En una entrevista con el periodista Elkin Lavoe, la actual directora de Fonvalmed dijo que ella aspiraba a ser un referente para los ciudadanos. Hablaba del impacto humano de su trabajo y de lo que representa dirigir una entidad pública. Esa visión de sí misma, sin embargo, riñe con los testimonios de algunas personas que han trabajado a su lado.
Gabriela Cano, la ahora directora del Fonvalmed —el Fondo de Valorización de El Poblado—, tiene un largo recorrido por el sector público. Antes estuvo a la cabeza del Instituto de Vivienda de Medellín. En los últimos meses de la Gobernación de Luis Pérez fue Secretaria de Salud. Por eso, dentro de la entidad, y en general, se le conoce como una cuota política del exgobernador, quien es cercano a Daniel Quintero.
EL COLOMBIANO conoció quejas de personas que han trabajado a su lado en Fonvalmed y que denuncian una serie de malos tratos que, dicen, tienen por el piso el desempeño de la institución. Comentan las fuentes, con miedo por las retaliaciones, que la directora dice con frecuencia que ella es la única que sirve. “Al subdirector le decía que por culpa de él estaba parada la entidad”, comentó una de las fuentes.
Los testimonios apuntan a que los malos tratos son constantes; aunque las fuentes dicen que no utiliza malas palabras, sí alegan que el trato es descortés y despectivo. “Hay un maltrato psicológico para todos los equipos. Ella dice cosas como ‘usted es un mal profesional y no sirve para nada’, ‘diga si le quedó grande el puesto’, ‘acá la única que soy capaz soy yo’”’, dijo una de las personas que ha trabajado con la directora.
Este medio conoció la carta de una persona que fue contratista en la entidad y que, con tristeza, se despidió con la llegada de la actual dirección. “Si no bajas el conocimiento de la cabeza al corazón, es como si aras la tierra y no la siembras y mis preguntas al respecto son: ¿cómo una abogada desconoce la modalidad del contrato de prestación de servicios con exigencias que no corresponden? ¿Cómo una experta en Talento Humano y Trabajo Social minimiza el trabajo de los demás bajo la premisa de que confronta el trabajo y no la persona? Esto es incomprensible”, dice un fragmento de la misiva.
Pero las quejas más delicadas tienen que ver con el no pago de los honorarios a los contratistas. Fuentes de la entidad contaron que hay contratistas a los que se les ha “retenido” el sueldo uno o dos meses, pese a que dicen que han aportado toda la evidencia del trabajo. Algunos han catalogado esto como “violencia económica”.
Hay evidencia de comunicaciones en las que contratistas alegan que no se les ha pagado y que eso los tiene perjudicados en su día a día.
Lo que respondió Cano
EL COLOMBIANO mandó un derecho de petición a la entidad para conocer las respuestas a estas quejas, y también se reunió personalmente con Gabriela Cano. La directora desmintió las quejas en su contra y dijo que, pese a que es una mujer de carácter, no ha tratado mal a ningún funcionario. “Bajo ninguna manera se ha atentado contra la integridad de los colaboradores de la entidad; lo que se busca es velar por el cumplimiento de los objetivos y actividades contractuales y de garantizar la efectividad de los mismos para beneficio de la entidad y del proyecto de valorización”, dice la respuesta.
La argumentación de la directora radica en que su misión es el cuidado de los recursos públicos y que solo se les debe pagar a los contratistas cuando hagan su labor completa, entendiendo esto como un acto de transparencia y en contra de la corrupción.
En la cita presencial, Cano comentó que no ha habido retención de salarios. Así lo expresó en la respuesta escrita: “no hay retención de sueldo, primero que todo, al personal contratista está bajo contratos de prestación de servicios y por sus actividades reciben unos honorarios, los cuales deben realizar los actos necesarios y tomar las medidas para el debido y oportuno cumplimiento de las obligaciones contractuales y la ejecución del contrato”.
Añadió que según quedó pactado en el contrato, el pago está sujeto a la aprobación del supervisor del cumplimiento de sus obligaciones contractuales y a que se certifique que el servicio fue recibido a satisfacción. “Es un seguimiento que como ordenador del gasto se debe garantizar a efectos de que el servicio contratado si se haya cumplido a entera satisfacción”, añadió.
Rechazó acusaciones de violencia económica y de malos tratos y enfatizó en que es un bicho raro en el sector público, pues exige para que no se derrochen los recursos.
Cosa muy distinta piensan algunos contratistas que trabajan con ella: “Nunca pensé que estaría tan feliz de irme de Fonvalmed; pero cuando me descubro triste para venir a trabajar y percibo el ambiente tan tenso que vivimos, me doy cuenta de que es hora de partir”, concluye la misiva de la persona que publicó su carta de despedida.