Pico y Placa Medellín
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Diego Londoño
Crítico de música
@elfanfatal
Juan Esteban Aristizábal Vásquez es un rockero, de verdad. Es algo que no tiene discusión, y si alguien es colombiano y si conoce la arqueología de la historia de nuestro rock nacional, lo sabe y, sobre todo, entiende su camino y su lucha.
Más allá de su contienda, hablemos de su trayectoria, de su participación en bandas de metal como Agony, Ekhymosis, y de su carrera como solista, un sueño hecho realidad, criticado y cuestionado, una utopía cantada en una canción de vida.
La guitarra ha sido su aliada en todos momento, desde que tocaba el metal más crudo y visceral, pasando por el rock latino y hasta el pop con tintes de urbano. Juanes ha sabido llevar una vida artística diversa, fuera de estereotipos y siguiendo, quizá su corazón, quizá una tendencia comercial; todo es válido y respetable, y la de él es una decisión de vida, existir a toda costa y por completo de la música, y eso más que respetable es admirable.
¡Juanes se caspió! Dijeron muchos desde los años noventa cuando el cantante decidió dejar de interpretar el sonido del metal para hacer su carrera como solista en el pop rock, sin embargo el primer género al que se dedicó no se va nunca, nada que nos pertenece con las fuerzas del corazón desaparece, y con seguridad nunca partió de él. Eso se nota aún en sus conciertos cuando toma la guitarra y es quién decide hacer de manera virtuosa los solos y riffs, como un molde perfecto que lleva con la cicatriz de su historia.
Juanes ha vivido su vida como ha querido, buscando el amor verdadero en cada género: el rock, el metal, el pop, el vallenato, la música parrandera y la raspa. Ha vivido su vida como ha querido porque no se encerró en las montañas de una Medellín radical, y decidió a espaldas de todos, realizar el sueño de vivir de su sonido, de lo que quisiera, de las ganas de que su vida fuera una canción.
Y ese sueño, ahora, se sustenta en los festivales a los que asiste, en los discos que vende, en los premios, en las giras interminables, en el cariño de la gente y sobre todas las cosas, en la felicidad de verse en la realidad que algún momento soñó ¿Qué mejor argumento que ese? la felicidad de no tener un trabajo, sino una pasión.
Y para los rockeros radicales que fundan sus críticas básicas en frases como: “el rockero que se caspió”, solo hay que recordar su paso por festivales como Lollapalooza Chile, Vivo por el Rock Perú, Vive Latino, y ahora su anuncio para el Festival Rock al Parque, sin hablar de la grandísima cantidad de conciertos en festivales rockeros en todo el mundo. También participaciones musicales con Saúl Hernández de Caifanes, Charly Alberti de Soda Stéreo, Sting, Santana, Andrés Calamaro, Steve Vai, Herbie Hancock y su invitación privilegiada a tocar con los reyes, The Rolling Stones. Todo viene y todo va, como las olas apresuradas hacia un destino incierto, gracias a Motorhead, Metallica, y demás grupos de la época nació Ekhymosis, y sin esos ingredientes, Juanes no sería lo que ahora es.
¿Increíble, no? Sí, es de no creer, que un metalero de las calles de Medellín, que siguió su sueño, que trabajó por él y ahora recoja los frutos de ir, como el salmón, contra de la corriente, y sea uno de los músicos que construye y eterniza la historia musical y rockera de nuestro continente.
Y más allá de justificar algo que no lo necesita, la propuesta es disfrutar la música, dejarse sorprender y recordar que esta es el único lugar donde nada nos puede hacer daño. Así que aplausos y voleo de cabeza para Juanes, ese rockero que no se caspió.