En la primera división del fútbol de Alemania hay 18 equipos profesionales y todos los aficionados parecen estar unidos frente a un propósito común: tumbar un acuerdo comercial que terminó cediendo el 8% de los derechos televisivos a un grupo de inversores. Los juegos se han visto retrasados hasta 30 minutos por las protestas de los hinchas.
Este sábado, antes del inicio del cotejo entre el Hansa Rostock vs el Hamburgo, dos carritos a control remoto ingresaron al gramado para sabotear el juego. El personal de seguridad tuvo que corretearlos para tratar de despejar el campo de juego.
Pero los carritos no son el único elemento que ha ingresado. Hinchas de los demás equipos han lanzado al césped pelotas de tenis y monedas de chocolate. El personal logístico ha tenido que redoblar sus esfuerzos para tratar de mantener el gramado limpio.
Estas protestas simbólicas quieren mostrar el desacuerdo de los aficionados con un acuerdo comercial que consideran injusto. En diciembre pasado, la mayoría de los miembros de la Liga Alemana cedieron a un grupo de inversores parte del 8% de los próximos derechos televisivos a cambio de un aporte de capital que será destinado a promocionar la Bundesliga a nivel internacional.
Los aficionados piden una nueva votación. Aseguran que el acuerdo ocurrió en medio del rechazo de la hinchada y que, por tanto, es antidemocrático y poco transparente.
A pesar de la alta afluencia de público a los estadios y de un sólido contrato de difusión televisiva en Alemania, el interés de la Bundesliga en el extranjero es sensiblemente menor que el de otros torneos como la Premier League inglesa o la Liga española. Los ingresos internacionales representan una parte importante de los recursos de los clubes ingleses, algo que en Alemania estudian cómo imitar.
“El objetivo es que la Bundesliga y la Bundesliga 2 (la segunda división alemana) sigan siendo competitivas tanto en términos deportivos como comerciales”, afirmó la DFL en un comunicado para justificar el acuerdo.