Pico y Placa Medellín
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Por Diego Fernando Gómez - opinion@elcolombiano.com.co
Las investigaciones sobre el desarrollo económico, en la última década, han encontrado que empresarios e instituciones son los factores determinantes para que una sociedad innove y se trasforme. Medellín es un buen ejemplo de esto y debe ser consciente de ello para saber que desde esta base, debe seguir construyendo. A comienzos de los noventa el Estudio Monitor sobre la competitividad de las ciudades colombianas se centró en los determinantes geográficos. Medellín, Manizales y Bucaramanga salían mal calificadas, otras eran las ciudades “del Futuro”. El estudio sí destacó un elemento encontrado en ellas. Su capital institucional. Sobre esa base estas ciudades se convirtieron en las últimas dos décadas en las de mejor desempeño en el país.
Los precedentes del capital humano e institucional en Medellín son importantes. Mon y Velarde describió la sociedad a la que llegó como una de perezosos, bebedores y jugadores de azar. Alberto Mayor en el libro de investigación “Ética, trabajo y productividad en Antioquia” buscó explicar por qué ahora éramos ejemplo exactamente de lo contrario y la mayor parte de los gerentes en Colombia a comienzos de los 70 eran de Medellín. Su respuesta fue la construcción de capital humano, en la Facultad de Minas (1881), y capital institucional, con la Sociedad de Mejoras Públicas (1898), Cámara de Comercio (1904), y la Sociedad Antioqueña de Ingenieros (1913).
Hablamos mucho de la “Colonización Antioqueña” pero poco del proceso de progresiva reversión de la emigración que tenemos desde hace ya más de un siglo. En la investigación de Sandra Ramírez “Cuando Antioquia se volvió Medellín, 1905-1950. Los perfiles de la inmigración pueblerina hacia Medellín” se muestra y explica cómo los jóvenes eran enviados a Medellín para que estudiaran en las universidades. En ese mismo periodo se crearon empresas e instituciones colectivas (Capital Social) como la Empresa de Energía, la Federación Colombiana de Cafeteros y la ANDI. Medellín es capital humano, y desde este capital social e instituciones estamos formando gente, pero no al ritmo y la profundidad debida (ver Gráfico). Los niveles de formación en ciudades avanzadas son del 60% o más para toda la población. Mejoramos con respecto a 2007, pero más de la mitad de la población está por debajo del nivel requerido.