Los habitantes de José María –un caserío en límites entre Putumayo y Caquetá– se despertaron en la noche del pasado 1 de diciembre con el intenso traqueteo de las balas. Era un enfrentamiento entre disidencias de las FARC.
Cuando el sol alumbró y los fusiles se silenciaron, la comunidad se topó con una escena, cuando menos, dantesca: los cuerpos sin vida de once disidentes estaban extendidos por toda la carretera destapada.
Los muertos fueron el resultado de una guerra a sangre y fuego entre la facción denominada como Raúl Reyes (antes Carolina Ramírez)–comandada por alias Calarcá Córdoba– y los Comandos de Frontera de Walter Mendoza, una disidencia que se acaba de separar del yugo de Iván Márquez.
En contexto: ELN, disidencias de Farc y la Segunda Marquetalia, principales amenazas terroristas de la región: EE. UU.
“Las tropas están en la zona y se encargarán de que las comunidades no se intimiden con estas confrontaciones. Sabemos que estas dos estructuras quieren controlar el territorio para, a través de eso, controlar las economías ilícitas”, señaló el general Luis Cardozo, comandante del Ejército.
La Junta de Acción Comunal de José María –poblado que pertenece al municipio de Puerto Guzmán (Putumayo)– fue la encargada de recoger los cuerpos y trasladarlos hasta los municipios de Curillo y Solita, en Caquetá.
Líderes de la zona le ralataron a EL COLOMBIANO que los hechos se desataron cuando los Comandos de Frontera emboscaron a los hombres que comanda Calarcá. Afirmaron que ya habían advertido de la inminente confrontación a las autoridades.
Es que esa zona limítrofe entre Caquetá y Putumayo ha sido el escenario de disputa entre los grupos armados ilegales, no solo por las economías ilícitas de la minería y el narcotráfico.
También porque es un lugar que permite el acceso a ríos navegables que funcionan como corredor con la planicie amazónica y, a su vez, con departamentos claves para las rutas de exportación de los ilícitos como el Cauca y Nariño.
La guerra ya había avisado el pasado 26 de mayo. Ese día los hombres que comanda Calarcá Córdoba trasmitieron casi en directo lo que fue una masacre de miembros de los Comandos de Frontera.
En zona rural de San José del Fragua (Caquetá) el combate se había extendido por varias horas y a los Comandos de Frontera no los quedó de otra que entregarse al yugo de Calarcá: fueron superados en hombres y en artillería bélica.
Videos de entonces evidenciaron a los combatientes rendidos. Estaban amarrados de manos y pies, pero con vida. Instantes después fueron ultimados con tiros de gracia. Los muertos fueron 11.
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