El expresidente de Perú, Alberto Fujimori, de 86 años, está “luchando por su vida”, según informó su médico personal y congresista, Alejandro Aguinaga. Tras visitar al exmandatario en su residencia, Aguinaga declaró que Fujimori se encuentra batallando por su vida, en medio de crecientes rumores sobre su condición en redes sociales.
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“El presidente está luchando (...) Vista la situación actual y como consecuencia de las informaciones que circulan, pedimos que se restrinjan las visitas y reiteramos nuestro agradecimiento por el interés en Fujimori”, comentó Aguinaga a los periodistas que se encontraban en las afueras de su domicilio, buscando detalles sobre la salud del exgobernante.
A raíz de estas declaraciones, la Presidencia de Perú emitió un mensaje en la red social X (antes conocida como Twitter), expresando su preocupación y deseando una pronta recuperación a Fujimori. “Desde la presidencia de la República expresamos nuestra preocupación por la salud del expresidente Alberto Fujimori y hacemos votos por su pronta recuperación. Extendemos a su familia nuestra solidaridad y fuerza”.
Fujimori, quien gobernó Perú entre 1990 y 2000, ha enfrentado diversas complicaciones de salud en los últimos años. El pasado diciembre, abandonó la cárcel en Lima, donde cumplía una condena de 25 años por delitos de lesa humanidad. Esto fue posible luego de que el Tribunal Constitucional de Perú restituyera el indulto humanitario que le había sido concedido en 2017 por el entonces presidente Pedro Pablo Kuczynski. Esta decisión del TC desafió las órdenes previas de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH), generando polémica tanto a nivel nacional como internacional.
Durante su Gobierno se ejecutaron varias masacres. Una de las más reconocidas es la Masacre de Barrios Altos (Noviembre, 1991), cuando el grupo paramilitar Colina irrumpió en una fiesta en el distrito de Barrios Altos, en Lima, con el objetivo de eliminar a supuestos terroristas de Sendero Luminoso. Los miembros del grupo dispararon indiscriminadamente contra los asistentes, asesinando a 15 personas, incluidos un niño de ocho años y varias personas inocentes.
El ataque se justificó bajo el argumento de combatir el terrorismo que azotaba al país en esos años, pero las investigaciones posteriores demostraron que las víctimas no tenían vínculos con grupos subversivos. Este fue uno de los primeros casos en los que se evidenció la existencia de una política de represión indiscriminada por parte del Estado.
Otra de ellas fue la Masacre de La Cantuta (julio, 1992) cuando el grupo Colina secuestró, torturó y asesinó a nueve estudiantes y un profesor de la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle, conocida como La Cantuta, bajo la sospecha de que estaban vinculados a Sendero Luminoso. Las víctimas fueron secuestradas en pleno campus universitario, llevadas a un lugar desconocido y ejecutadas. Posteriormente, sus cuerpos fueron enterrados clandestinamente y algunos fueron incinerados para ocultar los crímenes.
La última aparición pública de Fujimori fue el jueves pasado, cuando fue visto saliendo de una clínica en Lima, donde había recibido atención médica. En julio de este año, fue sometido a una operación de cadera tras sufrir una caída en su domicilio, intervención que fue considerada un éxito por su equipo médico.
Previamente, en mayo, sus doctores le diagnosticaron un nuevo tumor maligno, lo que lo obligó a comenzar un nuevo tratamiento contra el cáncer. En esa ocasión, Fujimori difundió un breve video en el que aseguraba estar listo para dar “una nueva batalla” contra la enfermedad.
A pesar de las complicaciones de salud, su hija, Keiko Fujimori, anunció recientemente que su padre tenía la intención de postular nuevamente a la presidencia en las elecciones de 2026. Aunque esta noticia causó sorpresa, la familia Fujimori parece mantener la esperanza en la recuperación del exmandatario, quien sigue siendo una figura controvertida y de gran influencia en la política peruana.
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El estado de salud de Fujimori continúa siendo un tema de interés nacional, dado su pasado como presidente y su relevancia en el escenario político del país. La incertidumbre en torno a su estado actual añade una nueva capa de tensión a la ya compleja política peruana.
