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El congresista Alejandro Toro es un alumno fantasma del “Poli” Jaime Isaza

Su perfil oficial de la Cámara de Representantes dice que estudia administración en esa universidad, pero esta no lo tiene en su lista.

  • En los primeros meses de este año Toro ha ocupado buena parte de su agenda en viajes al exterior. FOTO: REDES SOCIALES
    En los primeros meses de este año Toro ha ocupado buena parte de su agenda en viajes al exterior. FOTO: REDES SOCIALES
  • El congresista Alejandro Toro es un alumno fantasma del “Poli” Jaime Isaza
  • El congresista Alejandro Toro es un alumno fantasma del “Poli” Jaime Isaza
  • Perfil del congresista en la página oficial de la Cámara. Captura del viernes 14 de abril.
    Perfil del congresista en la página oficial de la Cámara. Captura del viernes 14 de abril.
15 de abril de 2023
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Si los títulos académicos no son requisito para ser congresista, ¿qué razones tendría alguien con esa investidura para ubicar datos erróneos al respecto en su perfil oficial? La pregunta le casa al representante por el Pacto Histórico Alejandro Toro, quien hoy día integra en la Cámara la comisión Segunda o de Relaciones Internacionales, la de Ética y Estatuto del Congreso y la comisión de Paz.

En la primera de las células mencionada, comparte curul con otros 19 legisladores, entre los cuales hay algunos de alto vuelo universitario, como el abogado y politólogo Andrés David Calle, que tiene además especialización y maestría; o el filósofo, magíster y aspirante a doctorado David Ricardo Racero, presidente de la Cámara. También hay otros como la indígena wayú Carmen Felisa Ramírez que no reporta estudios, y no por eso tiene vergüenzas ni problemas.

Toro por su parte se presenta como periodista y gestor social. Sin embargo, el cajón de profesión aparece vacío y a la hora de explicar sus estudios menciona que es bachiller del seminario San José —de La Estrella, sur del valle de Aburrá—, dice haber hecho 9 semestres de pedagogía reeducativa en la universidad Luis Amigó y estar estudiando administración de empresas en el politécnico Jaime Isaza Cadavid.

Perfil del congresista en la página oficial de la Cámara. Captura del viernes 14 de abril.
Perfil del congresista en la página oficial de la Cámara. Captura del viernes 14 de abril. ( )

Fuentes que conocen a Toro indicaron que él dejó de ser alumno de la Luis Amigó en 1997, es decir que debió tener 20 años cuando ya tendría cursados los 9 semestres, o sea que tuvo que haber entrado de 15 años, algo poco usual para aquellos tiempos.

Existen versiones de que en ese centro educativo fue que entabló amistad con otros alfiles del alcalde Daniel Quintero y baluartes del movimiento Independientes, como Esteban Restrepo, quien se graduó allí en la carrera de negocios internacionales, y con el actual secretario de Gobierno, Juan Pablo Ramírez, abogado de ese claustro.

El congresista, sin embargo, le dijo a EL COLOMBIANO que los tres hicieron contacto en los talleres de liderazgo que él dictaba, porque, de hecho, son de generaciones distintas.

En el mencionado perfil de Toro se advierte una inconsistencia con relación a los supuestos estudios que actualmente se supone que hace. Luego de un derecho de petición en el que se dio el nombre completo —David Alejandro Toro Ramírez— y el número de cédula, el área de admisiones y registro del politécnico Jaime Isaza Cadavid contestó que “no se encuentran datos de esa persona como estudiante o egresado”.

¿Favor por favor?

Toro, de 46 años, fue un reconocido colaborador de Quintero en la contienda por la Alcaldía y después, cuando alcanzaron el triunfo, su amigo Ramírez —ya secretario de Participación— lo contrató como estratega de comunicaciones a pesar de no tener títulos que lo acreditaran en esa profesión. Parecía la devolución de un favor, pues la fundación Avanti, en la que Toro figuró de representante legal y en la que ha seguido siendo un poder en la sombra, le había certificado a Ramírez una experiencia laboral que le sirvió para ser nombrado en el gabinete municipal.

