La noche del miércoles 30 de octubre, el fútbol colombiano se tiñó de luto al conocerse la partida de Pedro Sarmiento, un referente indiscutible del balompié nacional. Sarmiento, quien pasó de ser un aguerrido jugador en las canchas a un estratega con visión y carácter, dejó un legado que quedó impreso no solo en sus éxitos deportivos, sino en la memoria de quienes vibraron con su entrega. Su partida dejó un vacío profundo en la familia futbolística, y un día después, el destino quiso que los dos clubes que marcaron su carrera se enfrentaran en el clásico paisa.
Con el pitazo inicial de la semifinal de la Copa BetPlay, Atlético Nacional y el Deportivo Independiente Medellín saltaron al campo, pero antes, ambos equipos, sus hinchas y el fútbol antioqueño en pleno se unieron en un emotivo homenaje a su memoria. El estadio, colmado de una atmósfera solemne, se sumió en un minuto de silencio que resonó con un respeto absoluto. Después, la voz del estadio, con tono nostálgico, desglosó la trayectoria de Pedro Sarmiento: un hombre que fue parte fundamental de dos equipos históricos y cuyo impacto en el fútbol trasciende generaciones.
“Sarmiento comenzó su carrera en 1976 con Atlético Nacional“, recordaron al unísono los asistentes. Ese mismo año, el ‘verdolaga’ celebró el primer título de liga de Sarmiento como profesional, un logro que repetiría cinco años después. Pasó entonces a América de Cali en 1985, donde su desempeño fue sobresaliente: sumó dos títulos de liga y llevó al club a tres finales de la Copa Libertadores, un hito inolvidable que enalteció el fútbol colombiano en el ámbito continental. Además, el defensor central también fue parte de la Selección Colombia entre 1980 y 1985, dejando su huella en el equipo nacional y compartiendo con figuras que marcarían el fútbol colombiano de los años ochenta.
Al terminar el homenaje, el balón comenzó a rodar en el clásico paisa, pero el recuerdo de Sarmiento seguía presente. En la cancha, los jugadores dejaron el alma en honor a un hombre que entendía la importancia de cada balón disputado. Atlético Nacional y el Deportivo Independiente Medellín, rivales en el juego, encontraron en ese momento una conexión que trascendía la competencia: ambos recordaban a un hombre que vivió la pasión del fútbol y enseñó a respetar este deporte.
Las tribunas, que en otros momentos vibrarían con cánticos de rivalidad, fueron testigos de un respeto compartido y de la grandeza que Sarmiento representó para ambos colores.