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Cuando vemos a Terry, el personaje principal de “Rebel ridge”, tomar un gusano con la mano y usarlo para pescar en el río que cruza el bosque donde se refugia, sin ayuda de ningún tipo de caña, pensamos que hay que tenerle respeto a un tipo así. Lo que sólo se nos ocurre más tarde, una vez vista esta muy buena película de acción, es que evita las cañas y los anzuelos para no tener que chuzar al gusano con una punta metálica. No quiere crueldades innecesarias.
Jeremy Saulnier, el director y guionista de “Rebel ridge”, sabe muy bien qué clase de película está haciendo; hemos visto muchas así. Hace setenta años Terry habría tenido la piel blanca, habría llegado en un caballo blanco a un pueblito cuya gente está cansada de las arbitrariedades del alguacil (también blanco, pero con bigote) y todo habría terminado en un duelo en la calle principal. Desde hace 42 años, cuando se estrenó “First blood” (aunque todos la recordemos como “Rambo”) el tipo solitario que llega al pueblo es un veterano de guerra, de pocas palabras y menos amigos, que no soporta el abuso de la autoridad local. Saulnier no huye de los estereotipos, pero intencionalmente crea a un personaje que sería el siguiente peldaño evolutivo de este tipo de héroe de acción.
Además de la policía abusadora, Terry tiene en contra al otro enemigo del héroe común: la burocracia. Para lidiar con ella, este exmarine sin traumas y de palabra fácil e ingeniosa (otro cambio) va a necesitar ayuda. Saulnier reúne en Summer, el personaje de AnnaSophia Robb, a otra parte de la población de Estados Unidos contra la que se cometen muchos atropellos: una mujer joven, madre soltera, exdrogadicta. Y para evitar otro cliché, ella y Terry no vivirán ninguna química romántica, sino el tipo de amor menos habitual entre dos jóvenes atractivos en el cine comercial: una amistad sincera.
Además de todos estos cambios, Saulnier desarrolla una trama inteligente, que mientras denuncia una trampa del sistema judicial estadounidense, tensiona la cuerda narrativa durante la primera hora de la película, hasta un desenlace que está a la altura. Esta no es la orgía sangrienta a las que nos viene acostumbrando el cine de acción más explosivo, sino una acción seca y contenida, menos espectacular y tal vez por eso, más creíble. Para lograrlo, hay que destacar el trabajo del director de fotografía colombiano David Gallego, de notable labor al usar distintos tipos de tomas en ciertos momentos de la historia, como una especie de solos instrumentales en una vieja canción roquera (al protagonista le gusta el metal), y en detenerse varias veces en el bello rostro del actor británico Aaron Pierre, el gran descubrimiento de esta película, que es capaz de actuar igual de bien tanto los competentes diálogos de “Rebel ridge” como las complicadas escenas de peleas.
La idea de evitar crueldades innecesarias se mantiene durante toda la película. Este no es un héroe interesado en asesinar o en vengarse. Quiere un mundo que funcione bien para todos. No se me ocurre un mejor motivo de rebeldía.