Por Luisa María Gallo G.
Samuel tiene doce años. Su mamá, Griselda Martínez, hace poco le contó la historia de su nacimiento. En el 2012, cuando ella tenía 30 años, un tiempo después de haberse realizado implantes mamarios, se percató de una dureza inusual en sus senos. La cirujana le dijo que se trataba de una fibrosis que podía haberse generado por un rechazo de las prótesis y que debían evaluar si era necesario retirarlas.
Griselda, fisioterapeuta de profesión, por esos días estaba acompañando a una paciente en el postoperatorio de una reconstrucción de mama. “Le dije que estaba teniendo unos síntomas muy parecidos y me dijo que me hiciera una mamografía. Pero con 30 años, ningún antecedente de cáncer en mi familia, no me la autorizaron. Batallé para que me la hicieran hasta que lo logré”. El médico anunció la presencia de unas microcalcificaciones que, al correlacionarse con los demás síntomas, probablemente podrían indicar un cáncer. Sin embargo, no podía asegurarlo sin una biopsia. Entonces, le recomendó apresurarse para tener un diagnóstico y tratamiento oportuno.
Tipos de cánceres más comunes
Mama 39 %
Linfomas 16 %
Cuello del útero 13 %
Ovario 7 %
Leucemia 6 %
Gastrointestinal 4 %
Melanomas 4 %
Tiroides 3 %
Otros 26 %
El diagnóstico
Cuando el resultado de la biopsia confirmó un cáncer, el mundo de Griselda se oscureció y comenzó una experiencia de vida que lo transformaría todo. El cáncer además, era hormonodependiente, así que la primera fase del tratamiento consistía en realizar la mastectomía e iniciar un bloqueo hormonal.
“El doctor me dijo que con ese tratamiento no podía tener más hijos. Le dije que estaba bien porque ya tenía dos y, ante las circunstancias, no estaba planeando tener más. Comenzamos el tratamiento, me empezaron las quimios luego de la cirugía y no volví a ver nunca más menstruación hasta hoy”, cuenta Griselda.
Luego de la cirugía, de las sesiones de quimioterapia y radioterapia, de haber perdido mucho peso, llegó la reconstrucción del seno. A pesar de que Griselda ya había tenido otras cirugías durante el proceso, esa la recuerda como la más difícil. “Cuando salí me sentí muy diferente al resto. Hay gente que dice que ve el túnel. Yo puedo decir que lo vi, sentí que me estaba muriendo. En ese momento ya estaba embarazada”.
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El embarazo
Cuando sentía que el proceso estaba cerca de acabar y se estaba realizando una ecografía de control, la ecografista le preguntó si estaba embarazada y respondió que no, pero el examen mostraba lo contrario. “Empecé a ver sus brazos, sus piernas. Yo no lo podía creer. Mi esposo, que también es médico, decía que médicamente era imposible”, recuerda.
A partir de ese momento, Griselda Martínez hacía parte de la estadística de mujeres embarazadas y con un diagnóstico de cáncer y que, según el Instituto Nacional de Cáncer, le ocurre a una de cada mil. Según Jorge Hernán Gutiérrez, especialista en Medicina Materno Fetal de la Clínica Universitaria Bolivariana, se considera cáncer materno cuando se diagnostica durante el embarazo, hasta seis meses después del parto o si se produce durante la lactancia.
“La asociación cáncer y embarazo es un escenario infrecuente, pero representa diversos desafíos tanto para la embarazada, como para el feto, la familia y el equipo médico”, dice el médico Gutiérrez y agrega que el diagnóstico puede retrasarse o complicarse porque “muchos de los cambios físicos normales durante la gestación pueden ocultar síntomas de enfermedades malignas”.
Además, apunta, algunos tumores se pueden manifestar más agresivamente, pues en el embarazo puede haber una disminución relativa en las defensas del sistema inmunológico materno. El impacto de este diagnóstico no solo recae en la salud de la madre, sino que suele estar asociado con tasas más altas de abortos provocados y partos prematuros. Por eso requiere atención médica especializada y una consideración cuidadosa de todos los factores en cada caso.