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Periodista y editor de textos

Ortografía para todos: ¿El idioma inglés invadió al español? (II), una historia muy rápida del español

23 de octubre de 2024
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La semana pasada les eché un cuento, espero que no muy aburridor, sobre la historia del español, porque la historia sirve para demostrar que no somos únicos, que no caímos de un árbol y salimos tal y como hoy somos. El español, o castellano, no es un idioma que alguien se inventó de la nada. Ningún idioma fue inventado así nomás, como caído de un palo. Ninguna de las lenguas grandes, y digo grandes por la cantidad de gentes que las hablan, llegaron al siglo XXI sin encontrarse con otras lenguas de viejas culturas con las cuales se cruzaron para comerciar o para pelear.

Sigo. Las lenguas más “jóvenes” también alimentaron al español. Y digo jóvenes en comparación con las lenguas viejas de las que les hablé. Primero, las lenguas hermanas, las lenguas romances, las otras hijas del latín, del latín vulgar: francés, italiano, portugués, catalán, dialectos y lenguas de la diversa España... Segundo, las lenguas de las gentes que estaban aquí, en este continente occidental llamado Indias Occidentales y después América: las lenguas amerindias, aborígenes, las de nuestros más antiguos ancestros.

Déjenme hacer un paréntesis. La primera palabra de aquí que conocieron en España fue canoa (la que sirve para navegar en un río, no la de los techos). Aunque hay expertos que refutan este dato, la historia es buena y aceptada por una sana mayoría de conocedores: Colón les contó a los reyes, Isabel y Fernando, que la gente de aquí usaba unas embarcaciones parecidas a las almadías y que las llamaban canoas. Fue lo que Colón entendió en una lengua que no entendía.

Tercero, porque venía en orden, el inglés, la influencia del idioma inglés sobre el idioma castellano. Voy a decir una bobada: la palabra gringa usada aquí que más curiosidad me causa es man. No he podido hallar alguna presunta explicación, una explicación específica, sobre por qué usamos tanto la palabra man, tan bien adaptada que le aplicamos sin problema alguno un plural tipo castellano: manes. Y ustedes saben que el plural original es men.

Pero man es medio ochentera, es parlache. La comunicación por chat, que borró las fronteras y el tiempo, los aparatos y el internet, incluyan aquí las redes sociales, han traído una ola de anglicismos desde finales de los 90. La misma chat, internet, software. Pero mucho antes mis papás ya decían lompley (long play, LP) y desde hace mucho más atrás decimos coctel (de cock-tail, que traduce cola de gallo) o fútbol (football, pie y balón).

De los anglicismos de la última ola, la tecnológica, hay uno que me gusta mucho: wasap, o guasap, con su verbo wasapear/guasapear. Y varios me chocan, no se lo niego a ustedes: vamos a tomar un brake, somos un referente en catering, necesito que hagas unas slide para tu ponencia. Prefiero decir Vamos a tomar un descanso; Somos un referente en servicio de alimentación/banquetes (aunque acepto que dicho así quizá nadie lo entienda y se cague el negocio); Necesito que hagas unas diapositivas para tu ponencia.

El idioma nace en la calle, y en el mundo virtual. Nada lo detiene.

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