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Jugar por jugar

Creo que lo importante no es participar, ni tampoco ganar. Lo importante es que te entregues a la actividad que estés realizando de tal manera que el disfrute pleno te haga fluir y anule la presión por obtener la victoria.

28 de julio de 2024
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Por Sara Jaramillo Klinkert - @sarimillo

Ser la única mujer entre cuatro hermanos hombres me hizo crecer llena de retos físicos y, al mismo tiempo, llena de frustraciones por no siempre ser capaz de superarlos. Pasarme una piscina olímpica por debajo del agua fue uno de ellos. Vine a lograrlo hace poco, pero no sé si cuenta porque nadie estuvo allí para presenciarlo. Ese día, mientras regresaba a casa saboreando mi pequeña victoria, recordé a un colega escritor llamado Jorge Corrales a quien una vez le dio por apuntarse a clases de ping pong. No tardó en darse cuenta de que todos los demás alumnos eran niños que jugaban muy bien y estaban ansiosos por aniquilarlo. Él, por su parte, lo único que quería era pasar la pelota de un lado a otro de la mesa, pasarla sin pretensión alguna, sin buscar ganar el punto, pelotear por el simple hecho de pelotear. «Cuando eso sucede, mi cuerpo se deja llevar y mi mente desaparece. Entro en un estado de concentración donde sólo hay movimiento, allí desaparecen las tareas del día a día, la ansiedad, el miedo», escribió. Lo más curioso de todo es que, sin proponérselo, comenzó a derrotar a sus compañeros de clase. Tras analizar la situación concluyó que los niños estaban desesperados por ganar y eso, paradójicamente, era lo que los hacía perder.

Poco después recordé la historia de George Foreman, excampeón de los pesos pesados, quien había estado por fuera de los cuadriláteros durante una década entera en la que se convirtió en predicador de una secta cristiana conservadora. Su afición a la comida lo había hecho ganar más de veinte kilos, sin embargo, cuando sus seguidores menos lo esperaban, anunció que iba a combatir de nuevo contra un prestigioso peso pesado doce años más joven. Para sorpresa de todos lo derrotó en el primer asalto. Al final de la pelea un periodista televisivo especuló si la actitud despreocupada de George había tenido algo que ver con la causa de la victoria. «Ahora cada pelea no es de vida o muerte—dijo—, él ya no tiene que demostrar lo que demostró en el pasado». George, en efecto, estaba tan despreocupado que declaró: «Todos estos jovencitos se esfuerzan por cargarse al viejo y yo, sin esfuerzo alguno, puedo aniquilarlos a ellos». Ni siquiera quiso quedarse a la celebración porque, según él, «tienen comida estupenda por aquí y no vine a Europa a sacrificarme. Vine a comer».

Yo, que fui muy deportista, acepto que cuando el entrenador nos decía antes de un partido que lo importante no era jugar sino participar, me parecía que nos estaba preparando para una eventual derrota. Vine a entender todo tras mi pequeño triunfo acuático. Creo que lo importante no es participar, ni tampoco ganar. Lo importante es que te entregues a la actividad que estés realizando de tal manera que el disfrute pleno te haga fluir y anule la presión por obtener la victoria. «Jugar a ganar es un contrasentido— escribió Corrales—. En el ping pong y en la vida solo hay una forma de triunfar: aprender a jugar por jugar». Aplica para el boxeo, la natación y, por supuesto, la escritura.

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