
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  • Así cayó la reforma

Hay un momento en toda tragedia política en el que el protagonista, cegado por la ambición, cruza una línea de la que no puede regresar. Gustavo Petro hizo esa apuesta el 3 de febrero de 2025, en aquel histórico Consejo de Ministros televisado, cuando en frente de todo el país sacrificó el alma de su proyecto político y decidió venderla a la más vieja de las tentaciones: el pragmatismo sin principios.

Petro, sin mostrar escrúpulo alguno, impuso al muy cuestionado Armando Benedetti sobre varios ministros que por convicción, no por interés, se habían sumado a su gobierno.

La escena se convirtió en una de las más elocuentes y simbólicas de la política moderna en Colombia: su gabinete casi en pleno, y ante el país entero que seguía los pormenores por televisión, le imploraba no apostarle a Benedetti, empezando por la vicepresidenta Francia Márquez y pasando por ministros reconocidos por sus convicciones de izquierda. Pero Petro, con la arrogancia que lo caracteriza, uno a uno los fue acusando de oportunistas y egocéntricos. Fue aún más lejos, hizo una gran purga en su gabinete.

Si bien cualquiera puede tener discrepancias con personajes como Susana Muhamad, Gloria Inés Ramírez o Juan David Correa, ministros cuyas cabezas cayeron tras ese letal reality, nadie dudaría de la coherencia de sus convicciones y principios.

Desde ese mismo instante, su gobierno comenzó a desplomarse. Y el hundimiento de la reforma laboral ayer en la Comisión Séptima del Senado es solo una evidencia de ese desmoronamiento. De sus tres reformas prioritarias en el Congreso de la República, la laboral siempre fue la que más opciones tuvo de ser aprobada. Pero ayer en un giro sorpresivo el gobierno fue derrotado. El país no es bobo. Los congresistas tampoco. Y por mucha mermelada que ofrezcan no van a servirle en bandeja de plata reformas ya sin alma, lideradas por Benedetti.

El texto de la reforma laboral tenía puntos positivos y otros no tan buenos. Incluso los sindicatos se habían mostrado divididos. De un lado, aplaudían la reducción de la jornada laboral nocturna y el aumento del pago de horas extras y dominicales. Pero por otro lado, cuestionaban el impacto que tendría la reforma en la generación de empleo por el aumento de los costos laborales. En el fondo, se planteaba que era una reforma que favorecía más a los trabajadores formales (casi el 40%) en detrimento de los informales (casi el 60%).

Tras la caída de la reforma, el presidente Gustavo Petro reaccionó de inmediato catalogando a los senadores que votaron en favor del archivo como “traidores” y finalmente anunció que convocaría a una consulta popular. Una de las senadoras que con su voto contribuyó a tumbar la ley, la antioqueña Berenice Bedoya le respondió con una verdad demoledora: “Los fracasos de sus reformas son producto de la improvisación y la falta de diligencia de su equipo de gobierno”. Y de paso le recordó a Petro que ella no era ninguna traidora sino una campesina que “desde niña ha sufrido la pobreza y la violencia, y durante toda mi trayectoria he luchado contra la desigualdad”.

Petro pensó equivocadamente que podía entregarle el control de su gobierno a los arquitectos del clientelismo. No fue el Congreso el que traicionó a Petro. Fue Petro quien traicionó a su propio proyecto. No hay atajos en la política cuando se quiere transformar un país.

Lo que viene ahora es una incógnita. Petro anuncia que convocará a una consulta popular. Hay quienes creen que este episodio le servirá para cabalgar de nuevo sobre una narrativa que le puede permitir cohesionar a sus bases que han estado dispersas. Y eso puede ocurrir. Sin embargo, su gobierno ha sido tan flojo, que difícilmente volverá a convencer a las clases medias con un nuevo ‘estallido’ social.

La coherencia, señor Presidente, es la base de cualquier proyecto político que aspire a transformar una sociedad.

De todas maneras nada se puede descartar. El aparato de propaganda que ha montado el gobierno, y el dinero que le destina a crear medias verdades sobre las reformas, podrían también convertirse en un salvavidas para su moribundo gobierno.

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