Conconcreto nació por la convicción de los arquitectos Darío Aristizábal, Carlos Echavarría, Darío Uribe y los ingenieros Bernardo Villegas y Javier Bernal, de que la construcción es el motor que mueve el crecimiento económico, dinamiza la industria y estimula el empleo de una región como Antioquia.
Así, la nueva empresa abrió sus puertas el 1° de diciembre de 1961 en una bodega en el sector de Guayaquil. Y rápidamente se presentó una oportunidad de negocio; hacer losas de concreto, un sistema novedoso en una Medellín donde la construcción en alturas era incipiente.
Meses después, Darío Aristizábal invitó a su hermano J. Mario, ingeniero civil de la Facultad de Minas, a hacer parte del grupo, así como al también ingeniero Esteban Restrepo. Mientras el primero tendría un papel más relevante en sistemas constructivos, el segundo le ayudó a darle un perfil administrativo y gerencial a la empresa.
En los primeros años, Conconcreto se dedicó a llevar y traer “tarreros” hasta el centro de Guayaquil para montar las losas en el primer carro de la compañía, un Desoto 1955. Pero esta innovación paisa pronto se extendió por el país y antes de comenzar la década de 1970 ya tenía presencia en Bogotá, además le abrió camino para participar en proyectos desde La Guajira hasta el Putumayo.
Pero Conconcreto estaba para hacer cosas más grandes. Y con esta intención, antes de comenzar 1980 ingresaron al negocio de infraestructura con la participación activa y protagónica de obras viales en Medellín como el puente del kilómetro Cero en la glorieta de la autopista con la calle Barranquilla; el viaducto de la Avenida 33 que cruza el río Medellín y la Avenida Industriales, que se convierte en la Avenida Guayabal, así como la construcción de la represa de Río Grande.
Con la llegada del nuevo siglo, Conconcreto además de su reconocida labor en Colombia, ya tenía presencia en Panamá, país al que ingresó en 1993. Además, en el 2010 realizó la primera emisión de acciones en la Bolsa de Valores de Colombia, y en el 2020 consolidó su llegada al mercado de EE. UU, país en donde a la fecha tiene proyectos por más de US$200 millones.
En su trayectoria, la compañía ha alcanzado el desarrollo de 179 kilómetros (km) en túneles; 802 km en vías y viaductos; y poco más de 12 millones de metros cuadrados (m2) en edificios, bodegas, centros comerciales, hoteles, oficinas y viviendas.
Así mismo, la innovación ha sido el ADN de Conconcreto con seis patentes de invención otorgadas por la Superintendencia de Industria y Comercio por la investigación e implementación de sistemas prefabricados, sistemas constructivos y conexiones a partir de vigas y columnas para mejorar los rendimientos y productividad en el montaje de edificaciones.
En la actualidad, la compañía adelanta grandes obras de infraestructura y ha desarrollado obras icónicas para la ciudad, el departamento y el país como el Centro Administrativo La Alpujarra, el Túnel de la Línea, la Biblioteca Virgilio Barco y el edificio de la Cámara de Comercio de Medellín, entre muchos otros
Conconcreto nació por la convicción de los arquitectos Darío Aristizábal, Carlos Echavarría, Darío Uribe y los ingenieros Bernardo Villegas y Javier Bernal, de que la construcción es el motor que mueve el crecimiento económico, dinamiza la industria y estimula el empleo de una región como Antioquia.
Así, la nueva empresa abrió sus puertas el 1° de diciembre de 1961 en una bodega en el sector de Guayaquil. Y rápidamente se presentó una oportunidad de negocio; hacer losas de concreto, un sistema novedoso en una Medellín donde la construcción en alturas era incipiente.
Meses después, Darío Aristizábal invitó a su hermano J. Mario, ingeniero civil de la Facultad de Minas, a hacer parte del grupo, así como al también ingeniero Esteban Restrepo. Mientras el primero tendría un papel más relevante en sistemas constructivos, el segundo le ayudó a darle un perfil administrativo y gerencial a la empresa.
En los primeros años, Conconcreto se dedicó a llevar y traer “tarreros” hasta el centro de Guayaquil para montar las losas en el primer carro de la compañía, un Desoto 1955. Pero esta innovación paisa pronto se extendió por el país y antes de comenzar la década de 1970 ya tenía presencia en Bogotá, además le abrió camino para participar en proyectos desde La Guajira hasta el Putumayo.
Pero Conconcreto estaba para hacer cosas más grandes. Y con esta intención, antes de comenzar 1980 ingresaron al negocio de infraestructura con la participación activa y protagónica de obras viales en Medellín como el puente del kilómetro Cero en la glorieta de la autopista con la calle Barranquilla; el viaducto de la Avenida 33 que cruza el río Medellín y la Avenida Industriales, que se convierte en la Avenida Guayabal, así como la construcción de la represa de Río Grande.
Con la llegada del nuevo siglo, Conconcreto además de su reconocida labor en Colombia, ya tenía presencia en Panamá, país al que ingresó en 1993. Además, en el 2010 realizó la primera emisión de acciones en la Bolsa de Valores de Colombia, y en el 2020 consolidó su llegada al mercado de EE. UU, país en donde a la fecha tiene proyectos por más de US$200 millones.
En su trayectoria, la compañía ha alcanzado el desarrollo de 179 kilómetros (km) en túneles; 802 km en vías y viaductos; y poco más de 12 millones de metros cuadrados (m2) en edificios, bodegas, centros comerciales, hoteles, oficinas y viviendas.
Así mismo, la innovación ha sido el ADN de Conconcreto con seis patentes de invención otorgadas por la Superintendencia de Industria y Comercio por la investigación e implementación de sistemas prefabricados, sistemas constructivos y conexiones a partir de vigas y columnas para mejorar los rendimientos y productividad en el montaje de edificaciones.
En la actualidad, la compañía adelanta grandes obras de infraestructura y ha desarrollado obras icónicas para la ciudad, el departamento y el país como el Centro Administrativo La Alpujarra, el Túnel de la Línea, la Biblioteca Virgilio Barco y el edificio de la Cámara de Comercio de Medellín, entre muchos otros.