Pero no es la única razón por la que Avanti y Toro entran en escena en el polémico periodo de esta administración de Medellín. En las elecciones legislativas y presidenciales de 2022, el local de esta entidad en el barrio La Floresta alternó como centro de estudios y sede del Pacto Histórico, el partido que llevó a Gustavo Petro al poder y a Toro al Legislativo. Adicionalmente, Toro fue el que alquiló las llamadas Casas Petro en la ciudad.

Su esposa, Liliana Ceballos, es miembro de junta de Avanti y una amiga de él, Yorlady Villa, es hoy la representante legal, como también lo era de otra entidad sin ánimo de lucro denominada El Futuro se Parece a Nosotros —el nombre se acuñó de una frase de batalla del alcalde Quintero— en momentos en que se vio involucrada en un escándalo de supuestas presiones a contratistas de la Secretaría de Inclusión Social (siendo Ramírez cabeza de esta) para que le aportaran dinero al proyecto quinterista. El presunto ilícito es investigado por la Fiscalía.

Con todo lo anterior se podría decir que Toro ha lucido más en los últimos años por asuntos bochornosos que por una actuación descollante en el escenario público.

Ahora, en su papel de congresista, según fuentes consultadas que pidieron reserva de su identidad, no ha gastado mucho sus palabras. En su estreno se le notaba el impulso, pues participó en la citación a siete debates de control político el año pasado, aunque solo se le escuchó una vez en plenaria, el 7 de septiembre, en la discusión del por qué y cómo se desviaron $500.000 millones de la implementación de los acuerdos de paz.

Este año escasamente ha citado con el fin de discutir el proyecto de ley sobre igualdad de oportunidades para hombres y mujeres con responsabilidades familiares, el 22 de febrero y de resto han sido intervenciones para defender al gobierno Petro, pero no sobre asuntos de agenda propia.

“Están comparando un periodo legislativo con apenas un mes de sesiones de este semestre, en el que hemos adelantado un intenso trabajo sobre todo en la comisión Segunda de la Cámara”, afirma él para desmentir el comentario.

Las redes sociales muestan en qué se ha gastado su tiempo el congresista este año. En su sitio de Facebook ha exhibido las fotos y videos de sus viajes al exterior: a principios de febrero anunció que haría una especie de maratón aérea, visitando tres continentes en solo 12 días, y posteriormente apareció un collage de imágenes de él posando en un aeropuerto del primer mundo; de él en una calle de un país árabe; de él en una cúspide pedregosa con un cielo radiante de fondo, en Bolivia; de él leyendo un libro de Santiago Posteguillo mientras navega en una pequeña embarcación; de él delante de la torre de televisión de Berlín (Alemania) que tiene aspecto de aguja, y de él con David Racero en el Parlamento Europeo. El 29 de enero ya había hecho una transmisión desde Argel (norte de África).

Tras esa intensa actividad internacional, la siguiente noticia sobre él fue la denuncia pública que interpuso porque aprovechando la ausencia de tres semanas, personas con intereses oscuros, que no serían simples ladrones, según él, le robaron un computador con información sensible sobre la corrupción en la Sociedad de Activos Especiales.

Por otra parte, dentro de la bancada del Pacto Histórico, su otro frente de su trabajo político, afirman que es silencioso pero luce por sus dotes de relacionista público. “Cada que alguien en el chat dice que necesita el contacto de un ministro o de otro alto funcionario, él aparece dando la respuesta”, le dijo una fuente a este medio.

El viernes en la tarde, al preguntarle por la aparente inconsistencia sobre el sitio de sus estudios actuales, el político contestó por escrito que no es el Jaime Isaza sino “el Politécnico Gran Colombiano” —el nombre correcto es Grancolombiano—.

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