Precisamente, las altas temperaturas en la región pueden aumentar el riesgo de incendios forestales que durante este primer mes han sido protagonistas en los periódicos. También en el paisaje cotidiano, pues los habitantes de la ciudad vemos de qué manera arden los tapetes verdes en las altas montañas del territorio.
¿Qué podemos hacer, como ciudadanos, para evitar este tipo de accidentes naturales? Que no solo afectan el paisaje natural, sino también a los animales que habitan estos bosques, de los que se alimentan y donde encuentran un refugio.
Para prevenir los incendios forestales existe una serie de recomendaciones como evitar arrojar basura, materiales inflamables y objetos encendidos en carreteras y caminos. No tirar vidrios, botellas, desperdicios o cualquier tipo de material combustible. No encender fogatas, y si encuentra restos de ellas, debe extinguirlas con agua y tierra.
Si se encuentra con rescoldos, apáguelos hasta que dejen de humear y, ojalá, que en estos terrenos forestales, pastizales y zonas rurales se evite el uso de maquinaria y el tránsito de vehículos que emitan chispas.
Si las personas viven cerca a zonas de riesgo de incendio se debe ser muy precavido. No se recomienda poner árboles que ardan con facilidad como arizónicas y cipreses; no construir barbacoas y ni usarlas en los días de viento y de mayor riesgo.
Por otro lado, se debe depositar los residuos en los contenedores o vertederos habilitados, según la Fundación Aquae.
También hay que aumentar la inversión en gestión forestal: “la prevención mediante una correcta gestión forestal evitaría los grandes incendios forestales. Es imprescindible actuar de manera directa sobre las causas que los provocan y evitar que se repitan año tras año. Es necesario una mayor inversión en selvicultura preventiva. La reducción de los incendios forestales pasa por el tratamiento y la gestión de nuestros bosques y paisajes naturales. Los trabajos de prevención, planificación y preservación resultan fundamentales para reducir el número de incendios forestales y, por tanto, su impacto en el entorno”, escriben en el portal de la Fundación.
Si se encuentra directamente con uno de estos incendios forestales, la primera recomendación es huir del incendio y avisar a las autoridades pertinentes como los bomberos.
Si es imposible huir, cúbrase con tierra y tape su nariz y boca con un trapo húmedo, si tiene. No intente cruzar las llamas y si se incendia la ropa, ruede en el piso cubriendo el rostro.
Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, el humo de los incendios forestales irrita los ojos, la nariz, la garganta y los pulmones. Dificulta la respiración, provocando tos o sibilancias.
Las personas con mayor riesgo son niños, mujeres embarazadas, personas con asma o enfermedad pulmonar obstructiva crónica (Epoc) o enfermedad cardíaca.
Algunos de los estragos que dejan los incendios forestales son: pérdida de suelo y cobertura vegetal, destrucción del hábitat de la fauna silvestre y de plantas que liberan oxígeno y aumento de la emisión de carbono y de gases de efecto invernadero.