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Los chitales, otra especie que introdujo Pablo Escobar, aparecen por primera en el cartel de los invasores más buscados

Corantioquia decidió incluirlos en los boletines de alerta de especies invasoras con el objetivo de recabar más información sobre su comportamiento y presencia en el Magdalena Medio.

  • Otro problema previsible ante las eventuales medidas de manejo y erradicación de los chitales es que, al igual que los hipopótamos, son especies carismáticas ante la opinión pública. FOTO: ÉDGAR JIMÉNEZ EL CHINO
    Otro problema previsible ante las eventuales medidas de manejo y erradicación de los chitales es que, al igual que los hipopótamos, son especies carismáticas ante la opinión pública. FOTO: ÉDGAR JIMÉNEZ EL CHINO
  • Los chitales, otra especie que introdujo Pablo Escobar, aparecen por primera en el cartel de los invasores más buscados
  • Los chitales, otra especie que introdujo Pablo Escobar, aparecen por primera en el cartel de los invasores más buscados
01 de noviembre de 2024
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Los grandes beneficiados del tremendo caos que armaron los hipopótamos durante las últimas dos décadas en el Magdalena Medio son los chitales (Axis axis), esa especie de ciervo proveniente de África que en medio de la megalomanía de Pablo Escobar terminó a su suerte en los años 80 en los bosques del Magdalena Medio.

Con la crisis ecosistémica desatada por las hipopótamos, que pasaron de una pareja a más de 200 en las últimas tres décadas y hoy se han regado por toda la cuenca del Magdalena llegando ya hasta a la depresión momposina, ni los pobladores locales ni las autoridades ambientales, ni los biólogos y mucho menos el Gobierno Nacional tuvo ni el tiempo ni los recursos para hacerle seguimiento a esa otra especie introducida por Escobar, que saltó los cercos de la Hacienda Nápoles y prosperó en un ambiente silvestre desencadenando todo un efecto en cadena al ser un agente completamente extraño al delicado equilibrio ecosistémico que opera en el Magdalena Medio.

El país ni siquiera sabía de la existencia de ese ciervo moteado que puede llegar a medir hasta 1,50 metros hasta que a finales de 2023 un trino del biólogo Darwin Morales, investigador de la Universidad de Luisiana, lanzó un inquietante interrogante que cuestionaba que el hipopótamo fuera la única especie introducida por Escobar que logró escapar de Nápoles a inicios de los 90, presentando un artículo académico de sus colegas Héctor Ramírez y Nestor Roncancio, que trazaban algunos rastros sobre la presencia de chitales en bosques del Magdalena Medio.

Pronto la búsqueda de la prensa tras ese trino se topó con una pared de falta de evidencias para darle forma al asunto. La revista Cambio entrevistó a Juan Pablo, el hijo de Escobar, quien aseguró tener cierto recuerdo de que antes de tener que ocultarse hasta el final de sus días, su papá liberó a los chitales que había traído desde Asia.

Los chitales, otra especie que introdujo Pablo Escobar, aparecen por primera en el cartel de los invasores más buscados

Pero todo seguía en el terreno de la especulación hasta que la historia se destrabó cuando Édgar Jiménez Mendoza, conocido como el Chino, y quien por años fungió como fotógrafo personal del capo del Cartel de Medellín, le entregó a EL COLOMBIANO la prueba reina: las fotografías que mostraba a los chitales pastando en la Hacienda Nápoles.

Días después, a inicios de enero de este año, llegó la confirmación sobre el presente de esta especie. El biólogo de Cornare, David Echeverri, el mismo que lleva más de 15 años con su equipo poniéndole el pecho en primera línea al lío de los hipopótamos, le confirmó a EL COLOMBIANO en ese entonces que efectivamente los chitales habían prosperado en las últimas cuatro décadas y que desde su fuga estaban perfeccionando un comportamiento de especie invasora.

La primera alerta que lanzaron desde Cornare, según Echeverri, fue hace una década. En ese momento pusieron sobre aviso al Ministerio de Ambiente para que liderara las aciones pertinentes: investigación en terreno, monitoreo y estableciera un plan de control y manejo para los chitales.

Pero nada pasó en esta década. “Yo los he visto personalmente, desde hace mucho tiempo, como individuos aislados. No los tenemos muestreados. No sabemos cómo se comportan las poblaciones. Yo no he visto manadas de chitales. Estamos continuamente en territorio y no hemos visto. Tampoco hemos recibido reportes de presencia de manadas, pero sí te confirmo que hay individuos”, relató Echeverri.

