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200 globos iluminaron a San Javier el Día de Reyes

Desde las 6:00 a.m. del viernes 5 de enero, nueve barrios de San Javier se unieron en el Festival de Globos de La Loma, una tradición que suma 30 años de historia.

  • La tradición ha perdurado desde que los abuelos de los que ahora hacen globos la ejercían; es decir, ha estado más de treinta años. FOTO Esneyder Gutiérrez
    La tradición ha perdurado desde que los abuelos de los que ahora hacen globos la ejercían; es decir, ha estado más de treinta años. FOTO Esneyder Gutiérrez
  • La tradición ha perdurado desde que los abuelos de los que ahora hacen globos la ejercían; es decir, ha estado más de treinta años. FOTO Esneyder Gutiérrez
    La tradición ha perdurado desde que los abuelos de los que ahora hacen globos la ejercían; es decir, ha estado más de treinta años. FOTO Esneyder Gutiérrez
  • La tradición ha perdurado desde que los abuelos de los que ahora hacen globos la ejercían; es decir, ha estado más de treinta años. FOTO Esneyder Gutiérrez
    La tradición ha perdurado desde que los abuelos de los que ahora hacen globos la ejercían; es decir, ha estado más de treinta años. FOTO Esneyder Gutiérrez
06 de enero de 2025
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En la madrugada del 5 de enero, mientras la ciudad aún dormía, de las lomas de San Javier empezaron a emerger lo que a lo lejos se ven como cucuyos. Se escuchan risas y voces animadas porque llegó su fiesta tradicional, el Festival de Globos de La Loma.

La fiesta es grande porque los preparativos fueron de más de seis meses. En una cancha improvisada como taller comunitario, un grupo de vecinos trabajó con precisión casi quirúrgica, pegando los últimos pliegos de papel en medio del olor a pegamento y parafina.

Justo cuando llegó el día de mostrar sus obras, al fondo, se alzó un globo en forma de cruz que parecía un coloso dormido: un globo de 35 metros que esperaba paciente su turno para ascender al cielo entre aplausos, ojos ilusionados y algarabía.

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Esta preparación para el Día de Reyes comienza desde junio o julio. Uno de los globeros más reconocidos de la cuadra conocida como “Los Conejos”, explica que no es solo un pasatiempo: es un arte y un compromiso para todos.

“A nosotros nos enseñaron desde pequeños. Nuestros abuelos nos enseñaron a crear globos y celebrarlos, esto es más que una tradición, es como un legado que no queremos que se pierda”, comenta tras revisar una de las mechas con la destreza de alguien que lleva toda una vida en esto.

La tradición ha perdurado desde que los abuelos de los que ahora hacen globos la ejercían; es decir, ha estado más de treinta años. <b><span class=mln_uppercase_mln> </span></b>FOTO<b><span class=mln_uppercase_mln> Esneyder Gutiérrez </span></b>
La tradición ha perdurado desde que los abuelos de los que ahora hacen globos la ejercían; es decir, ha estado más de treinta años. FOTO Esneyder Gutiérrez

La fiesta empieza desde el barrio

Diciembre y enero son meses de movimiento constante. Los vecinos trabajan codo a codo para hacer realidad la fiesta, los cinco organizadores corren con la mayor parte de los gastos, mientras los jóvenes que no tienen cómo donar a la causa, ayudan con la mano de obra. “Nosotros vamos casa por casa pidiendo colaboración. No es una cuota fija, sino lo que la gente quiera aportar. Todo suma, entonces no juzgamos lo que nos donen, muchos no tienen cómo darnos y recibimos desde un billete hasta un simple pliego de papel”, relata Cristian.

Y para recaudar fondos también organizan rifas y actividades. “Este año hicimos varias rifas y con eso logramos cubrir los materiales más caros”, precisa.

Sin embargo, hay otros que corren de cuenta de una persona que lo toma como su proyecto personal para Año Nuevo, como el globo de la cruz que hizo un globero de la cuadra “Los Conejos”, de más de 35 metros de altura y que llegó a costar cerca de $750.000. Uno de los que participó en su construcción, precisó que si se le suma la pólvora, el costo final puede superar los $3 millones.

