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Esclavismo

Petro le hace un daño tremendo al país con esas expresiones porque desconoce la labor de millones de empresarios colombianos que cumplen un papel fundamental en el país: son los que generan empleo y permiten el crecimiento del país.

04 de julio de 2023
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En un discurso largo, enredado, en el que mezcló el cambio climático y la extinción de la humanidad, con Hitler y el fascismo, el presidente Gustavo Petro se despachó contra el Congreso y los empresarios colombianos porque no logró que le aprobaran la reforma laboral.

Al mandatario colombiano le pareció que el encuentro con la comunidad colombiana en París, en la Universidad de la Sorbona, al término de su gira por Francia, era el mejor escenario para lanzar dardos a diestra y siniestra a los que considera “arribistas”, “descendientes de esclavistas”, que, según él, “nos han condenado a la violencia y a la desigualdad”.

La despachada parecía más un desahogo del Presidente por las concurridas marchas que días antes citó la oposición en las calles y el hundimiento de la reforma laboral, un proyecto que desde el momento que fue radicado en el Congreso levantó una polvareda de críticas en diversos sectores, especialmente entre los comerciantes y pequeños y medianos empresarios que son los que de aprobarse la reforma deberán responder por los mayores costos laborales que implica la iniciativa.

La propia ministra de Trabajo, Gloria Inés Ramírez, ha dicho que la reforma no pretende crear empleo sino garantizar las condiciones laborales de quienes están actualmente ocupados, con lo cual se deja por fuera al 58% de los colombianos que viven en la informalidad, en el rebusque, que no ganan ni el salario mínimo ni tienen prestaciones sociales, que trabajan al sol y al agua en cualquier esquina de una ciudad o pueblo colombiano.

Acaso —utilizando un falso silogismo, como los que suele usar el mandatario— podríamos decir que ¿Petro está buscando más beneficios para un grupo que está en mejores condiciones y está dejando por fuera con su reforma a los más vulnerables?

Sus palabras dejaron un mal sabor. Uno podría decir que es un total irrespeto que señale de ‘esclavistas’ a quienes cumplen con las normas legales del país en materia de empleo y contratación. Si Petro conoce de algún empleador que no está cumpliendo la norma, pues debería denunciarlo y seguirle algún tipo de proceso sancionatorio. Pero no es responsable para un mandatario decir lo que ha dicho, no puede ir desacreditando e injuriando a miles de empleadores colombianos que cumplen a cabalidad con sus tareas.

Petro le hace un daño tremendo al país con esas expresiones porque desconoce la labor de millones de empresarios colombianos que cumplen un papel fundamental en el país: son los que generan empleo y permiten el crecimiento del país. Son, con los empleados, el motor económico del país. Un aparato productivo sin empleados no funciona y sin empresarios tampoco. Como decía Winston Churchill “muchas personas miran al empresario como al lobo que hay que abatir; otros muchos lo miran como una vaca que hay que ordeñar, pero muy pocos lo miran como al caballo que tira del carro”.

Petro también desconoce que son las pequeñas, medianas y microempresas, que generan más del 80% de los puestos de trabajo, sobre las que recaerá el peso de la reforma, porque las grandes tienen la manera de pagar los costos salariales adicionales. Desconoce que, sin empresas, como ocurre en Venezuela, Colombia no puede salir adelante.

No nos oponemos a mejorar las condiciones de los trabajadores colombianos. Por el contrario, que bueno sería que todos pudieran ganar un salario digno, que tengan condiciones laborales adecuadas, que no sean objeto de abusos por parte de empleadores. Lo que no podemos aceptar es que se estigmatice a todo el empresariado colombiano y se lo muestre como el enemigo al que hay que combatir.

Ojalá el presidente haga una reflexión profunda de los mensajes que lanza y del impacto que puede causar en muchos sectores, que en lugar de dividir más al país decida unirlo en propósitos comunes que beneficien a todos y no a unos pocos porque él es el gobernante de todos los colombianos.

Por eso, no puede volver a pasar al Congreso la misma reforma laboral que se le hundió, sin escuchar otras voces distintas a las de los sindicatos y las centrales obreras. Pero conociendo el talante del mandatario será mucho pedir.

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