El sábado 10 de febrero en horas de la mañana Manuel Córdoba, que por entonces era aún secretario de Cultura de Medellín, se reunió con un nutrido grupo de exsecretarios de esa cartera, entre quienes estuvieron Jorge Melguizo, Lina Botero, María del Rosario Escobar (solo faltaron Amalia Londoño, por atender asuntos personales, y Álvaro Nárvaez, que no fue invitado). Allí le dieron un par de consejos prácticos, pero no sirvió de mucho, porque cinco días después Federico Gutiérrez lo sacó del cargo por imprudente.
“Manuel es un buen tipo, pero no supo diferenciar los espacios. Lo que le pasó fue una novatada”, le dijo a EL COLOMBIANO una fuente cercana a la administración municipal. Córdoba dijo en un evento con líderes culturales que Gutiérrez le había pedido que asumiera el cargo aunque no tuviera ni idea de qué es la cultura ni siquiera una biblioteca.
Con las horas se ha sabido que Manuel Córdoba no fue la primera opción del alcalde para liderar dicha secretaría. Es más, su nombre salió a la luz después de que varios pesos pesados de la cultura de Medellín declinaran la invitación de hacer parte del gabinete municipal.
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Gutiérrez quería en este puesto a una mujer con experiencia en el campo de la gestión cultural y hábil para tratar con los empresarios y con los artistas. De ahí que los primeros nombres que estuvieron en su lista fueron los de Lina Botero Villa, que ocupó el cargo en la anterior administración de Fico y que ahora trabaja en la Promotora Cultural de ProAntioquia; Catalina Cock, fundadora y presidente de la Fundación Mi Sangre; Deisy Piedrahita, una funcionaria que ha hecho parte del equipo de varios secretarios de cultura y que conoce bien el funcionamiento de la dependencia; Shirley Zuluaga, exdirectora de la BPP y actual responsable de la universidad de los niños de Eafit.
EL COLOMBIANO supo que ellas rechazaron la oferta del alcalde por razones que van de lo profesional —están en la etapa de inicio o consolidación de otros proyectos— hasta lo personal (su talante no se ajusta a la exposición inherente a un cargo de este tipo). En los corredores de la Alpujarra los expertos en la “gabinetología” también sacaron otros candidatos, algunos de ellos con experiencia en el cargo. Se mencionaron los nombres de María del Rosario Escobar, Mauricio Mosquera y Juliana Restrepo Tirado.
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¿Qué pasa en la cultura de Medellín?
Desde 2003, la Secretaría de Cultura fue una de las dependencias de mostrar en la Alcaldía de Medellín. Y lo fue porque, entre otras cosas, tenía un presupuesto superior al que manejaba el Ministerio de Cultura para el resto del país. Esta cantidad de dinero se tradujo en el reconocimiento internacional que recibió el sistema cultural de la ciudad, en particular su red de bibliotecas. En ese tiempo la secretaría trabajó de la mano con el sector privado, la academia y la sociedad civil, fortaleciendo de esta manera eventos que hoy son centrales en el calendario de la capital antioqueña: la Fiesta del Libro y la Cultura, el Festival Altavoz, entre otros.
Sin embargo, muchos críticos consideran que ese impulso se perdió en la primera alcaldía de Federico Gutiérrez, en la que, si bien la inversión se mantuvo en los promedios históricos, no se alentó con la suficiente vehemencia los proyectos que florecían en la ciudad. “En la primera alcaldía de Federico no hubo un hito, algo simbólico por lo que uno dijera ‘esto fue lo más importante que ocurrió durante estos cuatro años’. Ese es uno de los desafíos que tiene Federico en su segunda alcaldía. Hoy pregunto ¿cuál es el proyecto cultural de la alcaldía?, no de la Secretaría de Cultura. ¿Cuál es el proyecto cultural de transformación de sociedad del alcalde Federico Gutiérrez?”, dijo Jorge Melguizo, una de las voces autorizadas para hablar de estos temas en Medellín.
Muchas voces de gestores y artistas coinciden en afirmar que durante los cuatro años de la administración de Daniel Quintero la secretaría perdió completamente la brújula. Para sostener esta afirmación las fuentes mencionan las rupturas que en ese tiempo se produjeron entre la oficialidad y los sectores culturales de Medellín. Las protestas de los teatreros y de los cineastas fueron una constante durante la gestión de Narváez.
Por este motivo, algunas de las fuentes consultadas para esta nota afirman que la labor del secretario de Cultura debe ser la de restablecer el diálogo entre los distintos actores culturales de la ciudad. Por ejemplo, el escritor Juan Mosquera anotó que hoy la sociedad está dividida y eso hace más difícil el trabajo cultural. En su concepto, para la Secretaría de Cultura se necesita una persona que tenga sensibilidad cultural. “No necesariamente que sea escritor o pintor, pero sí que conozca los procesos de creación, que de por si son complejos en el sector. Requiere experiencia en gestión cultural”. Para él, la administración pasada de Daniel Quintero dejó heridas que no se sanan fácilmente y “está administración lo debe entender”.
Otra de las herencias problemáticas de la anterior administración es la falta de previsión técnica. Esto llevó a que la actual Secretaría de Cultura prendiera las alarmas por un hueco de más de ochenta mil millones de pesos que tiene en sus finanzas para cumplir con la programación de 2024. En su momento, funcionarios de esa dependencia afirmaron que con la plata que hay los procesos formativos y culturales funcionarán hasta mediados de agosto. Incluso se dijo que no hay plata para la realización de eventos de la envergadura de la Feria de las Flores, Altavoz y la Fiesta del Libro.
Estos dos elementos hacen que hoy por hoy la Secretaría de Cultura Ciudadana sea un “chicharrón” —expresión que usó el mismo Manuel Córdoba para referirse al encargo que le hizo Federico—.
El nuevo secretario o secretaría deberá darles la cara a las insatisfacciones de los artistas y gestores culturales de Medellín. Además, lo hará con un presupuesto que está lejos de sus años de esplendor. Dicho malestar lo resumió Germán Carvajal al decir que: “El valor intangible que retrocedimos en cultura y educación ciudadana es incalculable. Por eso el malestar del sector y de la ciudadanía. Urge un liderazgo que junte, que articule y que recupere lo perdido. Hoy en Medellín no nos conformamos con menos”.
En todo caso, el descache de Córdoba hizo que por unos días una secretaría que suele ser considerada la “cenicienta” de las administraciones municipales se convirtiera en la protagonistas de la discusión pública.