En 1953 fue el primer ascenso exitoso y registrado a la cima del Everest, que dicen es ahora 86 centímetros más alta, cuando 10 escaladores británicos apoyados por 20 sherpas y 350 cargadores lograron llegar al techo del mundo. A mediados de los 90 el número de exitosos escaladores empezó a crecer, pero desde principios de este siglo la tendencia ha aumentado de manera exponencial, con excepción de 2015, por una avalancha ocurrida en 2014, y en 2020 por culpa del Covid. En 2019 se registraron 877 ascensos exitosos, 88% más que en 1953.
El joyero más grande de EE.UU., Signet, bajó su pronóstico de ventas de anillos de compromisos para este año, aduciendo que la pandemia redujo el número de personas que pudieron conocerse y apenas ahora se siente el efecto, porque la gente se demora en promedio dos años y medio para comprometerse. Pero yo no estaría tan seguro de que es culpa del virus chino. La tasa de matrimonios viene reduciéndose hace tiempo y EE.UU. no es la excepción. Luego de la Segunda Guerra Mundial, la tasa alcanzó un máximo de 16,4 matrimonios por 1000 habitantes, y para 1953, pasada la euforia, o el susto a morirse de otra manera, la tasa bajó a 9,8. A mediados de los 90 la tasa rondaba 9, pero en 2018 cayó a 6.5, 34% menos que en 1953, y no sospechábamos que tendríamos distanciamientos sociales y sexuales.
¿Por qué será que la gente está prefiriendo irse al Himalaya que casarse? Ni que fuera parecido. Subir al Everest no es barato, fácil e inofensivo. Analicemos punto por punto.
El costo promedio de intentar llegar al Everest está entre 45 y 75 mil dólares. En cambio casarse ..., en cambio casarse ..., creo que por aquí no está la explicación y mejor no digo nada más, así la boda promedio en EE.UU. ronde los 30 mil dólares.
Yo sé que en el matrimonio no contarás con sherpas experimentados que te indicarán el rumbo correcto en semejante aventura, ni tendrás ayudantes para llevar la carga de vivir en pareja, y eso que no he dicho nada de los costos de la reproducción, porque cada hijo puede ser un Everest particular, suponiendo que sobrevives a su adolescencia. Pero ¿así de duro es el matrimonio que la gente prefiere irse a otro tipo de experiencia suicida?
Subir al Everest no tiene nada de racional, además del reto o el empecinamiento, fruto de una ilusión engañosa. En cambio el matrimonio ..., por aquí tampoco es la cosa. Además es un riesgo para la salud. En la “zona de la muerte”, estoy hablando de estar a más de 8000 metros de altura, si no te mata una avalancha, como dice Aylin Woodward: “hay tan poco oxígeno que el cuerpo empieza a morir minuto a minuto y célula a célula”, en cambio en el matrimonio ...
Me rindo. Nos vemos el año entrante en el campamento base sur en Nepal.