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La política del espectáculo

hace 4 horas
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  • La política del espectáculo

Por Fanny Wancier Karfinkiel - fannywancier7@gmail.com

Derivado de entretener o “tener entre”, verbo que hace referencia a la pausa en el trabajo, el entretenimiento fue utilizado en inglés en el siglo XVI bajo la forma de entertainment.

Su historia ha evolucionado desde la Antigüedad a través del arte rupestre, los relatos orales, el teatro trágico y cómico, los instrumentos musicales primitivos, los juegos olímpicos y la lucha de gladiadores. Luego en la Edad Media y el Renacimiento con espectáculos callejeros, el teatro religioso y profano, acrobacias, poesía y juegos de mesa. Siguió desarrollándose en los siglos 17 a 19 con la ópera, el ballet, la literatura masiva, la fotografía, el cine y la revolución visual del daguerrotipo y el cinematógrafo de Lumiére, hasta llegar a los siglos 20 y 21 con la revolución tecnológica de los medios masivos como la prensa, la radio, el cine, la televisión, grabaciones, videojuegos, el Internet, las redes sociales, el entretenimiento interactivo y la inteligencia artificial. No es nuevo que el entertainment se haya vinculado con la política. “Pan y circo” fue una expresión peyorativa que utilizó el poeta latino Juvenal (100 d.C) para criticar a la población de la antigua Roma por su pasividad frente al alimento y los espectáculos de baja calidad que recibían del gobierno con el fin de distraerla de los asuntos públicos importantes.

Actualmente de manera sensacionalista e insustancial, sin mediación alguna de la capacidad de pensar del usuario y valiéndose de técnicas de la cultura de masas, la política como espectáculo o polientertainment -acrónimo compuesto por las palabras política y entertainment- se repite ya no repartiendo alimentos de baja calidad sino simplificando, aligerando y distorsionando la información de temas políticos complejos. Vale la pena nombrar algunos mecanismos psicológicos que inciden en este juego:

Desplazamiento: el polientretenimiento se expresa en el uso y abuso de plataformas como X, Instagram, Tik Tok, YouTube, la radio y la TV, cuando se desplaza la emoción hacia objetivos más amenazantes que el original. Por ejemplo, cuando Petro aterroriza a la población asegurando que “Bogotá se quedó sin agua” en lugar de revelar su intención de desprestigiar al alcalde.

Negación: al rechazar una realidad inaceptable como la crisis humanitaria en el Catatumbo y, negando su incapacidad de gobernar, se victimiza desacreditando a los demás. “He fallado en creer mucho en la gente que me rodea, en creer que puedo hacer una revolución gobernando”. Así mismo, cuando algunos niegan el enorme sufrimiento ajeno apelando a remedios banales como construir la “Riviera del Oriente Medio en Gaza”.

Racionalización: cuando Petro, apelando a una imagen de cultivos de aguacates en Brasil, utiliza explicaciones lógicas pero falsas y convierte una zona del país con un fuerte conflicto armado en un espacio de producción de aguacates.

Emulando a Unamuno que “buscaba fantasías para no morir de realidad”, en este crudo mundo es necesario distraerse, observar su lado amable. Sin embargo, con herramientas diseñadas para desinformar el camino se torna largo, lleno de espinas, engaños y exageraciones. Astutamente culebrero.

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