Este primero de enero, a las 5:00 de la tarde, Yesenia Rivera no pudo evitar que por su cabeza se cruzara el recuerdo doloroso de su madre Luz Leidy Vanegas. Ese día, a esa hora, pero en 2020, ella salió de su casa, ubicada en la comuna 5-Castilla, sin nada más que lo que llevaba puesto, como quien va para la tienda. Sin embargo, nunca regresó.
El 31 de diciembre de 2019 fue el último día que Luz Leidy, entonces de 44 años, pasó con sus dos hijos, su hermana y otros seres queridos en Bello, donde celebraron la llegada del nuevo año.
Solo habían pasado 12 horas del 2020 cuando Yesenia se despidió de ella sin saber que esa sería la última vez que la vería. Mientras que su madre y su hermano adolescente se dirigieron a la residencia de la familia en Castilla, Yesenia partió hacia Robledo a verse con su pareja.
El 2 de enero fue un caos de incertidumbre. Comenzaron buscando en las esquinas, llamando a conocidos, visitando hospitales y preguntando si alguien la había visto. La versión era que antes de salir de la casa, Luz Leidy discutió con su pareja, el padrastro de Yesenia. Nadie sabía nada más.
Los vecinos no vieron un movimiento inusual ni siquiera si se subió a algún carro o si alguien se la llevó por la fuerza, porque ese primero de enero quienes no dormían, seguían celebrando. Pasaron semanas en las cuales repartieron volantes y pegaron el rostro de Luz Leidy en postes de energía y muros en distintas zonas. Llegó otro fin de año y uno más sin noticias de una madre que Yesenia se niega a dejar en el olvido.
“Siempre la voy a buscar”
No ha sido fácil, recuerda la joven de 25 años que ha dedicado los dos últimos a buscar noticias de su mamá y a hacer actos simbólicos presenciales y virtuales para pedir celeridad en las investigaciones. No obstante, estas no han dado resultados y un manto de dudas sigue cubriendo el caso. Yesenia tiene el presentimiento, que es casi una certeza, de que su mamá está muerta, pero no parará hasta encontrar su cuerpo o conocer la verdad de lo que pasó con ella.
“Ojalá estuviera viva, pero después de tanto tiempo no lo creo. Tampoco creo que ella fuera capaz de irse y no decirnos que estaba bien. Es muy difícil sobrellevar esto, uno no está preparado. Hay días en los que uno está muy bien, sale, lucha, pero otros días hay demasiada tristeza. Esto es una incertidumbre completa, sin la seguridad de que mami está muerta no es posible hacer un duelo”, expresa la joven.
La lucha incansable de Yesenia también llevó a que las autoridades locales fijaran una recompensa por información sobre su madre. Inicialmente, a finales de 2020, la Alcaldía de Medellín anunció hasta $20 millones por contribuciones al respecto. La suma subió a los $100 millones en mayo de 2021. Ni así ha sido posible hallarla.
Parte de la familia también recibió acompañamiento psicológico de la Secretaría de Inclusión Social y desde la Secretaría de las Mujeres se ha priorizado el caso en algunos consejos de seguridad pública para las mujeres.
Aun así, dice Yesenia, los avances son escasos hasta el punto de creer que la investigación ha estado frenada en los últimos meses. Lo que sabe es que no hay videos de cámaras de seguridad ni pruebas contundentes que permitan confirmar alguna hipótesis sobre lo que ocurrió con su mamá aquel amargo inicio de año.
Eso no le ha impedido conmemorar su nombre en distintas ocasiones. Con pendones y afiches que muestran el rostro de Luz Leidy se ha parado en parques y plazoletas de la ciudad y en calles de la comuna Castilla, en compañía de su tía, la única hermana de su madre y quien la ha acompañado siempre en su resistencia, al igual que su hermano, hoy mayor de edad, quien es más introvertido para hacerse tan visible, pero que también ha padecido el dolor de esa pérdida.
Yesenia y su hermano vieron llegar la pandemia y la vivieron en ausencia de su madre. Las restricciones les impidieron salir a las calles a clamar justicia y a gritar que el caso no puede quedar sumido entre preguntas sin respuestas.
Por eso, en ese periodo volcaron su energía a las redes sociales para mantener activos los mensajes sobre la desaparición y mostrar la cara de su mamá, tanto que se quedara grabada en la memoria de los ciudadanos, por si alguien la reconocía y sabía algo.
Gracias a su lucha, Yesenia también ha encontrado apoyo de movimientos de mujeres, organizaciones sociales y de derechos humanos, y conoció de cerca, como nunca antes lo hubiera hecho, historias de familias que han sufrido el drama de la desaparición de un ser querido, lo cual ha despertado en ella una sensibilidad social que antes no sentía y que hoy la apasiona tanto que está buscando la forma de dedicarse de lleno a esta labor, que le da los ánimos que la carrera de negocios internacionales que estudió no le ha dado.
Ha hecho algunos voluntariados con entidades de la ciudad y tiene la intención de llevar siempre el caso de su madre como ejemplo de la necesidad de no dejar de buscar a los desaparecidos y denunciar con prontitud, pues aunque su madre no ha sido hallada, conoce otras familias que han corrido con mejor suerte.
La experiencia dolorosa también la ha hecho más fuerte: “Entendí que, de una u otra manera, la vida sigue, que tengo que buscar mis sueños y metas; paralelo a eso siempre voy a seguir con la búsqueda de mi mamá. No voy a estancarme, pero tampoco voy a dejar de buscarla”.
Por los dos años que se cumplen de la ausencia de su madre, Yesenia quería planear una actividad pública en la ciudad. Sin embargo, considera que no es preciso el momento en el que las personas estarán enfocadas en celebrar y que mermarán la acogida de su convocatoria.
Por eso, piensa hacer un acto simbólico a finales de enero o a principios de febrero. Y así lo hará cada que pueda mientras su madre siga desaparecida o hasta que se esclarezca lo que le sucedió ese fatídico comienzo de año.