Desde hace un buen tiempo, cuando las cosas no van bien en los clubes donde juega, James Rodríguez saca un As que tiene bajo la manga: llega a un acuerdo para terminar su contrato, quedar como agente libre y negociar su llegada a otro equipo.
Lo hizo en 2020, para salir del Real Madrid. Emuló el mecanismo en los primeros días del 2025 para irse del Rayo Vallecano. En los últimos cinco años, el capitán de la Selección Colombia no ha tenido estabilidad deportiva. Al no conseguir la regularidad que esperaba, rescinde, por mutuo acuerdo con los elencos, su vínculo.
Algunas veces –la mayoría–, lo ha hecho por iniciativa personal: para encontrar un mejor futuro. En 2020, después de no encontrar lugar en el Real Madrid de Zinedine Zidane, al que regresó luego de un buen paso por Bayern Múnich, habló con Florentino Pérez para que lo dejara salir del cuadro merengue.
Llegó al Everton que dirigía Carlo Ancelotti, su padrino futbolístico. Recuperó su nivel. Fue importante en el funcionamiento del equipo. Disputó 26 partidos. Marcó seis goles y dio ocho asistencias. Sumó un total de 2.046 minutos en cancha: fue el equipo con el que más jugó en el último lustro.
En 2021 Ancelotti se fue de Inglaterra. Lo reemplazó el español Rafa Benítez, quien tenía un viejo “Rifi Rafe” con Rodríguez. Le dijo que quería contar con jugadores jóvenes. Le recomendó que buscara equipo. James, después de conversar con las directivas de los “Toffees”, logró la rescisión de su contrato, que iba hasta 2022, con opción de prolongarse hasta el 2023.
Llegó al fútbol de Qatar. Firmó un contrato millonario con Al-Rayyan. El objetivo que tuvo con esa decisión, fue “adaptarse al clima” del país donde se disputó el Mundial de 2022, al que la Selección Colombia no clasificó. En el fútbol qatarí disputó 16 partidos, anotó cinco goles y dio siete asistencias. Sumó un total de 1.239 minutos.
Estuvo en ese país hasta septiembre del 2022, cuando, después de terminar su contrato por mutuo acuerdo, y luego de una recomendación de Néstor Lorenzo, entonces nuevo entrenador de la Selección Colombia, regresó a Eruopa. Lo presentaron como futbolista del Olympiacos de Grecia. En ese equipo compartió plantel con el brasileño Marcelo, uno de sus mejores amigos.
Solo jugó siete meses con el cuadro griego. En abril del 2023, después de disputar 1.528 minutos en 23 partidos, anotar cinco goles y dar seis asistencias, decidió no continuar en el cuadro ateniense. Estuvo cuatro meses inactivo. En agosto de ese año lo presentaron como el gran refuerzo del Sao Paulo de Brasil.
Pareció que, por fin, James tendría una buena historia de amor con un equipo. Sin embargo, con el paso del tiempo la ilusión se esfumó. Es cierto que tuvo presencia en 22 partidos. También que anotó 2 goles y dio cuatro asistencias. Sin embargo, solo acumuló 939 minutos. No tuvo la participación esperada.
Fue suplente muchas veces. No marcó diferencia. Sí las tuvo con el entrenador argentino Luis Zubeldía, quien reemplazó a Dorival Junior en el banquillo del Sao Paulo. Después de jugar una Copa América de ensueño con la Selección Colombia, en la que dio seis asistencias y marcó un gol, reincidió su contrato con el equipo brasileño. El presidente de ese club, Julio Casares, calificó el acuerdo como un “gana, gana”.
Llegó a Rayo Vallecano. Firmó contrato por un año con el cuadro madrileño. Las expectativas fueron altas. El mejor jugador de América –por encima de Messi–, llegaba a un equipo de media tabla en España. Se esperaba que fuera titular indiscutible, capitán, referente.
No fue así. Solo jugó siete partidos. No anotó goles. Únicamente dio una asistencia. Sumó 205 minutos, la menor cantidad de tiempo en cancha durante toda su carrera. Ahora, con 33 años y con un mes de inactividad (la últimas vez que jugó fue el 4 de diciembre del 2024), Rodríguez, tras sacar su As bajo la manga, quedó como agente libre y negocia su llegada a un nuevo club.
Todo apunta a que su destino sería regresar a nuestro continente. Su nombre ha sido relacionado con Boca Juniors, América de México y el Junior de Barranquilla.