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Crónicas de un Fan Fatal: todo el odio para una banda exitosa

21 de febrero de 2025
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  • Crónicas de un Fan Fatal: todo el odio para una banda exitosa

Hace unos días, Maná fue nominada al Rock & Roll Hall of Fame, convirtiéndose en la primera banda de habla hispana en formar parte de la lista de candidatos. Años atrás, en 2016, el grupo mexicano-estadounidense de rock chicano Los Lobos también fue nominado. Pero el logro de Maná es completamente latino.

Históricamente, tres artistas latinos que grabaron principalmente en inglés fueron incorporados al Salón de la Fama del Rock: Santana (1998), Ritchie Valens (2001) y Linda Ronstadt (2014). Entre los 14 nominados de esta edición encontramos a Oasis, OutKast, Phish, Soundgarden, Bad Company, The Black Crowes, Mariah Carey, Chubby Checker, Joe Cocker, Billy Idol, Joy Division/New Order, Cyndi Lauper, The White Stripes y, por supuesto, Maná. Esto ha generado todo tipo de comentarios en redes sociales, y un odio desbordado ha atacado el trabajo de la banda mexicana.

Hablemos de ello sin pasiones.

No soy fan de Maná. No reproduzco sus canciones en mi casa, ni en mi carro, ni en los encuentros con mis amigos. Y solo por eso, no voy a salir a destilar odio. Más bien, quiero revisar la importancia histórica, comercial y de impacto de la banda.

Lo primero es que Maná es una banda que, desde su sonoridad, tiene una propuesta bien construida con un claro desarrollo musical, fusionando rock y pop con lo latino. Y cuando hablamos de “lo latino”, no estamos excluyendo la tradición rockera. Que su rock sea inocente e indefenso, no significa que no sea rock. Los arreglos de sus guitarras son increíbles, las voces se quedan en la memoria durante días, el bajo es creativo, más allá de ser un gran colchón melódico y armónico que sostiene todo, y las baterías de Maná son las baterías que cualquier banda de rock en el mundo envidiaría. Es decir, la música de Maná no es necesariamente el tema de discusión. Cualquier músico profesional podría reconocerlo. Una cosa son los gustos, y otra, la técnica musical.

Los que han ido a sus conciertos pueden ratificarlo: es uno de los shows más sólidos y sorprendentes de bandas latinas actuales. Las canciones de Maná son piezas que se han incrustado, estadísticamente, en la memoria de dos generaciones y media, y muchos crecieron con ellas. Eso ya es un dato importante para hablar de la merecida nominación. Otra cosa es que las escuchamos tanto, en tantos lugares, en fiestas de quince años, bodas y radios comerciales, que se convirtieron en un paisaje a veces odioso. Y ese, más que un problema de la banda y sus canciones, es un problema nuestro.

Fue el primer concierto de muchos y se convirtió en el puente para que conociéramos el panorama musical latino. Es probable que de Maná hayamos saltado a Fabulosos Cadillacs, Soda Stereo, Café Tacvba, Charly García, Miguel Mateos, Aterciopelados, Prisioneros o Andrés Calamaro. Por eso es una banda que tiene que existir, y a la cual le debemos ese adorable puente, como diría Cerati.

Y aunque fanáticos y bandas deberían agradecer esa conexión con el público, muchos la odian simplemente por su éxito. Y sí, al árbol que más frutos da, es al que más piedras le tiran.

Es una banda con valores. Atacaron cuando tuvieron que darle la espalda al gobierno estadounidense y a su dinámica xenófoba contra los migrantes. Rompieron relaciones con Nicky Jam, argumentando que no trabajan con racistas debido a la filiación del reguetonero con Donald Trump. Le pidieron expresamente a Barack Obama una reforma migratoria que tratara con dignidad a los latinos. Tuvieron una conexión durante años con las dinámicas del régimen zapatista. Este tipo de acciones son más rockeras que hacer rock puro o ser rudos frente al escenario.

Por eso, Maná es una banda que tiene que existir, una banda que abre puertas y que es necesaria. En poco tiempo cumplirán 40 años de trayectoria ininterrumpida haciendo discos, conciertos y canciones, y eso ya es un motivo de fuerza para una nominación. Y aquí no se trata de decir quién merecía más el título. Ya no están nominados, por más que nos guste Soda Stereo, Prisioneros, Fito Páez o Charly García.

Sé que este texto generará el mismo odio que emana cuando se menciona a Maná en ciertos círculos musicales, pero, en esta ocasión: “No me importa lo que piense la gente de mí...”. Tómate el tiempo de escuchar, libérate de prejuicios y gustos, y revisa el camino de Maná. Seguro encontrarás motivos no para aplaudirlos, pero al menos para no boicotear un camino meritorio.

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