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Jon Watts, el director que hizo un trabajo admirable en las tres últimas entregas de “Spiderman”, tenía 13 años cuando vio “Pulp fiction”. Las películas que vemos a esa edad nos marcan para siempre y es más que probable que el personaje que encarnaba Harvey Keitel en el clásico de Quentin Tarantino, un “arreglador” de entuertos para la mafia al que llamaban “The wolf” haya sido la inspiración para “Lobos”, su película más reciente, que puede verse en AppleTV desde el viernes pasado.
“Wolfs” (su título en inglés) cuenta la historia de dos viejos lobos solitarios, obligados a trabajar juntos cuando son llamados por separado para realizar la misma tarea: deshacerse del cadáver de un muchacho que ha terminado muerto en la habitación de un hotel de lujo en New York antes de tener sexo con la fiscal de distrito, que necesita que nadie se entere para no estropear su carrera. Es un argumento más o menos interesante, que termina siendo distribuido por el gigante tecnológico de la manzana, después de una lucha de chequeras entre las principales plataformas de streaming, gracias a que es protagonizada por dos de las estrellas más carismáticas de Hollywood: George Clooney y Brad Pitt.
Watts entiende, como casi nunca lo hemos entendido en Colombia, el poder de atracción que ejercen las estrellas. Una historia así, sin demasiada osadía creativa, nos interesa más como público porque ya hemos visto de lo que son capaces Clooney y Pitt cuando están juntos. Les celebramos esa misma actitud de compinchería y graciosa competencia en las tres películas en que fueron Danny Ocean y su amigo Rusty Ryan. La primera fue hace casi un cuarto de siglo y sin embargo sigue ahí, intacta, la química de dos actores atractivos, amigos entre sí en la vida real, a los que se les nota que se divierten intercambiando frases de dupla cómica, como si fueran Jack Lemmon y Walter Matthau en “Grumpy old men”, aunque los diálogos no siempre estén a la altura de su encanto.
El que sí está a la altura es Austin Abrams, quien se luce en sus apariciones, creando la mayor conexión emocional de la película, pues todos, incluso los lobos, nos preocuparemos por su suerte, gracias a esa mezcla de ingenuidad y valentía irracional que le imprime a su personaje. Con eso y un par de canciones puestas para el deleite de los mayores de cuarenta en puntos estratégicos, hay suficiente para que “Wolfs” sea un divertimento muy agradable y entretenido, que no regala más de lo que promete, pero que nos entrega exactamente lo que señalamos en el menú.
La influencia de “Pulp fiction” no acaba en el oficio de los personajes o en la repentina entrada de un mafioso exótico a la historia. “Wolfs” termina donde aquella empezaba, con su pareja de personajes en la misma actitud de “a todo o nada”. No hay que preocuparse por la suerte de los lobos. Ya lo decía una gran valla que alcanzamos a leer al comienzo de la película: “Grandes cosas vendrán”. Por lo visto, es un mensaje de Clooney, Pitt y Watts, refiriéndose a la secuela.