Las peleas diplomáticas del Gobierno de Gustavo Petro son tantas que no bastan los dedos de la mano para contarlas y toca sacar un mapa para rastrearlas porque pasan por varios países de la región: justamente los aliados tradicionales de Colombia que han sido determinantes para las relaciones del Estado.
La reciente cruzada contra el candidato a la Presidencia de Argentina, Javier Milei, a quien comparó con Adolfo Hitler, es apenas la más reciente de un catálogo de pujas en la política exterior que tiene a varios congresistas preocupados por el futuro de las alianzas de Colombia en el continente.
Una declaración de persona no grata en Perú por apoyar al exmandatario de ese país, Pedro Castillo, en el autogolpe de Estado; la posible intromisión en asuntos electorales en Chile y Brasil por sus comentarios para apoyar a sus aliados de izquierda y hasta la injerencia en asuntos de la justicia de Argentina están en el catálogo de deslices diplomáticos del presidente.
“El presidente Petro se raja en el tema de relaciones internacionales por muchas razones. Las relaciones diplomáticas las sigue manejando de manera ideológica y no como un jefe de Estado”, le cuestiona la senadora del Centro Democrático, Paola Holguín.
Que sea Holguín la que hace ese comentario no es un asunto aislado. La senadora está en la Comisión Segunda del Congreso que le sigue la pista a la política exterior y desde allá ya han surgido intereses en hacer control político a la diplomacia del presidente y a los resultados de los 23 viajes internacionales que ha hecho.
Petro es un presidente viajero que lleva más travesías por el mundo que meses en el cargo, pero también un jefe de Estado de varios frentes políticos en el exterior.
La cruzada argentina de Petro
Contra Milei, el favorito a convertirse en el nuevo inquilino de la Casa Rosada según encuestadoras como CB Consultora y DC Consultores, el presidente tiene una pelea casada y la oposición a Petro, la del Centro Democrático, no se ha quedado atrás respaldando a ese candidato de derecha.
La disputa no es unidireccional: a Petro Milei lo tildó de “socialista” en una entrevista de televisión y eso encendió una puja de trinos que aún no termina.
El candidato asegura que “la enfermedad de Argentina” es el “socialismo” y señala a Petro y a sus aliados regionales, como el propio presidente de Argentina Alberto Fernández, de hacer parte de ese sector político.
Las cuestiones con Argentina van más allá de una pelea de ideologías entre derecha e izquierda. Hace exactamente un año una firma suya apareció en una carta en la que expresidentes de la región cuestionaron el fallo judicial contra la vicepresidenta, Cristina Fernández, condenada por corrupción.
Esa misiva también tenía la firma del presidente Andrés Manuel López Obrador (de México) y del mandatario Luis Arce (de Bolivia) y fue tomada como toda una intromisión en asuntos internos: el Petro que en el pasado cuestionó a los extranjeros por meterse en Colombia terminó arremetiendo contra la institucionalidad de otros países.
¿Y los intereses de Colombia?
Son tales las salidas de tono del presidente que en junio de este año lamentó la caída del Muro de Berlín mientras estaba de visita en Alemania y el mandatario se ha negado a rechazar la invasión de Rusia a Ucrania, incluso en instancias internacionales de Naciones Unidas cuando la misma carta que sentó las bases de la gobernanza internacional sancionó ese tipo de intromisiones armadas.
“La relaciones internacionales de Colombia están para velar por los intereses del país, no para tratar de propagar una ideología o descalificar gobiernos o dinámicas extranjeras”, le cuestiona la representante a la Cámara del Partido Conservador, Juan Carolina Londoño.
Los congresistas son claros: hay un temor latente de que el actuar del presidente Petro como militante o activista de causas políticas –mas no como representante de los intereses de Colombia como Estado– termine por perjudicar las posibilidades del país en su relación con otras naciones.
Sobre todo, según le comentaron varios legisladores a EL COLOMBIANO, porque los asuntos internacionales son una cuestión de Estado y la ideología es un asunto pasajero del Gobierno de turno.
El férreo respaldo a Lula da Silva cuando era candidato a la Presidencia de Brasil, el apoyo al “Sí” del plebiscito constituyente de Chile, los encuentros en tiempos de candidato con el chileno Gabriel Boric y el español Pedro Sánchez y sus cruzadas tuiteras con Nayib Bukele, de El Salvador, están en ese repertorio de cruzadas diplomáticas del presidente.
Es más, el Gobierno de Panamá en cabeza de Laurentino Cortizo salió a desmentirlo por afirmar que, supuestamente, el Canal de Panamá estaba cerrado como consecuencia de la variación en el nivel del océano por el cambio climático: otra salida en falso que lo puso a pelear con un país vecino.