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Cáncer y embarazo: vida en encrucijada

El diagnóstico de cáncer durante el embarazo plantea interrogantes sobre cómo abordar la enfermedad y la vida.

  • Cáncer y embarazo: vida en encrucijada
La vida en encrucijada
15 de marzo de 2024
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Por Luisa María Gallo G.

Samuel tiene doce años. Su mamá, Griselda Martínez, hace poco le contó la historia de su nacimiento. En el 2012, cuando ella tenía 30 años, un tiempo después de haberse realizado implantes mamarios, se percató de una dureza inusual en sus senos. La cirujana le dijo que se trataba de una fibrosis que podía haberse generado por un rechazo de las prótesis y que debían evaluar si era necesario retirarlas.

Griselda, fisioterapeuta de profesión, por esos días estaba acompañando a una paciente en el postoperatorio de una reconstrucción de mama. “Le dije que estaba teniendo unos síntomas muy parecidos y me dijo que me hiciera una mamografía. Pero con 30 años, ningún antecedente de cáncer en mi familia, no me la autorizaron. Batallé para que me la hicieran hasta que lo logré”. El médico anunció la presencia de unas microcalcificaciones que, al correlacionarse con los demás síntomas, probablemente podrían indicar un cáncer. Sin embargo, no podía asegurarlo sin una biopsia. Entonces, le recomendó apresurarse para tener un diagnóstico y tratamiento oportuno.

Tipos de cánceres más comunes

Mama 39 %
Linfomas 16 %
Cuello del útero 13 %
Ovario 7 %
Leucemia 6 %
Gastrointestinal 4 %
Melanomas 4 %
Tiroides 3 %
Otros 26 %

El diagnóstico

Cuando el resultado de la biopsia confirmó un cáncer, el mundo de Griselda se oscureció y comenzó una experiencia de vida que lo transformaría todo. El cáncer además, era hormonodependiente, así que la primera fase del tratamiento consistía en realizar la mastectomía e iniciar un bloqueo hormonal.

“El doctor me dijo que con ese tratamiento no podía tener más hijos. Le dije que estaba bien porque ya tenía dos y, ante las circunstancias, no estaba planeando tener más. Comenzamos el tratamiento, me empezaron las quimios luego de la cirugía y no volví a ver nunca más menstruación hasta hoy”, cuenta Griselda.

Luego de la cirugía, de las sesiones de quimioterapia y radioterapia, de haber perdido mucho peso, llegó la reconstrucción del seno. A pesar de que Griselda ya había tenido otras cirugías durante el proceso, esa la recuerda como la más difícil. “Cuando salí me sentí muy diferente al resto. Hay gente que dice que ve el túnel. Yo puedo decir que lo vi, sentí que me estaba muriendo. En ese momento ya estaba embarazada”.

Lea también: ¿Cómo surgió la quimioterapia?

El embarazo

Cuando sentía que el proceso estaba cerca de acabar y se estaba realizando una ecografía de control, la ecografista le preguntó si estaba embarazada y respondió que no, pero el examen mostraba lo contrario. “Empecé a ver sus brazos, sus piernas. Yo no lo podía creer. Mi esposo, que también es médico, decía que médicamente era imposible”, recuerda.

A partir de ese momento, Griselda Martínez hacía parte de la estadística de mujeres embarazadas y con un diagnóstico de cáncer y que, según el Instituto Nacional de Cáncer, le ocurre a una de cada mil. Según Jorge Hernán Gutiérrez, especialista en Medicina Materno Fetal de la Clínica Universitaria Bolivariana, se considera cáncer materno cuando se diagnostica durante el embarazo, hasta seis meses después del parto o si se produce durante la lactancia.

La asociación cáncer y embarazo es un escenario infrecuente, pero representa diversos desafíos tanto para la embarazada, como para el feto, la familia y el equipo médico”, dice el médico Gutiérrez y agrega que el diagnóstico puede retrasarse o complicarse porque “muchos de los cambios físicos normales durante la gestación pueden ocultar síntomas de enfermedades malignas”.

Además, apunta, algunos tumores se pueden manifestar más agresivamente, pues en el embarazo puede haber una disminución relativa en las defensas del sistema inmunológico materno. El impacto de este diagnóstico no solo recae en la salud de la madre, sino que suele estar asociado con tasas más altas de abortos provocados y partos prematuros. Por eso requiere atención médica especializada y una consideración cuidadosa de todos los factores en cada caso.

Infográfico

Las decisiones
Un embarazo durante un proceso de cáncer se presenta como una paradoja. En un mismo escenario compiten la fuerza de la vida y la consciencia de la muerte. A Griselda, por ejemplo, le recomendaron interrumpir el embarazo porque el bebé había estado con anestesia, durante las quimioterapias, en las radiaciones, lo que representaba un alto riesgo para su salud.

“Le dije a mi esposo que no me iba a desembarazar. [...] yo pensaba que si mi bebé había aguantado esas condiciones y no se había muerto, quién era yo para decidir quitarle la vida”, cuenta Griselda. La suya era una decisión de vida o muerte, porque debía suspender el tratamiento para el cáncer hormonodependiente. Para el momento se estimaba que el embarazo cursaba aproximadamente los cinco meses, así que, tras confirmar el buen estado de salud del bebé, se programó una cesárea en la que, además, le retiraron los ovarios para continuar el tratamiento.

Para Jorge Hernán Gutiérrez, uno de los principales riesgos de retrasar el tratamiento, es que haya una progresión de la enfermedad que sea fatal para la madre y que afecte las posibilidades de supervivencia del bebé. Sin embargo, si se conoce la naturaleza del tumor, su comportamiento, su estadío “es posible conciliar el manejo y ganar tiempo hasta cierto grado de madurez del feto, en el que haya mayor posibilidades de vida, y se finalice prematuramente el embarazo”, explica.

Pese a las pocas probabilidades de vida, Samuel nació sano poco antes de los 9 meses. “Le conté su historia y él estaba sorprendido, pero tranquilo. Por eso le pusimos Samuel, pensando en el profeta que tenía un gran propósito y que nació del amor”, cuenta Griselda.

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