El avance noticioso de la agencia Efe a las 7:59 de la mañana de ayer, que lo mencionaba entre los galardonados al Premio Rey de España, puso en alerta a Manuel Salvador Saldarriaga Quintero.
Aún no tenía claro que había sido elegido como el ganador de este premio en la categoría de Fotografía, con su trabajo Inocencia en medio de la coca , publicado en el diario EL COLOMBIANO el 12 de abril de 2009.
Con una mezcla de sentimientos encontrados -sorpresa, alegría y una profunda nostalgia por la reciente muerte de su madre Amparo Quintero-, Manuel recibió la confirmación de parte de la organización.
Se trata de su primer premio internacional a lo largo de sus 20 años de ejercicio laboral, primero como laboratorista fotográfico en el diario El Mundo , donde la fotografía lo atrapó de la mano de dos grandes mentores y compañeros: Henry Agudelo y Donaldo Zuluaga.
"Confieso que la profesión me escogió a mí y vivo por ella", afirmó mientras recordaba su trayectoria por El Mundo, en Medellín; El Tiempo, en Bogotá, y desde hace casi 15 años en EL COLOMBIANO, en Medellín.
A sus cuarenta años de edad y tras haber ejercido el papel de papá en su hogar, tras la muerte de su padre hace 16 años, Manuel no solo les inculcó la pasión por la fotografía a sus dos hermanos, sino que les ayudó para que se formaran y salieran adelante.
El primero en seguir sus pasos fue Jaime, quien empezó como laboratorista-fotógrafo en El Mundo, siguió luego a El País en Cali, y actualmente trabaja para la agencia Reuters.
Y desde hace dos años Santiago, el menor, se desempeña como reportero gráfico en El Mundo.
Claves
Además de pasión, el trabajo de Manuel se caracteriza por su enorme responsabilidad y su creatividad.
"Creo que la primera clave para triunfar consiste en tener la sensibilidad al 100 por ciento, ya sea frente a hechos trágicos o alegres, uno debe meterse en los zapatos del personaje".
A ello le suma la búsqueda de ángulos diferentes y una excelente composición. "Uno trata de hacer una imagen que impacte, que no sea plana y para ello hay que ingeniárselas", afirma Manuel. Y agrega que esto es algo muy propio. "Me gusta mirar desde arriba o desde abajo, pero nunca desde un nivel plano. Esto marca un poco la diferencia".
Una diferencia que le ha significado ya importantes premios en el ámbito regional, nacional y ahora internacional.
"Para mí todos son importantes porque disfruto plenamente el momento en el que inmortalizo, en un segundo, un momento cotidiano de un mundo desigual".
Ganadoras
Esa sensibilidad a flor de piel la sacó a relucir cuando viajó a hacer un trabajo sobre fronteras en el Putumayo. "El periódico (EL COLOMBIANO) es tan benévolo con nosotros, que nos abre espacios como éste, para que además de la misión que cubrimos con un periodista, podamos publicar reportajes gráficos".
Estando allí le impactó profundamente la inocencia con la que los campesinos de estas selvas cultivan las matas de coca como si fueran cualquier otro cultivo, "ajenos a lo que pasa fuera de los campos y al flagelo que nos tiene tan desangrados".
Más allá de los adultos, su mirada fue atrapada por los niños que correteaban libremente entre estos cocales, "jugando de manera inocente también con las hojitas verdes y los seguí con la cámara en su juego".
A su regreso, y con la ayuda editorial de John Saldarriaga, Manuel contó la historia en un reportaje gráfico que ahora le hace ganador.
Un triunfo que atribuye a su mamá, en el cielo, a quien se lo dedica y le agradece "por formarme como persona y por inculcarme valores. Sé que desde el cielo está feliz con este premio". Dedicó el logro a sus hermanos, a su esposa Ana Nana Jaramillo y sus hijos Mateo y Manuela, a su familia en general y a sus compañeros. "Es un triunfo de todos".
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