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Soy un ser humano musical. Me encanta despertarme, hacer el primer café, ir al gimnasio, caminar, conducir, bañarme, trabajar, dormir y hacer toda mi vida con música. Es mi alimento. Por eso, con los años, y luego de resistirme a lo digital, Spotify se ha convertido en un aliado en este compromiso. Pues aunque tengo una cantidad responsable de discos compactos, vinilos y casetes, con las plataformas digitales musicales, el sueño de todo melómano se hizo realidad, encontrar a un click de distancia los discos y las canciones más remotas, el material que siempre soñamos tener y a un precio bastante razonable.
Con esto, no quiero decir que ese romance del que todos hablan se haya perdido. Está vital, goza de buena salud. Los discos siguen girando, el mercado del vinilo crece y cada vez los artistas se empeñan en materializar sus producciones en este formato. Hasta ahí todo está bien. Sin embargo no hay que negarlo, Spotify es una gran herramienta para los que usamos la música como compañía en todo momento.
Con todo esto quiero llegar al punto importante del texto. La nueva función DJ de Spotify, que se inauguró en el año 2023. Esta es una característica diseñada para personalizar la experiencia musical del usuario mediante un asistente de inteligencia artificial que mezcla canciones y ofrece comentarios sobre las pistas.
Y sí, no sólo reproduce música, sino que también habla y proporciona información histórica sobre las canciones, artistas y géneros. Esta función está diseñada para simular la experiencia de tener un DJ en la radio, pero de forma más personalizada, o bueno, la personalización es que se basa en un algoritmo para proponerte tandas musicales y te saluda por el nombre. Nada más allá de eso.
Me resistí por varios meses a darle click. Me asusta el algoritmo y que lo digital se trague la humanidad, hasta el punto de no tener criterio para escoger nuestras propias canciones o la emisora que nos gusta y nos acompaña. Sin embargo, hace dos semanas empecé a probar esa función.
“Hola Diego, soy Livi, tu DJ en esta mañana, te saludo con el más grande abrazo virtual y te doy la bienvenida a las más hermosas melodías...” me dijo mientras me presentaba una tanda de música que efectivamente tenía que ver conmigo.
Luego, algunos datos de fechas y nombres, y ya.
He hecho el ejercicio de escuchar este asistente por dos semanas, he puesto a prueba el algoritmo. Nada falla. Incluso, pronostica la música según el estado del tiempo de mi ciudad.
Pero nada, absolutamente nada se compara con tener a una persona, un ser humano proponiendo canciones, hablando de ellas, contando sus propias experiencias, errando en una consola y siendo vulnerable ante la felicidad y la tristeza. El corazón es el instrumento que ningún sistema algorítmico podrá superar.
Estuvo bien la experiencia de probar la nueva función, pero la música no es solo eso. A ese deejay le hace falta corazón.