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Pasadas las doce cabañuelas e iniciado el año normal en este día 13, lo más oportuno es renovar el compromiso de realizar el mejor propósito personal. Ya vendrá otra oportunidad columnística para interpretar un acontecimiento actual como la astuta posesión de Maduro y la candidez de los llamados demócratas. El dictador venezolano, fiel autócrata y como vive en son de guerra y amparado en la fuerza, actúa con táctica y estrategia y les sale adelante a todos los cándidos opositores internos y externos con la maniobra de adelantar la reasunción del mando. Vuelvo al asunto del mejor propósito. El mío consiste en seguir trabajando por el buen decir, el buen leer y el buen escribir.
El grave y progresivo deterioro de las relaciones entre los hombres civilizados se explica en gran parte por la llamada invalidez del habla. El idioma se desvaloriza. Se degrada. No se usan las palabras para aproximarse a los valores primordiales de la verdad, la belleza y la bondad, sino por lo regular todo lo contrario. Hablar, leer y escribir se vuelven medios para agudizar conflictos, profundizar confrontaciones, instituir la mentira, violar conceptos y normas de estética y auspiciar la maldad. El vocabulario soez e insultante, la imposición de giros, modos y locuciones inapropiados son sólo algunos de los signos de ese retroceso hacia épocas remotas en que apenas estaba inventándose el idioma como el medio capital de expresión del homo sapiens.
En clases e intervenciones docentes he tenido respuestas muy positivas a las exhortaciones que les hago a los alumnos para cultivar eso, el buen decir, el buen leer y el buen escribir, como distintivos esenciales de la dignidad personal. El mal uso del lenguaje, de un idioma encantador como el nuestro, es un modo de irresponsabilidad, de rebaja de la autoestima y de acercamiento a la irracionalidad primitiva. Así como el problema es alarmante en una sociedad confusa, caótica y dominada por la malicia, la mala fe, la picardía y la precariedad expresiva, también la solución es tan sencilla, elemental, que bastan algunos grados de convicción, disciplina y constancia para aprender cada día un vocablo nuevo, navegar por los mares fascinantes del idioma y no sentir vergüenza de manifestar ideas, emociones y sentimientos con las palabras apropiadas y con respeto por los interlocutores.
Ese propósito del buen decir, el buen leer y el buen escribir es digno, justo, equitativo y saludable continuarlo mediante un servicio asumido como una suerte de devoción, permítanme hacer la cuña, en el Consultorio del Idioma, el microprograma que se transmite desde hace como veinte años por Radio Bolivariana y la sección de Hablemos bien en Cuartillas, de Radio Cipa Estéreo. Son dos medios de culto y cultivo del idioma como lo que nos acredita y nos hace útiles en la sociedad. Es del caso insistir en estos días iniciales de 2025, el buen decir, con sus concordantes buen leer y buen escribir, forma un propósito útil y altruista.
