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En Colombia, lamentablemente, los únicos rubros que están creciendo de manera drástica son la burocracia y el pago de la deuda.
“Hay un problema, la Nación se ha quedado sin dinero”, dijo este viernes el presidente Gustavo Petro en Guainía. La frase habla por sí sola: un presidente que de repente se ve sorprendido por un problema de este tamaño, muestra la gran debilidad de su gobierno para administrar los recursos públicos.
Y, esta semana también, después de muchos amagues, el ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, oficializó finalmente que se le hará un recorte al presupuesto de 2024 de 28,4 billones de pesos. Pegar un tijeretazo como este, ya en diciembre, revela otra gran fragilidad del gobierno Petro: la pobre ejecución de los recursos.
Para hacernos a una idea de lo que son 28,4 billones de pesos, basta decir que la primera línea del Metro de Bogotá vale 19 billones de pesos. Pero así suene mucho el recorte, tal y como están las finanzas del país, debería ser apenas la cuota inicial de un mega apretón en los gastos.
¿Por qué el Congreso le aprobó al gobierno Petro multimillonarios presupuestos para 2023 y 2024? Desde que Petro llegó al poder, y en los dos años que han pasado, los gastos del Estado aumentaron en 150 billones de pesos, es decir un 40% de lo que venía siendo el presupuesto de otros gobiernos, ¡una barbaridad!
Duque para 2022 tuvo un presupuesto de $352 billones, en 2023 con Petro subió a $422 billones y en 2024 el presupuesto saltó a la asombrosa cifra de 502,6 billones de pesos. Con el agravante de que los ingresos al Estado no aumentaron en esos dos años, por el contrario cayeron: este año por ejemplo, el recaudo tributario ha caído 6,7% y las utilidades de Ecopetrol han caído 25%.
¿En qué familia se gastan un 40% más a pesar de que los ingresos siguen siendo los mismos o menos? En ninguna que sea seria y responsable. En Colombia, lamentablemente, los únicos rubros que están creciendo de manera drástica son la burocracia y el pago de la deuda.
Por eso, el recorte anunciado por Bonilla es insuficiente y el Comité de la Regla Fiscal dice que se necesita un ajuste adicional de por lo menos 30 billones para este año, y algo similar para el entrante.
Este ha sido uno de los grandes vacíos del gobierno de Gustavo Petro, en el desprecio que ha mostrado por lo técnico y por el conocimiento, caen en trampas tan graves como estas que comienzan a impactar el bienestar de todo el país.
Los colombianos más pobres están viendo cómo en vez de recibir más beneficios, les están saboteando los que tenían. Crecen los déficits en clínicas y hospitales públicos, los comercializadores de energía dicen que el gobierno les debe 2,4 billones de pesos de los subsidios para los estratos 1, 2 y 3. Y el gobierno incumplió la entrega de más de 50.000 subsidios para vivienda de interés social y prioritaria. En educación, no solo se demoran en girar recursos del programa Matrícula Cero, sino que el ministro Daniel Rojas dijo que el Icetex no podía pagar más de un billón de pesos en créditos educativos ya comprometidos. Aunque reversó el anuncio, no se sabe cómo van a responder por los créditos del 2025.
Los subsidios de $500.000 que Petro prometió para los adultos vulnerables quedaron en $223.000 y apenas se les comenzaron a dar en julio de este año a los mayores de 80 años.
La gran paradoja es que Gustavo Petro, quien subió al poder ofreciéndoles a los pobres el oro y el moro, es el mismo que está desmontando todos los logros sociales que han conseguido los más vulnerables en los últimos 30 años. Y lo peor es que el gobierno sigue con el derroche de recursos. Creó el Ministerio de la Igualdad, pero esa entidad no solo duplica otras del Estado, sino que tiene una ejecución baja y una burocracia mayúscula, con una nómina de 750 personas, 5 viceministerios y 21 direcciones técnicas.
Petro le dio una embajada a Armando Benedetti en Roma, que no había funcionado en 25 años y que dejó tirada. En los pocos meses que estuvo al frente se gastaron cerca de 1.700 millones en vivienda, sueldos y un lujoso vehículo para uno de los funcionarios más cuestionados. También anunció la creación de nuevas embajadas en países como Senegal o Etiopía y creó 116 nuevos cargos en la Cancillería.
Los gastos de funcionamiento, según las cifras oficiales, aumentaron $50 billones en 2023 y otros $50 billones en 2024, de manera que en solo los dos primeros años de Petro, el costó de la burocracia creció de $211 billones en 2022 a $308 billones en 2024. Y ni hablar de los miles de contratos por prestación de servicios que se suman en el rubro de inversión.
El listado de la vena rota del Estado es largo. Empezando por los dos millonarios traslados presupuestales en 2023 a la Unidad de Riesgo (Ungdr), hasta gastos “menores” pero que muestran un talante gastón, como los viajes del presidente con grandes comitivas al exterior y sobre todo los de su esposa Verónica, más el costo de su “séquito”, las remodelaciones de las casas presidenciales, y hasta la compra de cobijas de pluma de ganso, que terminan siendo apenas una anécdota frente a los escándalos de corrupción y robo de recursos públicos.