El esfuerzo colectivo que para la comunidad representa hacer estos globos es grande, sobre todo para los que se suman a su elaboración tras llegar de una extenuante jornada de trabajo.

“Nos quedamos hasta la madrugada pegando, cortando, afinando detalles. Los papás de los más jóvenes también se quedan, ayudando con lo que pueden. Es muy bonito ver cómo esto se convierte en un esfuerzo de todos”, agrega otro de los globeros veteranos del barrio.

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San Javier viste de papel el cielo

Los globos, que pueden ser tan pequeños como una casa de muñecas o tan imponentes como un edificio de tres pisos, se alzan como obras de ingeniería artesanal.

La creatividad no tiene límites y se convierte en un reto para los globeros innovar con formas y colores. Desde figuras como cruces hasta retratos personalizados para celebrar a una quinceañera, conmemorar un familiar fallecido e incluso pedir noviazgo o matrimonio es parte de sus costumbres.

Entre los recuerdos más entrañables está el de un globo en forma de bailarina que un globero hizo para pedirle noviazgo a su actual pareja. “Uno le pone el corazón a cada globo, porque sabe que está haciendo algo especial para alguien”, dice.

Y como los globos hacen parte de su cotidianidad, el Día de Reyes es un espectáculo esperado con ansias.

La tradición ha perdurado desde que los abuelos de los que ahora hacen globos la ejercían; es decir, ha estado más de treinta años. <b><span class=mln_uppercase_mln> </span></b>FOTO<b><span class=mln_uppercase_mln> Esneyder Gutiérrez </span></b>
La tradición ha perdurado desde que los abuelos de los que ahora hacen globos la ejercían; es decir, ha estado más de treinta años. FOTO Esneyder Gutiérrez

Desde temprano, las calles se llenan de familias y curiosos que llegan de otros barrios y hasta de otros municipios. Los globos más grandes se lanzan primero, aprovechando la calma de la mañana.

“El clima es el que manda. Uno no puede tirar un globo si hay mucho viento o si llueve. Por eso, siempre estamos atentos a las condiciones antes de lanzar”, advierte Sebastián.

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Los globos pequeños y las figuras más elaboradas suelen reservarse para la tarde y la noche. “El momento más bonito es en la noche. Todo el barrio se reúne para ver los globos iluminados con pólvora. Es un espectáculo que no se olvida”, dice otro globero con orgullo.

El riesgo de la tradición

Sin embargo, no todo es color de rosa. Esta tradición, tan arraigada en los barrios de San Javier, no está exenta de riesgos y polémicas.

Según Paula Andrea Palacio Salazar, directora del Área Metropolitana del Valle de Aburrá, en diciembre pasado los cuerpos de bomberos atendieron alrededor de 20 incendios causados por globos de mecha.

Y mencionó ante esto: “Invitamos a toda la ciudadanía a que no usemos globos de mecha ni pólvora. Esto genera afectaciones muy grandes tanto para el medio ambiente como para los bienes de las personas”, enfatizó.

Sin embargo, los globeros que prefieren no compartir sus nombres, dicen ser conscientes de los riesgos, pero defienden su práctica argumentando que ellos han aprendido a minimizar los peligros.

“Uno sabe qué globo puede lanzar según el clima. También hemos mejorado las mechas para que se apaguen completamente en el aire. No es lo mismo un globo bien hecho, con materiales adecuados, que uno improvisado con gasolina o ACPM”, aclara.

A pesar de las críticas, la pasión por los globos sigue intacta en San Javier y parece que no va a mermar por más que se restrinja. “Esto no es algo que se pueda dejarse de un día para otro. Es parte de nuestra identidad como barrio”, agrega otro vecino.

Y así, como cada año, la fiesta se repitió. Esta vez con tarimas, música en vivo, licor y parranda que acompañaron el despegue de los globos impulsados por una pipeta y controlado por los globeros.

Al final del día, cuando los últimos globos se pierden en la oscuridad, queda en el aire la promesa de volver a encontrarse el próximo Día de Reyes.

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