En una pequeña colina junto a la autopista y bajo la malla de sombra en los cultivos de Orquifollajes, en Copacabana, a cincuenta minutos del centro de Medellín, el sol de la mañana abraza miles de orquídeas, mientras Francisco Villegas mira cada planta como si fueran viejas amigas. “Yo muchas veces voy muy lejos solamente por ir a ver una mata”, dice con una sonrisa que revela el amor profundo que siente por su trabajo.
Desde niño, Francisco se dedica a cultivar plantas de todo tipo y ahora dedica su vida al cuidado de orquídeas de todos los estilos, tamaños y colores, además de ser miembro de la junta directiva de la Sociedad Colombiana de Orquideología.
En entrevista con EL COLOMBIANO, en medio de sus cultivos al norte del Valle de Aburrá, recuerda con cariño sus primeros encuentros con las plantas, mientras se prepara para participar en ‘Florecer’, la feria de orquídeas, naturaleza y tradiciones que se llevará a cabo entre el 6 y el 11 de agosto en las instalaciones del Jardín Botánico, en el marco de la Feria de las Flores de Medellín.
“De pequeño sembré un frijol en el colegio, como todos, pero lo cuidé hasta que creció. Mi mamá me prometió que me cocinaría una frijolada, mi plato favorito, con mis propios frijoles. Desde ahí quedé llevado por esta pasión y todo lo que es vegetal me encanta. Vivo fascinado por esta cuestión, tanto que muchas veces voy lejos, muy lejos, solamente por ver una mata. Y ahora parece que mi hijo se va a pegar una encarretada con esto también”.
Francisco cultivó toda su vida un amor profundo por las plantas, sentimiento que ha transmitido a su hijo, ahora biólogo marino, quien también muestra interés en seguir los pasos de su padre en un legado familiar que destaca la importancia de la cultura botánica y que se ha convertido en una tradición que trasciende generaciones.
“Un patrimonio que necesita fluir”
Mientras alza sobre su cabeza una rara especie de orquídea, dice que está convencido de que la preservación de estas flores es crucial para el patrimonio cultural y natural de Colombia. “Aquí hay cosas muy especiales, que hay que replicarlas para que ojalá mucha gente las tenga en sus hogares y que se cree una corriente más grande de cultivadores de orquídeas. Este es un patrimonio de nuestro país, necesitamos que fluya y que haya mucha más gente cuidando esto”.
Su visión no es solo preservar, sino también difundir y educar sobre la importancia de estas plantas. “Ojalá pudiera uno dar más cátedra en los colegios sobre esto, sobre orquídeas y sobre todo lo que implica en la vida como tal. Si un niño desde el comienzo está aprendiendo de esto, va a ser un niño que ni por el diablo va a estar pensando algún día de ir a dañar a otra persona. Esto crea una cultura de gente bacana, de gente buena”.
El camino de Francisco no ha sido fácil, enfrentándose a numerosas dificultades, especialmente en términos de apoyo institucional. Cuenta que algunos procesos burocráticos parecieran pensados “para joderle la vida al productor”, pero a pesar de algunos obstáculos, se mantiene firme en su misión, viendo más allá de los beneficios económicos y enfocándose en el impacto positivo que su trabajo tiene en la comunidad y el medio ambiente.
Rarezas en la Feria de Flores
Cada año, Francisco se prepara con entusiasmo para la Feria de Flores de Medellín, donde presenta lo más novedoso y raro de su colección.
En la edición de ‘Florecer’ que inicia esta semana, además de muchas especies de orquídeas, Orquifollajes llevará “cositas raras” al Jardín Botánico, como una colección de hojas extrañas que construyó con su hijo, como parte de la Feria de Orquídeas, Naturaleza y Tradiciones.
La exposición no solo muestra la belleza de las orquídeas, sino que también sirve como un medio para educar y asombrar al público. “Quiero que Medellín vea muchas flores, que se vean muchas cosas raras y llevar todo lo nuevo que estamos haciendo”.
Uno de los aspectos más destacados de su trabajo es el compromiso con la conservación de orquídeas en peligro de extinción. “La gente anteriormente prefería no comprar plantas tan grandes, ahora se llevan todo, incluso flores muy raras y muy bonitas”.
Este enfoque no solo busca preservar las especies, sino también asegurar su supervivencia compartiendo plantas con otros cultivadores. “Yo no me gano un peso con esto. Al contrario, para la exposición gastamos mucho dinero, pero nos da un placer muy grande porque sabemos que esto ayuda al Jardín Botánico, a la Sociedad Colombiana de Orquideología y que parte de lo que entra es para sostener una reserva que cuesta un infierno de plata, y que le estamos devolviendo a la naturaleza lo que nos hemos apropiado, lo que nos ha prestado”.
Francisco Villegas no solo cultiva orquídeas, sino que también una cultura de respeto y amor por la naturaleza. “Esto es la vida mía, compartir con todo el mundo mis plantas”.