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El reclamo que hay para hacerle al Gobierno es que ha permitido que prospere un ambiente de matoneo en el país (era el tema al cual estaba dedicado este editorial previo al asalto de Semana). A Colombia se la está tomando el espíritu de la pugnacidad”.
Cuando estábamos terminando de escribir este editorial se produjo el asalto de un grupo de indígenas a las instalaciones de la revista Semana. Entraron a la fuerza, rompieron vidrios de la portada, rasguñaron a un vigilante y se tomaron el sitio para lanzar arengas cargadas de odio.
Y como el odio suele tener algo de desconocimiento, hay que decir que el discurso del líder indígena que comandó la incursión estaba lleno de eslóganes vacíos. Para él, “los medios son asesinos”, “los medios disparan al pueblo colombiano” y “las empresas radiales (son) paramilitares”.
Desde aquí rechazamos la toma de los indígenas a Semana, o a cualquier otro medio de comunicación. Nada justifica la violencia, ni el asalto agresivo a una comunidad. No le hacen bien a Colombia quienes argumentan razones históricas, muchas de ellas ya superadas, para crear más violencia en el país.
Este grupo, según dijo otro de los líderes indígenas ante las cámaras, venía de conversar con el Gobierno: “Llegamos a un acuerdo, terminamos muy bien ese diálogo con la viceministra y el viceministro, y salimos de allá y ahora estamos en esta toma pacífica”. ¿Qué explicación puede tener que este grupo salga de una conversación como la que describen y de inmediato se dirigen a un medio de comunicación para agredirlo? Por supuesto, no se trata de decir que los hayan mandado, ni más faltaba. De hecho, esos mismos indígenas trataron de entrar a la fuerza en la Casa de Nariño la noche del jueves y por eso se dio el diálogo con los viceministros.
El reclamo que hay para hacerle al Gobierno es por el hecho de que de una u otra manera ha permitido que prospere un ambiente de matoneo en el país (que era el tema al cual estaba dedicado este editorial previo al asalto de Semana). A Colombia se la está tomando el espíritu de la pugnacidad. La cabeza del Estado, el presidente Gustavo Petro, si bien descalificó el asalto de los indígenas, suele usar epítetos dirigidos a sectores de la sociedad y por momentos hace gala de una cierta permisividad con la violencia, de manera que contribuye a normalizar estas agresiones.
Y no lo decimos solo por el caso de los indígenas. Hemos sido testigos de un fenómeno de matoneo masivo en el mundo digital por cuenta de bodegas de corte petrista que tiene que ser motivo de profunda reflexión en el país y con respecto al cual es imprescindible que el presidente Gustavo Petro tome cartas en el asunto.
“Están dispuestos a matar simbólicamente a quienes no piensan como ellos”, decía a EL COLOMBIANO la representante a la Cámara Catherine Juvinao en medio del llanto, y añadía: “Quieren acabar con nosotras. No creo que pueda resistir cuatro años así. Las armas del sicariato moral matan psicológica y afectivamente”. Y no es propiamente una enemiga del gobierno la que habla, se trata de una congresista, del Partido Verde, que hizo campaña a favor de Gustavo Petro y que cometió al parecer el grave pecado de cuestionar algunas de sus reformas.
Su colega, la representante Katherine Miranda, también del Verde, anunció demanda contra quienes la atacaron en redes sociales. Y de paso denunció que a la también congresista Julia Miranda, el estrés y el matoneo, le habían producido un microinfarto. Las tres tuvieron la “peligrosa” idea de proponer y hacer aprobar una subcomisión para modificar el texto de la reforma a la salud. ¿Hasta dónde van a llegar estos ejércitos sanguinarios de las redes sociales? ¿Acaso son una suerte de nazis, ocultos tras el anonimato, eliminando a quienes no piensan como ellos?
El acoso también se está dando contra quienes se atreven a investigar presuntas irregularidades del Gobierno. Esta semana el turno fue para Caracol Noticias y el periodista Ricardo Calderón, quienes luego de revelar audios y videos que mostraban la participación de la esposa de un narcotraficante en la campaña de Gustavo Petro en Casanare, fueron víctimas de una campaña de desprestigio que se activó con poderosas bodegas en la red social X. En un solo día se produjeron más de 200.000 trinos con la etiqueta “#CaracolMiente”.
La misma operación de matoneo la aplicaron entre el 13 y el 21 de agosto, cuando en redes sociales se desató un ataque masivo para desacreditar a los medios tradicionales. Durante varios días fueron tendencia en la red X etiquetas como #CaracolMiente, #SemanaMiente, #RCNMiente, #ElCololombianoMiente, y #ElTiempoMiente.
En EL COLOMBIANO, en el ataque de agosto, rastreamos 3 millones de menciones de esta campaña de matoneo masivo y nos dimos cuenta de que solo 1 millón se publicaron desde Colombia, es decir que 2 millones se produjeron fuera del país, lo cual es un indicio de que se trata de cuentas falsas o compradas para hacer esta operación de descrédito. Muchas de esas cuentas habían sido recién creadas en agosto y, según se ve el movimiento en la red X, cuentan con el apoyo de varios influenciadores del Pacto Histórico.
Otro detalle importante es que estas bodegas son las mismas que se suelen subir a peleas que casa dicho partido, y también publicitan a candidatos como Gustavo Bolívar, de Bogotá, y Juan Carlos Upegui, una de las fichas de Daniel Quintero para la Alcaldía de Medellín. ¿Acaso buscan desacreditar –y con qué propósito– a los medios de comunicación tradicionales de cara a las elecciones del 29 de octubre?
Volviendo al caso de las congresistas es un hecho que los ataques despiadados que se están dando en el mundo digital están teniendo cada vez peores consecuencias en el mundo real. Preocupa, y mucho, que esas campañas de matoneo masivo parecen estar orquestadas por allegados al Pacto Histórico o al gobierno del presidente Gustavo Petro. Y la consigna parece ser una: al que piense distinto o al que cuestione al gobierno será sacrificado.
¿De qué paz estamos hablando señor presidente?