Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6
Como quien dice, con la plata de los aviones, alcanzaría para pagar una cuenta y la otra también, se sacaría de afugias de salud a millones de colombianos y sobraría hasta para “expandir el virus de la vida por las estrellas del universo”.
La incoherencia del presidente Gustavo Petro parece no tener techo y todos los días el mandatario se supera a sí mismo: su anuncio de la compra de entre 16 y 24 aviones de guerra puede ser uno de sus picos más altos en materia de contradicciones entre lo que el Presidente predica y lo que en realidad hace.
Recordemos que en uno de sus más famosos discursos, el de la Asamblea de Naciones Unidas, en 2023, habló de “expandir el virus de la vida por las estrellas del universo”. Y en particular dijo: “Quiero que mis nietos vivan en los tiempos en donde el ser humano supo dejar de matarse en el planeta”. En esa filosofía, ¿cómo cabe la compra de aviones de guerra?
Y un año después, en 2024, en el Liceo Francés, insistió: “Porque yo sí creo que la misión de la humanidad es el universo. Y que solo nos lo impide estarnos matando entre nosotros mismos”.
Esas frases son solo una versión más reciente de su bandera favorita, a la que además ha bautizado “la política del amor”, que Petro utiliza desde 2010. Insistimos, ¿cómo se entienden los aviones de guerra en su proyecto político?
También llama poderosamente la atención que el mismo Petro, que se rasga las vestiduras porque en Colombia se explora petróleo y gas, y que lo ha casi prohibido con el argumento de que con ellos vendrá la extinción del ser humano, decida ahora comprar aviones para bombardear a esos mismos seres humanos. ¿Así o más raro?
Y para completar esa gran paradoja a la hora de hacer cuentas, esos aviones le pueden costar a Colombia 10 o 12 billones de pesos. ¿Qué presentación tiene siquiera sugerir ese gasto cuando el sistema de salud está en pleno colapso porque el gobierno no les paga lo suficiente a las EPS?
Hace 20 meses, tres de las más sólidas EPS del sistema, Sura, Sanitas y Compensar, le escribieron una carta al Gobierno implorándole cubrir el déficit que tenían de $2,2 billones. Pero no hubo respuesta. Y hace menos de un mes se produjo la crisis de los medicamentos: vimos a miles de colombianos, de los más necesitados, protestar porque no reciben sus tratamientos. Todo porque la Nueva EPS, que es administrada por el gobierno de Gustavo Petro, no le paga a Audifarma $450.000 millones de pesos que le debe de los medicamentos.
Como quien dice, con la plata de los aviones, alcanzaría para pagar una cuenta y la otra también, se sacaría de afugias de salud a millones de colombianos y sobraría hasta para “expandir el virus de la vida por las estrellas del universo”.
De hecho, el mismo Gustavo Petro nos da la razón con un trino que escribió hace cuatro años en su cuenta de X: “La compra de aviones en medio de una crisis como la que vivimos, es el máximo grado de irresponsabilidad de un gobernante”, decía el Petro de 2021. ¡De acuerdo, Presidente!
Y como si fuera poco, añadió en ese entonces: “No entiendo un país que pueda aplaudir que no se usen los recursos para salvar la vida y en cambio si en instrumentos para bombardear niños”. Exactamente, señor Presidente, nosotros tampoco entendemos. Nada de nada.
Más allá de las contradicciones, vale decir que por ahora solo se ha firmado una carta de intención con el gobierno sueco, es decir, el negocio está en fase tan preliminar, que el anuncio de Petro bien podría quedarse -como los aviones- en el aire.
Para poder firmar el contrato el Gobierno tiene que elaborar un documento CONPES. Ahí se definiría el número de aeronaves, el costo que Colombia podría asumir y las condiciones del negocio. Y después de la firma del contrato, los aviones estarían llegando un año o dos después. Teniendo en cuenta la velocidad de este gobierno sería probable que no esté lista la vuelta para antes del fin de su periodo.
Si lo analizamos desde otro punto de vista, el anuncio de los aviones de guerra le sirve a Petro para mostrarse algo mano dura en medio del caos de violencia que vive el país. Y de pronto, también, para hacerle un desplante a Estados Unidos, toda vez que durante el gobierno Duque trascendió que serían sus F-16 los elegidos.
Sin duda, decirle “no, gracias” a Estados Unidos en este momento debe producir cierta satisfacción en la Casa de Nariño, tras los recientes roces con el gobierno de Trump. Primero fue la pataleta a la madrugada que terminó en que Colombia se ha visto obligada a pagar de su bolsillo la traída de los deportados, luego fue el rifirrafe después de la visita de la Secretaria de Seguridad de ese país, que se declaró en desconcierto porque, según ella, Petro le dijo que los miembros del Tren de Aragua lo que necesitan es más amor.
Y no sería raro que el divulgar la intención de compra a los suecos tenga algo también de respuesta anticipada al anuncio que debe hacer la Casa Blanca sobre si certifica o no a Colombia en materia de lucha contra el narcotráfico. A la luz de los resultados, no parece que fueran a darnos buenas noticias.