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Juan David Villa
Editor y periodista
preguntasortografia@gmail.com
Vamos a decir el abecedario como lo aprendimos en la escuela (yo a mediados de los años 90, no sé ustedes): A, B, C, Ch, D, E, F, G, H, I, J, K L, Ll... Hasta aquí nomás. Están la Ch y la Ll (llamada elle). En la cuarta edición del diccionario de las academias, hoy Diccionario de la lengua española (está en rae.es), Ch y Ll entraron. Esta edición es de 1803. En 1994, en el X Congreso de la Asociación de Academias de la Lengua Española, los que saben definieron que en adelante estas dos no estarían en el orden alfabético del diccionario aquel.
La siguiente edición de este diccionario apareció en 2001: de la C pasa a la D y de la L a la M. Pero seguían siendo letras del abecedario (entonces, en la Ortografía de la lengua española publicada en 1999, todavía el abecedario decía A, B, C, Ch... y luego L, Ll, M). En 2010, las academias publicaron la última edición de la Ortografía de la lengua española: en esta sí las borraron del alfabeto y dijeron, sin gaguear, son dígrafos, no letras, así que fuera. El abecedario hoy es A, B, C, D, E, F, G, H, I, J, K, L... Son 27 letras. Y tenemos cinco dígrafos: Gu, RR, Qu, más los dos expulsados.
Preguntarán ustedes, ¿pero cómo así que dígrafos? Dos grafemas que representan un solo fonema. En cristiano, como decía mi abuela: dos letras que producen un solo sonido. En Guerra, gue suena /ge/, pero en güero suena /g + u/ (dos sonidos, dos fonemas).
Preguntan los lectores
Ómar A. Ocampo L. Deseo saber tu opinión acerca del artículo “Personas trasplantadas”, escrito por Álex Grijelmo: “Porque resulta más fácil que un cambio en la realidad modifique la manera de hablar que conseguir que la manera de hablar modifique de pronto la realidad”.
Ómar, yo estoy de acuerdo con Álex Grijelmo. Pero que yo esté de acuerdo o no realmente no importa. Quiero decir que la realidad así lo ha demostrado: el idioma cambia por necesidad, y los hablantes somos cómodos, ajustamos las palabras. Un ejemplo rápido. 1. Inventan la aplicación WhatsApp. 2. La aplicación WhatsApp se vuelve nuestro canal de comunicación: la necesitamos. 3. Tenemos (obligados, a las malas) que usar todos los días esa palabra tan complicada, entonces la acomodamos: /guasáp/ y muchos, incluso, /guasá/. No es que la gente sea bruta: no, es que acomodamos los sonidos. El sonido de esa T gringa es muy difícil para nosotros, así que sale. Esa W gringa, ni se diga: mejor la hacemos sonar como nuestra G de gato. Esa doble PP al final, pues algunos la suenan, otros no, porque no es normal (ni fácil) para nosotros hacer el sonido /p/ al final de una palabra. Así cambia el idioma. Y que la manera de hablar cambie la realidad, bueno: la palabra es poderosa.
Curiosidades del idioma
¿Alfabeto o abecedario? ¿Es lo mismo?
Se llama abecedario o alfabeto. Ambas palabras nos llegaron del latín. Su diferencia es que abecedario nace de A-B-C-D y alfabeto de alfa y beta, las dos primeras letras del griego.
Nuestro abecedario (o alfabeto) lo tomamos del latín. Al pueblo romano (los del latín) se lo llevaron los etruscos (un antiguo pueblo que llegó a lo que hoy es Italia, exactamente a la región llamada Toscana, hace 3000 años). Y los etruscos lo copiaron de los griegos. Así que heredamos un alfabeto que unos griegos les pasaron a los etruscos y los etruscos se lo llevaron a los romanos (latín).