Pico y Placa Medellín
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Nuestra bella ciudad cumple 350 años y tal vez pocos lo saben. Así somos: sentimos un amor particular por esta tierra y defendemos nuestro orgullo con pasión, pero desconocemos su historia, su geografía, sus barrios y sus procesos. He ahí una primera reflexión necesaria en nuestro cumpleaños.
Sabemos que la alcaldía prepara una celebración en el segundo semestre de este año, seguramente alrededor del 2 de noviembre (fecha oficial del aniversario) y que conformó una mesa institucional de trabajo para ello. Espero que a esta mesa sean invitadas también entidades y organizaciones no oficiales que tienen mucho por aportar y a las cuales les debemos un reconocimiento importante por sus aportes y su resistencia en la consolidación de esta urbe compleja y querida.
Algunos decidimos no esperar. La Fiesta del Parque del Poblado, que empieza a convertirse en una nueva tradición de la ciudad, convocó a los amantes de Medellín en una celebración alrededor del arte y la cultura, del festejo del talento local y la diversidad de identidades que conviven en este bello valle. Entre pintores, bailarines y músicos, cuenteros, artesanos y curiosos, nos juntamos para empezar desde ya el festejo de un cumpleaños que debería marcar un nuevo hito en nuestra historia.
No sólo bailamos, también reflexionamos. Estuvimos de acuerdo en la necesidad de conocer y enseñar más a Medellín: su historia, su gente y sus protagonistas, sus problemas, sus expresiones culturales y su naturaleza. Más importante aún, miramos hacia el futuro: abordamos la necesidad de renovar nuestro pacto social local, de revisar nuestras prioridades, de alcanzar nuevos acuerdos sobre civismo, de reconocer nuestras nuevas identidades y de construir colectivamente una nueva “Cultura Medellín” con la cual nos sintamos identificados y que debería permitirnos convertir nuestro orgullo paisa en una sinergia transformadora que vaya más allá de la vanidad.
Se esbozó la idea de que nuestra ciudad vive una crisis, “la crisis de los 350”, y que ésta debería servirnos para salir mejorados y revitalizados. Debemos aprovecharla para conversar más, para reflexionar serenamente y proyectar entre todos la ciudad que queremos ver en los próximos cincuenta años. Una ciudad sostenida en el amor por su tierra y sus habitantes; una urbe caracterizada por la solidaridad y el trabajo honesto; una metrópoli donde el progreso sea una constante y este se refleje en obras, empresas y espectáculos, pero también en la superación de problemas crónicos de inequidad, contaminación e ilegalidad; una Medellín que camine las próximas décadas con la frente en alto, la conciencia tranquila y la convicción de que puede ser mucho mejor.
No esperemos, empecemos a celebrar y a reflexionar.