Aunque el paso más importante para enfrentar las amenaza de una especie invasora es la declaración mediante resolución del Ministerio de Ambiente, que a su vez desencadena todas las acciones necesarias (condiciones para su erradicación y control, por ejemplo), las autoridades ambientales tienen la potestad para emprender algunas acciones prioritarias, por ejemplo, monitorear su comportamiento para tener los insumos suficientes y tomar las decisiones posteriores sobre su manejo. Por eso es noticia que Corantioquia acaba de incluir a los chitales por primera vez en el cartel de las especies invasoras más buscadas en su jurisdicción.

Su tamaño supera el promedio de los ciervos nativos, alcanza la madurez sexual a los dos años y las hembras paren en promedio dos cervatillos por parto. Su introducción en el departamento puede afectar por competencia de recursos a las especies nativas de ciervos, también influir en la capacidad de regeneración de bosques nativos al consumir plántulas en crecimiento. Reportar estas especies es conectarse con el cuidado de la vida y de nuestros ecosistemas”, así presentó Corantioquia a este ciervo asiático entre su listado de invasores nocivos para la fauna y flora nativas.

Echeverri sostiene que es posible que la presencia del puma y el jaguar en la zona donde se están moviendo los chitales ofrezca alguna garantía de un depredador, que es un factor de contención natural clave de especies invasoras. Sin embargo, sopesa que la falta de información puede estar ocultando muchos impactos que todavía los biólogos ni siquiera sospechen.

Los chitales son animales gregarios y pueden llegar a vivir en grupos realmente grandes. En etapa de expansión de la población, esto podría convertirse en una presión rápidamente insostenible para algunas especies de flora nativas de las cuales dependen decenas de especies en el Magdalena Medio.

Los chitales, otra especie que introdujo Pablo Escobar, aparecen por primera en el cartel de los invasores más buscados

Con la inclusión de Corantioquia se busca activar el proceso de búsqueda, sistematización y curaduría de la información geográfica de la existencia de fauna invasora. Esto permite analizar el estado y las tendencias de la biodiversidad para la generación de medidas y alertas tempranas. Junto a los chitales, en el cartel de Corantioquia publicado esta semana están los conocidos caracol africano y de jardín, la rana toro y el langostino rojo.

Pero también otros poco conocidos como el guaraní piel de culebra, un pez procedente de Asia, muy valorado como producto alimenticio, sin embargo, sus efectos en los ecosistemas acuáticos podrían ser incalculables. Su fácil adaptación al medio lo hace resistente a los bajos porcentajes de oxígeno, tiene la capacidad de vivir en aguas profundas y soportar altos niveles de salinidad, al igual que se reproduce con rapidez. Su presencia genera el desplazamiento de otros peces nativos hasta llevarlos a la desaparición, sea por la competencia de recursos biológicos y territorio como por la depredación.

También la monjita tricolor, un ave gregaria considerada de alto y moderado potencial invasor. En ocasiones se le observa en bandadas, conviviendo incluso con otras especies. Se alimenta principalmente de cereales como el arroz, el sorgo, el trigo y la avena. Frecuenta pastizales, arrozales y puede ser encontrada también en bosques húmedos tropicales de tierras bajas. La Monjita Tricolor es comercializada como ave mascota, sin embargo, esta puede desplazar a las especies nativas de su mismo gremio alimentario, a su vez que es considerada como una potencial plaga para cultivos de arroz y sorgo.

Y finalmente el ganso del Nilo, un ave originaria de África, se destaca por su adaptabilidad a los diferentes ecosistemas. Gracias a su carácter agresivo, puede afectar otras poblaciones de avifauna. Esta ave debido a su belleza es comercializada con fines ornamentales, no obstante, la tenencia irresponsable ha llevado a que estos individuos se reproduzcan fuera de medios controlados, poniendo en riesgo la fauna y flora local.

Según señaló Corantioquia, cuando estas especies logran adaptarse pueden actuar como una amenaza para las especies nativas, alterar físicamente los hábitats, generar competencia desequilibrada por el alimento y diseminar parásitos y enfermedades; llegando incluso a afectar la salud humana. Cualquier información de la comunidad que conduzca a estos animales invasoras se puede comunicar línea (321)817- 5002, o al correo: convenio.fauna@udea.edu.co, si en su territorio hay presencia de las especies en mención.

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